Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

sábado, 20 de marzo de 2010

Temas de narración oral: Escuchar es mucho más que oír o como la transparencia en el oficio nos salva

Un pavo real en plastilina, tomado de Fotos del evento Plastilinarte, "Con ojos de niño".

“… la vida no nos está dada tan sólo para ser vivida, sino que nos proporciona la oportunidad
de inventarnos a nosotros mismos. Muchas veces no nos percatamos del inmenso poder que poseemos los seres humanos para hacer uso de la vida que se nos ha regalado como una gran oportunidad para hacer de nosotros la realización de un sueño. No sólo no nos damos cuenta de que disponemos de ese poder, sino que tampoco sabemos cómo utilizarlo, pareciéramos vivir de acuerdo a cómo se nos imponen las cosas. Los acontecimientos externos parecieran regir nuestro destino. La vida pareciera tratarnos muchas veces como marionetas y haciendo y deshaciendo de nosotros a su antojo. Pero la vida no posee voluntad propia. Lo que nos pasa tiene más que ver con cómo somos, con lo que somos capaces de ver y de no ver, con nuestra capacidad de aprendizaje.” Rafael Echeverría: Actos de Lenguaje, pág. 15. (*)


Narracuentos UCAB, además de sus actividades normales en la Universidad y desde agosto de 2008 en el Parque Caballito, realiza siempre presentaciones en colegios, otras universidades, bibliotecas, centros vecinales e instituciones culturales que solicitan su participación. Han representado a la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas en eventos nacionales e internacionales. Periódicamente, realiza talleres de formación – básica y de especialización – tanto para los estudiantes y docentes, como para personas interesadas en el maravilloso arte de contar cuentos. Además, entre una de sus labores importantes, apoya las actividades de Proyección a la Comunidad que la UCAB lleva a cabo en los barrios cercanos a la institución. Actividades que se realizan en conjunto con la Dirección de Cultura, desde hace ya varios años. Casi desde los inicio de la agrupación. Así que subir a las zonas de La Vega, Antímano, Caricuao no nos es ajeno. Sus espacios, el entorno y las situaciones que se viven a diario, tampoco. Ni lo son, ni serán, por supuesto, las sonrisas agradecidas de sus niños y de sus adultos, cuando narramos nuestros cuentos.
Con el nuevo psicólogo a cargo de Proyección a la Comunidad subimos, en fecha reciente, a festejar el “Día de la mujer”. Fue a uno de esos espacios en los que, periódicamente, y desde hace más de ocho años narramos cuentos para el programa “Una sonrisa en Navidad”. La única diferencia que se nos indicó de inicio era que, esta vez, narraríamos para adultos. Lo haríamos para las señoras de la comunidad, a quienes se les homenajeaba. Serían algo más de unas cuarenta o sesenta mujeres, posiblemente acompañadas de sus hijos y esposos. Es decir unas ochenta, posiblemente, algo más de cien personas.
Al subir al rústico que nos llevaría, a penas se inició la marcha, nos enteramos de un detalle relevante. Se había intentado reunir a toda la comunidad en una actividad común pero no había sido posible. El sector está muy polarizado. Se realizarían dos actividades conjuntas, una en el centro comunal y la otra en la cancha, al lado del espacio anterior. Una actividad cultural en el primer espacio. Una deportiva en el segundo. Y comenzaron a asomar nuestros temores: ¿Cuáles serían las condiciones, las situaciones y los resultados allí? Pero, ya íbamos para el baile y había que hacer lo mejor en él.

“Muchas veces escuchamos a individuos que exclaman: ´¡Eso no me lo merezco!´. Siempre me ha parecido extraña esa expresión. Pienso, por el contrario, que cada uno, en lo fundamental, salvo en situaciones fortuitas que a través del aprendizaje tenemos la posibilidad de regular, cada uno, digo, suele tener lo que se merece. No pongo en discusión que no siempre tenemos la capacidad de impedir que sucedan determinados eventos. Pero ése no es el punto. Los seres humanos tenemos capacidad de anticipar lo que puede suceder – y por tanto de prevenir que determinados sucesos nos afecten- y tenemos también que intervenir en la manera en cómo las cosas nos afectan. Ello es más que suficiente para evitar que los sucesos que no controlamos – que sin duda son muchos – comprometan nuestro sentido de vida.” Rafael Echeverría: Actos de Lenguaje, pág. 16. (*)

La situación planteada era muy clara: participaríamos en un acto por el “Día de la mujer” –que para los organizadores se mezclaba, además, con el “Día de la Madre” –, dentro de un conjunto de actividades programadas por el Centro Comunal. El entorno era el que se complicaba porque se había concretado la realización de dos actividades conjuntas, para el mismo día y a la misma hora, entre dos bandos antagónicos. En la cancha deportiva, un partido de football y en el otro espacio, el acto cultural en el cual participaríamos. El mismo, según nos informaron al llegar, se iniciaba con un acto protocolar, con el Himno Nacional, como corresponde; unos poemas recitados por niños, dedicados a las madres y a la mujer; unas tres danzas folklóricas, con cantos; la presentación de dos humoristas; nuestra presentación de “Cuentacuentos”; una coral, integrada por personas de la zona y, para el cierre, estaba previsto la entrega de diplomas de agradecimiento y un pequeño presente, a cada una de las damas asistentes.
Nuestros temores, los que comenzaron a asomar al subir al rústico que nos acercó al lugar, a partir de cada momento de acto, se acrecentaron. La pelota del partido de football golpeaba constantemente en las ventanas que daban hacia la cancha deportiva. El único micrófono de mano, que fue utilizado por todos, tenía un cable que era lo suficientemente largo como para darnos movilidad en el espacio. Pero, su sonoridad no era muy buena. Y, por los ruidos externos, no se podía narrar sin él. Así, mal se escucharon los anuncios del presentador, los poemas presentados por los niños, las canciones a viva voz en las danzas, dos venezolanas, una cubana.
Nuestro temor creció aún más ante la presentación anterior a la nuestra. Los humoristas eran dos echadores de chistes. Uno cubano, residenciado en la zona desde hace un par de años, según sus propias palabras, con su esposa venezolana presente entre las mujeres que asistieron a la actividad. El otro, fue presentado por el humorista como un venezolano, andino, para más dato. No entendimos si lo hizo por un gesto de humor, porque estaba naturalizado desde esas tierras o porque había vivido unos años en Cuba. Su acento, parecía tan de la isla como lo era el del anterior. Es importante señalar que este humorista interactuaba con su compañero y apareció portando un micrófono head-set, los de bolita, sostenido a la cabeza con un cintillo. Dentro de lo previsto, sus chistes no dejaron de ser de subido color, escatológicos y antinorteamericano. Aunque nos señaló que bajaría su tono por los niños presentes. Eso sí, dichos con toda “la chispa caribeña” de ambos. Sobre todo en el cierre “rapeado” y paródico de varias canciones y cantantes “gringos”, argentinos, venezolanos y cubanos. Fue un fragmento musical donde reaparece el primer humorista disfrazado de mujer para mostrar un diálogo entre “ella” y su esposo, por supuesto, alcohólico. El número fue muy festejado por el público asistente. Que quedó muy arriba. Como quedó nuestro temor, convertido ahora en miedo, cuando fuimos anunciados. O bailábamos o bailábamos. El reto era hacerlo escuchando, no sólo oyendo. Hacia arriba, y hacia adelante.

“Nuestra principal herramienta para evitar convertirnos en una víctima de la vida es nuestra propia capacidad de intervención. Y podemos intervenir no sólo en nuestro entorno, sino en nosotros mismos. Esto último da cuenta del poder más importante que poseemos. Los seres humanos participamos con los dioses en el acto sagrado de nuestra propia creación. Tenemos el poder no sólo de conocernos, sino de inventarnos a nosotros mismos. Cada uno, nos dice Friedrich Nietzsche, debiera desarrollar la capacidad de hacer de sí mismo su obra de arte. Los seres humanos son artistas que se crean a sí mismos. Lo sepan o no, sus vidas remiten a ellos mismos. Pero para hacerlo, para asumir esta responsabilidad que la vida nos impone, es preciso aprender primero a conocerse.” (Rafael Echeverría: Actos de Lenguaje, pág. 16) *

Fuimos anunciados por nuestros nombres. No se citó ni lo que hacíamos, ni el nombre de la agrupación, ni la institución que representábamos. Pero, por el entorno en el cual estábamos, por nuestro miedo ante las situaciones creadas y por desconocer lo que pudiera sucedernos ante ese reto asumido, aquello nos pareció una enorme tabla salvadora en el mar que podría ahogarnos como narradores orales.
“La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear. Porque ves allí, amigo Sancho Panza…”, pasó por mi cabeza. Y, de verdad, verdad sentí que era una quijotada lo que se iba a acometer en aquel momento. Máxime por el compañero que me acompañaba en esta lid (**).
Me lancé a conversar sobre lo ya presentado y, como ya habíamos establecido, con “Miedo”, el maravilloso cuento de Graciela Cabal, encantador de todo tipo de públicos. Los cuentos narrados a partir de ahí fueron los oportunos. Habíamos elegido desde el corazón, como se tienen que hacer las cosas, al decir de mi abuelita vasca. Frase que conocí, dicho sea de paso, repetida siempre por mi madre. Mucho antes de una muy similar de Francisco Garzón Céspedes.
Y jugábamos improvisando por todo el espacio y en el intercambio del tal mencionado único micrófono de mano que nos fue brindado. Escuchamos, más que oímos. Y la transparencia en el oficio permitió que nos salváramos. Por eso, luego de despedirnos y antes de salir del espacio, dije al público: “– Gracias por permitirme no sentir miedo”. Los aplausos aumentaron mucho más.
Las palabras y saludos que nos brindaron después fueron divertidos, sabrosos.
Cuando regresábamos a nuestra casa, al analizar lo sucedido. Le recordé al compañero un fragmento de la película de Benigni “El tigre y la nieve”. En él, el personaje les narra un cuento a sus hijas que han gritado asustadas por la aparición de un murciélago. Y reconoce que, al no ser escuchado ni creído por su madre, al narrarle el encuentro con un pajarito que se posó en su hombro, cuando era un niño que paseaba por un bosque: “– Era yo que no supe contarlo bien, hacerle sentir la emoción que había probado”. Y remata su diálogo señalando: “– Si las palabras no son justas, nada puede ser justo”.
(*) Citas tomadas del libro de Rafael Echeverría ACTOS DE LENGUAJE VOLUMEN I: LA ESCUCHA, GRANICA: Juan Carlos Sáez Editor, Buenos Aires, Argentina, 2008.
(**) Tiago De Jesús García, en nuestras presentaciones del espectáculo “Cuentos de Don Quijote y Sancho”, donde nos apoyamos en algunos recursos tomados del teatro siempre sugiere, y hasta representa en el diálogo de la aventura de los molinos de viento, al famoso personaje cervantino.
(***) Recomendamos ver el fragmento citado en YouTube: Benigni, El tigre y la nieve:
http://www.youtube.com/watch?v=UMysyEPJoDw

viernes, 19 de marzo de 2010

Cuentos para narrar: Cuatro cuentos mínimos sobre temas conocidos


Imagen tomada del facebook de Stella Artemis

Tierra antes de la Tierra

Dicen que hace mucho, muchísimo tiempo,
tanto que es seguro que no hay uno que lo recuerde,
hubo un huevo que parecía no tener vida.
Dicen que era pequeño. Tan chiquitito que cabía en la cajita de fósforos del bolsillo de la chaqueta del Primer Hacedor.
Dicen, también, que en un descuido se salió de allí.
Vaya uno a saber cómo.
Lo que sí se sabe es que, a causa de ello, pasó lo que todos sabemos.

El origen del aire

Un desconocido subió acompañado de los Hacedores de Fuego,
de Lluvias y de Flores a la montaña más alta que encontraron.
Desde allí, comenzaron a arrojar a unos seres recién creados
hacia las distintas direcciones del mundo conocido.
Todo se llenaba de sonidos, movimientos, colores y silencios
en tanto los nuevos seres tomaban vida sin caer, volando.
Así – dicen los abuelos de nuestros abuelos – fue como nació el aire:
creado por el maravilloso e imprevisible Hacedor de Pájaros.

La pulga en la oreja

– ¿Mire, usted cómo ha quedado? ¿No le decía yo que era peligroso?
¿Qué no tenía que seguirle el juego a ése, su amo?
¿Qué no siempre a los locos hay que dejarlos correr,
por dónde echan la carrera?
¿Qué los treinta o cuarenta molinos de los campos de Montiel,
son lo que son, no lo que a él le parecían?
¿De qué se queja?: Siempre será un pobre rocín, antes y ahora.
¡Menos mal que, como pulga, sólo me quedé escondida en su oreja!


Sueño sin Alicia ni reina

Un viento suave giraba, como todo gira.
Traía las hojas secas, las abejas, los vilanos.
Al pie del árbol, dormitaba, niño.
Se me acercó el conejo blanco, el conocido.
Vestía su elegante traje inglés, su sombrero de copa.
Cargaba sus guantes blancos, su leontina.
Pero esta vez no llevaba prisa.
¿Qué pasó con Alicia? ¿Con la Reina?... No lo sabemos…
El conejo se sentó a mi lado: ¡A contarme un cuento!

Cuatro cuentos breves de Armando Quintero Laplume.

Temas de narración oral: Recursos escénicos


Imagen tomada del facebok de Stella Artemis

Decía Stanislavski con respecto a los actores: “en nuestro idioma entender significa sentir”. Y a eso apunto, a contar lo que entendí con respecto a mis experiencias.
Entre la narración y el teatro hay una línea muy delgada y sumamente interesante.
Por eso los recursos escénicos, son un aporte fundamental a la formación de un narrador que siempre, en alguno de sus poros, tiene un actor escondido.
La herramienta principal que tenemos somos nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros sentimientos. Sin ellos tres funcionando en conjunto, es imposible que podamos transmitir algo hacia el público.
El estado de ánimo personal en ciertas situaciones es una gran barrera. Por eso, Stanislavsky investigó mucho para encontrar esto llamado “estado de ánimo creador”.
El estado de ánimo creador consiste en lograr una atmósfera para llegar a la inspiración.
Uno de los puntos más importantes para tener en cuenta es “la completa libertad del cuerpo y de un total relajamiento de los músculos”. Para eso, necesitamos generar una rutina: caminatas, desarticulación, elongación, dejar “la calle” fuera de nuestro espacio artístico utilizando música apropiada, dejándonos llevar por ella sin pensar en lo que estábamos haciendo.
Relajación y concentración son dos palabras fundamentales para llegar al estado de ánimo creador. Pero no solo ellas son piezas claves: los cinco sentidos también juegan un papel muy importante.
La mirada, tanto en la actuación, como en el arte de narrar, cumple un rol fundamental y tiene que ver sobre todo con la conexión, con transmitir sin palabras, hablar con el alma.
Stanislavsky pensaba que “ningún papel puede ser verdaderamente logrado si el actor no cree en él”. Cuando uno no cree en lo que está diciendo, no transmite. Uno debe “hacer carne” el texto, sentirlo, vivirlo, jugarlo, “utilizar la verdad del impulso creador interno” para no convertirnos en “farsantes” o “imitadores”.
Hay que creer en lo que uno hace. Sumergirse en la realidad propia y en la del entorno. Este es el “si” creador, disparador indiscutido que camina de la mano de la imaginación a la que constantemente debemos liberar. Es que la imaginación, junto con el juego, es una de las bases principales de la creatividad.

Sin un entrenamiento, sin un hábito, no podemos conseguir prepararnos, inspirarnos para crear. Ser actor, narrador o cualquier labor relacionada con el arte implica esfuerzo por parte de la persona. Y ese esfuerzo se resume en una sola palabra: trabajo.

Texto tomado del Blog de Geraldine Ricau
Publicado el martes 14 de julio de 2009
http://narracionoralescenica.blogspot.com/


"Entre los africanos, cuando un narrador llega al final de un cuento, pone su palma en el suelo y dice: aquí dejo mi historia para que otro se la lleve.
Cada final es un comienzo, una historia que nace otra vez...
Así se abrazan quién habla y quién escucha, en un juego que siempre recomienza y que tiene como principio conductor, el deseo de encontrarnos alguna vez completos en las palabras que leemos o escribimos, encontrar eso que somos y que con palabras se construye."
María Teresa Andruetto

"Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma" George Bernard Shaw

Las citas anteriores fueron tomadas del blog de Geraldine Ricau:
http://narracionoralescenica.blogspot.com/

martes, 2 de marzo de 2010

Anotaciones de un librero: ¿Es toda nuestra vida, entonces, sólo un sueño? (*)


Tomado del albun de fotos e ilustraciones que J. M. realizó para acompañar la nota.

Hoy en FACEBOOK aparece esta nota del librero Javier Marichal. Hace un par de días conversamos con él sobre el tema y las locas ocurrencias de algunos especialistas en la obra del reverendo Mister Dodgson (a) Lewis Carrol. Comentamos, también, sobre varios de los aportes que sobre Alicia, Dodgson y la nueva película de Tim Burton venía realizando otro librero, Roger Michelena.

“En la inclinación de Lewis Carroll por la niñita impúber no está su genio.”… “Su enseñanza de profesor tampoco tiene nada que haga saltar los tapones: en plena época de renacimiento de la lógica y de inauguración de la forma matemática que de allí en más tomó, Lewis Carroll, por divertidos que sean sus ejercicios, queda a las rastras de Aristóteles. Pero es del conjuro de las dos posiciones de donde surge ese objeto maravilloso, sin descifrar aún y por siempre deslumbrante: su obra.” Homenaje a Lewis Carroll Jaques Lacan (**)


El hombre que amaba a las niñas despertó soñando, luego de un mítico paseo en bote. Y escribió su más larga carta de amor.

Con su arte supo tejer sutiles puentes sobre los abismos que protegen a los mortales de la ominosa belleza de las Ninfas (sobre “nymphóleptos”, el delicioso y erudito ensayo de Roberto Calasso “La locura que viene de las ninfas” en el libro del mismo nombre), tras “un cierto estado fugitivo, transitorio, este breve instante del alba que despunta entre el día y la noche” en palabras de Brassaï. Fue y regreso, no sin pagar el precio por el deseo que no puede nombrarse (Mrs Grundy acecha no solo detrás de la portería: http://www.isabelmonzon.com.ar/alicia.htm )

La trama de significados en un relato tan complejo y poderoso ha tentado a múltiples disciplinas: la literatura, la filosofía y el arte, desde la lógica, el psicoanálisis, la filosofía del lenguaje, la ilustración o la fotografía han explorado sus enigmas, iluminando o perdiendo el rumbo de esta historia a contrapelo de la ideología dominante sobre lo infantil, antecedente espiritual en la mejor literatura contemporánea (Dahl y compañía) de rabiosas y jocosas críticas a la hipocresía y el didactismo, tan victorianos hoy como ayer.

Grandes nombres han confesado su herencia: el Joyce del Finnegan’s Wake, Borges, Gilles Deleuze en Lógica del sentido, Leopoldo María Panero (traductor de La caza del Snack), el maestro checo del stop-motion Jan Svankmajer o Salvador Dalí.

Desde el primoroso modernismo catalán de Lola Anglada al gothic lolita de Brown, esta es una selección de la amplia imaginería sobre el universo carrolliano, sin otra pretensión que dar cuenta de artistas cuya obra, por una u otra razón, me han seducido. He incluido sólo una imagen por autor, sin considerar estilos o técnicas, fechas o lugar. Espero lo disfruten.

El sueño cobró valor icónico inmediato y de Tenniel a Iassen Ghiuselev aún nos acompaña.

JM

(*) De la piedra dedicada a Carroll en el Rincón de los Poetas, Abadia de Westminster, Londres
Lugar: Alice's Adventures in Imageland
(**) Para ver el texto de Lacan haga clic sobre el enlace:
http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2008/07/jacques-lacan-homenaje-lewis-caroll.html

Fuente: facebook, 2 de marzo del 2010 http://www.facebook.com/home.php?#!/album.php?aid=11616&id=1770421286&ref=nf

viernes, 26 de febrero de 2010

SILENCIO DE VOCES



Cómo escribir cuando la casa de las palabras
es una edificación minada con centinelas
que cuidan sigilosamente que de ella
no salgan volando por las ventanas suspiros
de amor ni canciones de cuna


Cómo escribir en gerundio si todo está dicho
para que hasta el futuro se conjugue en pasado


Cómo traspasar las fronteras del otro que dejó
hace milenios de hablarnos un lenguaje de agua
y de cerezos


Cómo irrumpir en la palabra estacionada
para que recobre su condición de cántaro
su resonancia de cuerdas que se desbordan
de los maderos hasta volverse centellas


Cómo girar las esdrújulas para que recobren
la gravedad de su decir rebelde y reconciliar
los subjuntivos con el hacer incondicional
de una libertad que no concede tregua


Tal vez sea mejor un silencio de voces
un concierto para cuerdas mudas
una sonata para flautas a las que les han
extraído toda respiración
un solo de clarinete sin melancolias


Un manifiesto que escrito en el desatino
de los murmullos contenidos riegue
por el planeta este miserere de tristeza


Una juglaría que acalle al fin todos los ruidos
de metralla y la risa fatua de los ejecutores
de una palabra vacía que se dobla sobre sí misma
para ocultar su civilizada barbarie de
intemperancias y odios recrudecidos


Un crescendo de jilgueros que no cese
hasta que regrese estampada
en el amanecer de todos los amaneceres
una palabra de amor que certifique al fin
el advenimiento de un hombre
inmensamente humano

Poema de Mery Sananes, tomado del blog embustería http://www.embusteria.blogspot.com/

jueves, 25 de febrero de 2010

Tema para conversar: Temas recurrentes en la literatura infantil latinoamericana


Kassunguilà Ilustración de Monique Zepeda. Los especiales de A la orilla del viento. México D.F.: Fondo de Cultura Económica

Un artículo de Monique Zepeda.

La realidad social, nuestro contexto, se nos cuela por todos lados: en los modos de hablar, en el timbre, en el tono, en los gestos, en los modos de caminar, en el cantado del idioma. También se cuela entre las líneas, más que en los temas o los tópicos, en la elección de las palabras, en el ritmo, en el aire con el que arrancamos una frase.

Entre los temas, desde luego, encontramos las tradiciones, los costumbrismos, el contexto urbano, rural o indígena. Nos topamos con las creencias, compartidas o no, con los usos y costumbres, pero ocurre que entre los contextos, entre las letras específicas de una cultura, también se cuela lo universal.

Y el abandono, el desencuentro, la soledad, la ración de victoria y triunfo logran viajar entre los modos del castellano, entre las formas de la tinta con la que cada quien canta su idioma.

Así entre la sierra Tarahumara (al norte de México) y la selva lacandona (al sur, en el corazón de Chiapas), los temas encarnan en unos personajes que cuentan sus costumbres pero nos las cuentan entramadas en la búsqueda del amor, en la mirada hacia el mundo adulto –ese ser que es de otro planeta por mucha realidad latinoamericana, europea o global que medie…

Decía entonces, que la mirada al mundo adulto, es uno de los temas fundamentales en la literatura para niños y jóvenes; y también las pérdidas, las grandes pérdidas que duelen en el mismo lugar, incomprensible lugar, por más que en algunos de nuestros contextos se haga una fiesta de muertos donde se canta y se come sobre las tumbas.

La realidad se nos cuela entre las manos y también la universalidad de lo humano, el gozo, el miedo, la sensación de pertenencia o de exclusión, esos temas que independientemente del modo del idioma nos reflejan a todos.

Y como ocurre en lo literario, hay espacio para todos nosotros, independientemente de nuestros contextos y sus variantes, o a pesar de ellos, o como decimos en México, cabemos con todo y todo.

A los escritores, a los ilustradores, la realidad se nos mete por los ojos, en la sangre, en el corazón. México tiene una variedad enorme de realidades indígenas, cada una con sus lenguas y sus variantes, con sus riquezas, su concepción del cosmos, creando un prisma multicultural que sobrevive a pesar de la globalización.

Los niños indígenas serán marginados, pero nunca son invisibles. La pobreza urbana se multiplica de manera que no nos deja escapatoria, y en todo caso la poesía cumple con su función conciliadora y nos permite hacer versos aun cuando la mirada del hambre nos persiga, allá, en nuestros bienestares literarios.

La literatura, si es que logra educar, es porque no fue esa su primera intención: la primera intención es siempre contar, contar con la urgencia de lo que no se puede tener más tiempo en silencio.

"No hay pena que resista una hora de buena lectura", dijo alguno de los grandes escritores franceses, quien, quizás, no haya tenido penas muy agudas. De lo que no cabe duda, es de que el libro es un compañero privilegiado en los momentos más rigurosos de la vida. Se convierte en un habitáculo, en un refugio donde las palabras nos mecen, o nos hablan de algo que reconocemos, o nos confortan, o nos sacuden.

La literatura, frente a los rigores de un contexto de limitaciones, de rigores, de exclusión, puede convertirse en la posibilidad de encontrarle sentido a la vida, en un espacio inviolable donde recuperar la dignidad, es un espejo donde recomponer la imagen de uno mismo. Muchos autores testimonian esto. Muchos de nosotros –afortunados– compartimos esta experiencia.

La literatura posee espacios y resquicios, ahí, en la trama aparecen fragmentos de nuestra historia, o de nuestros anhelos, o de alguna memoria enterrada. Ahí, en el relato, se asoman personajes que parecen saber mucho de nuestros deseos más secretos. En ocasiones saben más que nosotros mismos. Las imágenes literarias admiten múltiples lecturas y nos abren los brazos para que quepamos con todo nuestro contexto social y nuestro bagaje emocional. Frente a la página, no debemos cuidar la "figura", no debemos guardar compostura, nos encontramos en un estado de incondicionalidad, de intimidad, de interioridad muy amplia. Las metáforas nos suavizan las peores noticias acerca de nuestros temibles afectos. Nos acercan a un espejo que nos aclara las distorsiones que nos empeñamos en esconder. Nos probamos el traje de la víctima, del villano, del abandonado, del audaz, del desalmado y del héroe. Regresamos a nuestra realidad habiéndonos probado la piel de otros, reencontrándonos, con la firme sensación de leernos mejor. La literatura nos acerca a un universo de palabras que configuran la gama de emociones y experiencias humanas donde, sin duda, hemos de reconocernos.

Al abrir un libro corremos el riesgo de ser conmovidos, sacudidos, o de ver cómo nuestras creencias se resquebrajan. Nuestros prejuicios pueden sufrir fuertes golpes, pueden incluso desmoronarse dejándonos desnudos frente a verdades que pasamos media vida negando. Leer puede descubrirnos rincones oscuros en un escenario que creíamos totalmente iluminado. Puede cambiar nuestro modo de relacionarnos con el mundo, con los otros, con el propio contexto porque nos amplía los márgenes de la realidad.
Monique Zepeda, escritora e ilustradora mexicana. Psicóloga clínica especializada en niños. Su bibliografía incluye obras como El cuaderno de Pancha (Premio El barco de vapor 2000), Sentido contrario en la selva (Premio El barco de vapor 2004), Marita no sabe dibujar, Tigre callado escribe poesía y Kassunguilà. El texto que publicamos fue leído en la mesa redonda "Los temas de la literatura infantil y juvenil latinoamericana", como parte de las Primeras Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil Latinoamericana, evento realizado en Barcelona, España, los días 26 al 28 de mayo de 2009, por Casa Amèrica Catalunya.
para leer otros artículos haga clic aquí

Artículo tomado de la Revista Cuatrogatos / Miami, Florida, Estados Unidos http://www.cuatrogatos.org/articulomoniquezepeda.html

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuentos para narrar: El dragón que soñó que se quemaba y otros cuentos breves


Tomado del blog de la ilustradora Sabrina Dieghi http://sabrina-dieghi.blogspot.com/2009/06/animales-magicos-el-dragon.html


El dragón que soñó que se quemaba

Un dragón soñó que se quemaba.
Cuando despertó, le tenía miedo al fuego.
Pero también pensó:
– “Un sueño no es otra cosa que un sueño. Un sueño no es la realidad, es imaginación. La imaginación puede ser una fábula. Y una fábula puede ser una mentira. ¿Cómo puedo tenerle miedo a una mentira? ¡No puede ser!: es tenerle miedo al miedo”.
Entonces, el dragón se llenó de todo el fuego que llevaba dentro y… ¡fuáf!, quemó ese sueño.

La joven y el unicornio

– ¡No puede ser! – dijo, a toda voz, la joven.
Ante ella estaba parado un bellísimo unicornio azul con alas que la miraba, invitándola a montarse sobre su lomo.
Cuando intentó hacerlo, ya recuperada de la sorpresa inicial, el unicornio había desaparecido.
Es que los seres como él son muy sensibles: si alguien supone que no pueden ser, sencillamente, no son.

Así, sin pensarlo más

– Ni que estuviera loco, ¿qué lograría con sólo aprovechar la mitad de un pescado por más fresco y sabroso que se vea? Además, conozco cómo corren los rumores por mi aldea, ¿quién me asegura que no sería acusado, al menos de asesinato, cuando aparezca flotando la otra mitad? – se dijo el joven pescador siciliano que, sin pensarlo dos veces, devolvió a las aguas del mar a la pequeña sirena que, entre peces, encontró en su red.

Protesta

– ¿Por qué a este Príncipe no se le ocurrió otra cosa que darme un beso para que despertara – protestaba, muy molesta, Bella Durmiente del Bosque, luego de los cien años que permaneció en su hechizo -. Además, ¡cuándo estaba soñando tan bonito!
– Y, ¿por qué no? – se preguntaba para sí, con maléfica sonrisa, el Hada que lo había creado -. Mi venganza se completaría, si todos creyesen que este cuento tiene un final feliz.


Descargando responsabilidades

– ¡Yo no soy culpable! – aseguró la reina ante el tribunal que la juzgaba por el crimen de Blancanieves – ¡Los responsables fueron los enanos! Ellos fumigaron los manzanos y no le avisaron a ninguno de sus vecinos.


Tomado del libro Sucedidos de Armando Quintero Laplume

“El cuento revitaliza lo mejor del hombre”


Profesor, ilustrador, poeta y escritor de literatura infantil, Armando Quintero narra cuentos desde hace más de treinta años. Para él, sumergirse en las letras fue un destino ineludible: su madre, una entusiasta oyente de historias, se sentaba durante su embarazo a escuchar las anécdotas y vivencias de los campesinos, en su Uruguay natal.
“Viví una infancia colmada de poemas y relatos: desde antes de nacer ya tenía esa cercanía”. Quintero recuerda que aprendió a leer con textos de Federico García Lorca y Pablo Neruda y a los ocho años adoptó como abuelos a una pareja de ancianos que relataba leyendas y fábulas sobre la luna y las estrellas. A esa edad escribió su primer poema y desde los 12 años hizo de la escritura parte de su rutina. Al terminar el bachillerato estaba seguro de que no sería médico ni militar, como deseaba su padre. “Él me dijo que tenía que estudiar una ‘carrera de porvenir’, y yo decidí que sería ‘contador público’. Y no le mentí, eso es lo que soy”. Graduado como profesor en literatura, la represión del régimen dictatorial uruguayo lo obligó a emigrar junto a su esposa e hija mayor: llegó a Caracas en 1978 y se unió a algunos grupos de cuentacuentos que recorrían el país relatando historias en parques y plazas. Fundó los grupos Cuentos de la Vaca Azul (1987) y Narracuentos UCAB (1991), y con ellos viajó por Venezuela y participó en festivales internacionales de narración oral en México, Cuba, España, Colombia, Argentina y Uruguay. Desde septiembre del año 2009 coordina la Red Internacional de Cuentacuentos.

Narra para todo aquel que desee escucharlo, aunque confiesa su predilección por los niños, porque son “espontáneos, libres, sin poses frente a la realidad”. Le gusta reencontrarse con el ser humano a partir de la palabra. Para Quintero, contar cuentos es su forma de decirle al otro que está con él, que no le es extraño. Asegura que un cuentacuentos puede hacer suyo cualquier espacio, sobre todo en momentos como los que vive Venezuela, cuando se necesita “descansar de las confrontaciones y el separatismo”. Su experiencia le dice que el cuento revitaliza lo mejor del hombre.

Tomado de la revista +salud de Locatel, N° 33 enero-febrero 2010.

jueves, 28 de enero de 2010

Temas de Narración Oral: Seleccionar cuentos a conciencia



















Ilustración tomada de http://piracantodf.blogspot.com/


“Por el fruto conoceréis el árbol”...

Esas palabras tantas veces repetidas por la abuela, nos vienen a la memoria cuando leemos u oímos cuentos que percibimos para narrar oralmente, cuentos que sentimos como nuestros, o que los hacemos nuestros al recrearlos desde nosotros mismos.

Diversas – múltiples y multiplicadoras- son las fuentes de oralidad: desde los cuentos que han venido afirmándose de tiempos inmemoriales, pasando de bocas a oídos y viceversa, hasta los cuentos que los hacedores particulares de los mismos han afianzado en el campo específico de la literatura, o fueron afianzados por quienes los tradujeron o transcribieron – desde “Las mil y una noche”, a “El Decamerón” y a “Los Cuentos de Canterbury”, pasando por Poe, Kipling y Maupassant, hasta Quiroga, Cortázar, Jairo Aníbal Niño y Ednodio Quintero- sin olvidarnos de los relatos que los propios narradores orales crean desde su antiguo y revitalizado oficio de la palabra viva.

En este mundo de la informática y de los videocasetes, donde hemos “literalizado” la oralidad y “oralizado” la literatura, siempre podemos realizar nuestra antología personal de cuentistas que, por supuesto, no dejará de ser nuestra propia “antojología”. A nuestra medida. Y a nuestra verdad. Para ella les propongo ciertos autores, cuya nominación parte de las experiencias coparticipadas con diversos narradores y diferentes públicos: son textos “encontrados” al narrar a niños, jóvenes y adultos.

Hallamos relatos “narrables” entre los venezolanos Aquiles Nazoa, Julio y Salvador Garmendia, Oscar Guaramato, Luis Brito García, Laura Antillano, Pedro Emilio Coll, Denzil Romero, Guillermo Meneses, José Balza, Rafael Rivero Oramas, Orlando Araujo y, el ya nombrado, Ednodio Quintero. Entre los latinoamericanos Julio Cortázar, Onelio Jorge Cardoso, Samuel Feijoó, Ema Wolf, Beatriz Ferro, Elsa Isabel Bornemann, Luis Luksic, Jairo Aníbal Niño, Eliseo Diego, Graciela Cabal, Laura Devetach, Graciela Montes, Jorge Luis Borges, Juan José Morosoli, Francisco Espínola, Eduardo Galeano, Virgilio Piñera, Mario Benedetti, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Javier Villafañe, Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez, Felisberto Hernández y Alejo Carpentier. Entre los otros “americanos”: Herman Melville, Ambroce Bierce, Ernest Hemingway y Ray Bradbury. Entre autores de otras partes del mundo como Franz Kafka, León Tolstoi, Antón Chejov, Patricia Highsmith, Rafix Schami, Salin Alafenisch, Roberto Piumini, Italo Calvino, Gianni Rodari, Leo Lionni, Fernando Alonso, Asís Guillén, Isaac Bashevis Singer y Margarita Yourcenar, Jürg Schubiger. Como también, en antologías de “Cuentos Tradicionales” o “Cuentos Folklóricos” españoles, franceses, rusos, alemanes, italianos, latinoamericanos, venezolanos...o las realizadas por etnólogos o estudiosos de cuentos cosacos, gitanos, esquimales, africanos o de grupos aborígenes de Nuestra América, y de la otra... Como ven, siempre hay buenos árboles donde cobijarnos. Pero, por ellos y por todos, solo nos resta sostener una amorosa relación con cada uno de los textos que asumamos para narrar: tanto por su buena sombra como, fundamentalmente, para que siempre nos tengan que valorar sus mejores frutos.


Apunte IX

Tenemos que aprender a visitar los cuentos. Acudir a ellos con todos los sentidos, con todos los sentimientos, con todos los conceptos. Abiertos: dispuestos a ser para, desde y con ellos.
Como quien entra a la casa de un amigo, a la casa de la persona a la cual admira, a un templo. Queriéndolo sin decirlo, abrazándolo sin tocarlo. Celebrando con él la voz humana. Porque, como asevera Eduardo Galeano:...”Todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada” ¡Y los cuentos nos dicen, los autores de los mismos – conocidos o no- nos dicen, nosotros decimos y quienes coparticipan con nosotros, en el acto artístico de la palabra que se dice, también!

Nota Sería conveniente que se leyera el texto completo de donde se tomó la cita de Eduardo Galeano, página 11 de “El libro de los abrazos”. No sólo por este apunte, sino por lo que brinda para comprender, y aprehender, sobre comunicación. El mismo es utilizado, a tales fines, en el Taller Básico de Narración Oral Escénica que dictan, a nivel nacional e internacional, los “Cuentos de la Vaca Azul”.

Texto de Armando Quintero tomado de ¿Quieres contar cuentos?http://www.analitica.com/media/3183637.pdf

miércoles, 27 de enero de 2010

Tema para conversar: La narración oral escénica en la promoción de la lectura



















Cartel de la Feria del libro de Bogotá


Casi a todas las personas a las que les interesa la promoción de la lectura, piensan en primer lugar en enfocarse a los libros como únicas herramientas para llevar a cabo dicha labor. Sin embargo, existen muchas más opciones para tal efecto; una de ellas y quizá la menos conocida y practicada es la narración oral escénica. ¿Cómo ayuda la narración oral escénica en la promoción de la lectura?

En principio, teniendo en cuenta que la lectura en voz alta es un acto de comunicación donde existe un emisor y uno o varios receptores, pero es pasivo y la narración oral escénica ofrece ese mismo acto de comunicación de forma activa, ya que emisor y receptores conviven no sólo hablando, si no también involucrando todos los sentidos. Según la teoría de la recepción, esto se debe a que se establece un intercambio de comunicación que permite socializar, extender el universo de conocimiento hacía una diferente versión del mundo y lo que la rodea; también establece un tránsito creador entre el autor, el texto o cuento, el lector o el escucha y esté último se convierte en co-creador; además de que establece lo más importante: total libertad y ajuste de los sentidos, que implica tener los referentes como experiencia y conocimiento general.

Al involucrar todos los sentidos sin perder sus poderes se convierten en servidores de la imaginación y permiten que el escucha, oiga lo inaudito y vea lo imperceptible. Los sentidos son y no son de este mundo; ahí es dónde la literatura crea un puente entre el ver y el creer. El lector, al poner en atención todos sus sentidos, se convierte en un destinatario, contestatario que acepta o rechaza. Es co-productor, genera su propio discurso. En este sentido lo artístico es el texto mismo y lo estético es la realización que el lector hace de él.

La teoría de la recepción es una nueva estética en la cual el autor, la obra y el lector entran en una relación dinámica. Para apreciarla es necesario reconocer la carga emocional significativa de la lectura. La narración oral escénica según Francisco Garzón Céspedes es “la realidad recreada fuera del espejo…”, “…un acto creador…”,”…es parte del arte escénico…”; así pues, al narrar se hace un descubrimiento, una recreación, se genera una motivación y una profundización de esa otra necesidad de encantamiento y aprendizaje que es la lectura.

En la narración oral escénica se pueden identificar tres personajes; el narrador, que tiene que tener una motivación interna que lo lleve a la urgencia de contar; el público o circunstancia, que tiene que ver con la edad, el lugar, la fiesta o el motivo de la reunión; el cuento, que se relaciona con la personalidad del narrador, el cual crea su propia estructura del cuento. Esta estructura se compone principalmente de un comienzo o anzuelo, para atrapar al público y llamar su atención, esto se puede realizar a base de sonidos, movimientos, ritmos o de una forma clásica (Había una vez…) o combinar varios de ellos; el desarrollo es la parte fundamental en la que el narrador puede omitir, ampliar o alterar el cuento de modo que se adapte a su asociación y construcción mental del mismo, es importante señalar que en el desarrollo debe haber un nudo o conflicto, una cadena de sucesos y un climax, para poder mantener la atención de los receptores y que al omitir, ampliar o alterar el cuento debemos de dejar en él las partes y/o frases esenciales y cruciales de la historia original que nos puedan ayudar en la cadena de sucesos; porque la narración oral no es un cuentito, no es una dramatización teatral; es el tomar la identidad de los personajes, es espontánea, es creativa, tiene un carácter emotivo y gestual.

Para lograr un buena narración, el narrador tiene que tomar en cuenta algunos detalles: la voz, el que los receptores no sepan escuchar, la entonación, los signos de puntuación, la velocidad de narración, la postura y, el sentido y significado del cuento. En la voz, se tiene que tomar en cuenta los rasgos geográficos o ambientales del narrador o su forma natural de hablar debido a su entorno familiar y psicológico, su forma de respirar, su timbre o color de voz y la velocidad.

¿Qué hacer cuando los receptores no saben escuchar?, por lo regular se sabe oír, pero no se sabe escuchar, por eso hay que utilizar el andamiaje corporal a la hora de narrar, eso atrae la atención de los receptores que dejan de oír y ponen atención para saber a qué corresponde cada movimiento o gesto. En cuanto a la postura, se deben adoptar diferentes tipos de lenguaje como el de la mirada, el mímico, el desplazamiento, la proximidad y el tacto, más no es aconsejable abusar de todos ellos o de uno solo, hay que balancearlos.



El arte de la narración oral escénica es un trabajo que requiere experiencia y habilidad, pero no es imposible de lograr y es una herramienta eficaz en el acercamiento a la lectura una vez que se maneja y se practica constantemente. Para lo cual el narrador debe romper la barrera de sus sombras y prejuicios, romper los muros de sus miedos internos; sacándole el máximo provecho a sus limitaciones tanto como a sus habilidades y así dar el paso hacia una “travesía creativa” que puede ayudar a trabajar no sólo en la narración oral, también cualquier proyecto que se tenga en mente.

Tomado del blog Educación y docencia http://educacionydocencia.com/2009/05/01/la-narracion-oral-escenica-en-la-promocion-de-la-lectura/

A Teodoro Petkoff por su editorial EL CUENTACUENTOS










Ilustración tomada de Galería de Mariana Seoane en ilustradores.com


Caracas, 19 de enero de 20010.

Estimado Dr. Teodoro Petkoff:

Con el interés correspondiente, y con una muy seria preocupación, leí su Editorial EL CUENTACUENTOS de ayer lunes 18 de enero del primer mes del año recién iniciado. Máxime por la foto de la persona que ilustra y acompaña la primera página de TalCual. Siempre tan “CLARO Y RASPADO”.
Aclaro que desde sus inicios he sido, soy y seguiré siendo un lector constante de sus editoriales. Y de los “Humor en serio” de Laureano Márquez.
El interés y la preocupación crecieron palabra a palabra con la lectura. Sentí la claridad de lo expuesto en su editorial. Pero, también sentí que su título nos raspa el nombre de un oficio que varias personas ejercemos en el país y, muchos, hemos sabido dignificar.

Al arte de narrar cuentos, que es el oficio más viejo de la tierra (*), lo ejerzo personalmente desde hace más de cuarenta y tres años. Primero como docente en Literatura, luego como exiliado y como padre de familia, hasta llegar a ejercerlo profesionalmente en numerosos Festivales Nacionales e Internacionales, en la fundación y dirección de las agrupaciones de Narración Oral Cuentos de la Vaca Azul y, en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, como docentes en los Seminarios de las Escuelas de Educación y de Letras y como Director de la agrupación Narracuentos UCAB, que es la agrupación de los mal llamados “cuentacuentos” (**) de nuestra prestigiosa casa de estudios.
Le aclaro que mi preocupación se vio acrecentada cuando, al mediodía de ayer, como las casualidades no existen, me entregaron desde Locatel, el número 33 de la revista + salud. La de ahora, de enero del 2010. En su página 13, aparece una nota dedicada a mi trabajo. Ilustrada, además, con una buena y ocurrente foto en la que estoy narrando a un pequeño grupo de niños.
Su antetítulo es: “Armando Quintero, cuentacuentos” . Y, su título: “El cuento revitaliza lo mejor del hombre” que es una parte de una cita textual, tomada de mis palabras por la persona que realizó dicha nota.
Tanto el antetítulo como el título se tornan doblemente preocupantes por comparación. La importancia de esta revista, que quizás sea de un alcance más focalizado que el de su periódico, tengo entendido que es significativa. Como significativo es lo contradictorio que resulta al enfrentarlo con el título de su editorial. Que, sobre todo, nos cuestiona como narradores orales y como las personas que dignamente ejercemos el viejo oficio. ¿No le parece?

Máxime que, desde las cinco de la tarde de ayer, en la voz de algunos de los entrevistados por un programa reconocido y, luego, por los periodistas del canal en el cual usted mismo fue entrevistado, se utilizaron términos como “cuentacuentos”, “puro cuento” y otras menciones descalificadoras. Y me sentí dolorosamente aludido. Noté, y lo destaco, que usted eludió el juego en el que se le quiso meter en un momento. Al menos, tomó un silencio prudencial.

Quienes conocen mi trabajo saben por dónde van mis palabras cuando cuento. Y la coherencia de mis actos en relación con ellas. Eso no me angustia. Pero, no deja de preocuparme que se generalice el vocablo, hecho muy común en el país, y el término “cuentero”, que hubiera sido el correcto, sea cambiado por “cuentacuentos”. Eso sí, sería peligroso. Y, si me lo callo, lo otorgo.

Para finalizar, vaya una breve anécdota personal que creo tiene mucha relación con el tema. Y, hace comprensible el uso que Usted hizo del vocablo.
Hace un par de años, al entrar a mis actividades en la Universidad, en el cafetín que está al culminar la pasarela del metro, se habían reunido un grupo de profesores de posgrado. Uno de ellos me llamó e, inmediatamente, me dijo:
- Te están buscando del gobierno.
No voy a decir que no me preocupó lo de “te buscan” unido a “gobierno”. Tanto usted, como yo, en sus respectivos tiempos y situaciones, lo sabemos.
- ¿A mi? – respondí extrañado - ¿Y, por qué?
- Para que les enseñes a contar cuentos.
- ¡Ah! No, chico - respondí de inmediato – están equivocados. Yo cuento cuentos y, eso, todo el mundo lo sabe. Pero no digo mentiras.

Y, de “eso” me precio. He sabido reunir con precisión ética y estética. Por formación. Gracias a los excelentes educadores que siempre he tenido.
Y no dejaría de indicarle a nadie un error cometido que, como en el caso del docente anterior, se inició al elegir un uso equivocado de una palabra que, en nuestro entorno logró, a esfuerzo y corazón, cierto respeto por su dignidad.
Siento que su editorial nos hará trabajar más para revitalizar y dignificar el mágico oficio que ejercemos. No viene mal. Lamentaremos todo lo que se pueda seguir distorsionando el vocablo. Trabajaremos para que no sea así.
Sin más y esperando de su parte una rectificación de lo expuesto o, al menos, una aclaratoria. Le saluda muy atentamente,

Armando Quintero Laplume
http://cuentosdelavacaazul.blogspot.com/

Notas
(*) “Hace ya bastante tiempo”, un poco en broma y mucho en serio, le dije a un alumno de uno de mis talleres, que discutía con otro, no sé por qué, y le aseveraba que el oficio más viejo de la tierra era la prostitución: - “Tenga cuidado. No se deje convencer por lo que se dice. Para que exista una prostituta, tuvo que existir uno que le contara un cuento y ella se dejara convencer. Es seguro que tuvo que existir un narrador de cuentos”. No estoy convencido que eso sea tan así, y menos que siga siéndolo. No hay manera de comprobarlo. Además, “al menos yo, no estaba ahí para aseverarlo”. Como decía un viejo amigo bromista, el ceramista uruguayo Prof. Tomás Cacheiro, cuando se refería a los inicios de la humanidad en sus clases de Historia del Arte de Magisterio.

(**) Muchas veces hemos señalado nuestras discrepancias sobre el uso del término “cuentacuentos”, que es la palabra que comúnmente nos identifica en Venezuela. Tengo, en mi texto ¿Quieres contar cuentos?, publicado en http://www.analitica.com/media/3183637.pdf , una lista de Algunas definiciones para el oficio que pueden consultarse.

En este blog, puede ver dichas definiciones en el archivo del mes de junio del 2009.


Respuesta de Teodoro Petkoff



paraArmando Quintero Laplume
fecha19 de enero de 2010 19:35
asuntoRE: A Teodoro Petkoff por su editorial EL CUENTACUENTOS



Amigo, no sabe cuanta razón tiene y me apena haber incurrido en ese error. Sabe bien que mi intención no era despectiva sino subrayar la condición de cobero y cuentero, como usted dice, del interfecto. Disculpeme. Saludos cordiales. teodoro


Para ver el editorial de TalCual del 18/01/2010 pulse aquí abajo:

http://www.escondiendolanoticia.com/en/mas.php?%20idnoticia=7500

sábado, 19 de diciembre de 2009

¿Será que se ha llevado a un Tío Conejo al poder o será que es otro el cuento?... (primera parte)











Ilustración: Antonio Villaroel.





¿Será que se ha llevado a un Tío Conejo al poder o será que es otro el cuento? O, ¿cómo es que sigo siendo un venezolano de a pié a pesar de ello y, a mucha honra?

“Sólo sé que no sé nada”. Tal es así que, por regla de vida, ni siquiera estoy seguro de nada. Incluso, de que esta frase la haya dicho Sócrates, como lo asegura Platón y, si mal no recuerdo, algunos dicen que lo reafirma Aristóteles. Y nadie, creo, haya podido saberlo en el transcurso de los siglos y, menos, haya podido tener la seguridad sobre ello. ¿O, sí, y no lo conozco?
Claro que, en el caso personal, la afirmación de esa frase, más que una pesada carga de inestabilidad constante, me ha beneficiado para la búsqueda, el encuentro y hasta de los logros añadidos de muchos conocimientos que nunca pensé asumir. Y, por supuesto, de la superación paulatina de los pocos o muchos temores que esto conlleva.
Creo que eso es lo que un narrador oral y docente como Sócrates, y que nunca nos dejó una línea escrita, siempre lo ha visto como lo mejor. Como creo que, desde su elección de beber la cicuta ante sus alumnos, como nos narra Platón en su famosa “Apología”, el maestro del conocimiento nos sonrió, sonreirá y sonríe eternamente. Y nos brinda una manera de llegar hasta él. Y hasta el conocimiento de cualquier tipo. ¿No les parece?
Y puedo mostrarlo. O, al menos, creo que así será. Como lo leerán aquí.

Ha sucedido que, considerándome un “analfabestia” en el conocimiento de los avatares de la situación que atraviesa nuestro país desde hace varios años y, en especial, en esta década, he logrado, al menos por ahora, llegar a aproximarme al primer peldaño del nivel de educación, al básico como para lograr narrarles una serie de cuentos, más bien vivencias, que giran entorno al tema que me propuse. E, incluso, aceptar el concepto de No País sostenido por Agustín Blanco Muñoz desde hace un tiempo.
¡Ah!, antes de continuar, aclaro, aunque puedo oscurecer, según dicen las lenguas de “mala reputación”, o de la buena, que también las tienen: espero que nadie pueda estar ni siquiera sospechando o crea, al menos, que hay algún tipo de connotación por el uso de la expresión “por ahora”. Ella es de uso común y no tiene que dejar de serlo. Ni por decretos. Constitucionales o no.
Al arte de narrar cuentos, que es el oficio más viejo de la tierra (*), lo ejerzo desde hace cuarenta y tres años. Primero como docente en Literatura, luego como exiliado y como padre, hasta llegar a ejercerlo profesionalmente en numerosos Festivales Nacionales e Internacionales, en la fundación y dirección de agrupaciones de Narración Oral y, en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, como docentes en los Seminarios de las Escuelas de Educación y de Letras y como Director de Narracuentos UCAB, la agrupación de los mal llamados “cuentacuentos” de esa casa de estudios.
Para el trabajo final de su cátedra en el Avanzado de Periodismo, Pino Iturrieta nos propuso una pregunta: ¿Por qué soy venezolano? Y, ante una pregunta así, a uno, como olimareño (**) de origen le provocó responder como lo hacían mis paisanos de Treinta y Tres: “¿Y, por qué no?”.
Por supuesto que me sorprendí ante la pregunta en sí. Como me sorprendí al saber que tenía que reconocerme como hijo de tres madres: la que me dio el ser, la patria donde nací y la que me adoptó y adopté.
Aclaro. Nací en el vientre de una buena familia, pobre pero honesta, en una ciudad del interior, uno de esos “pueblos de campaña” de la República Oriental del Uruguay: Treinta y Tres, capital del departamento del mismo nombre y que está casi rodeada por un pequeño río, el Olimar, que nos da el gentilicio que nos identifica entre todos los uruguayos. Frente a los conocidos y oscuros avatares de la década de los setenta, fuimos aventados hacia estas Tierras de Gracia. O de desgracias, según le oí decir a una señora, muy criollita ella, en estos días. Y, entonces recordé que fue casi por la casualidad que llegamos a Venezuela, como por la causalidad ante las des - gracias de la otra, la tierra de nuestros orígenes. Desde hace unos cuantos años, y según consta legalmente, somos venezolanos por naturalización. Y como dicen por allá, por las patrias del sur: ¡A mucha honra!
De Venezuela poseía una visión especial. Mejor tendría que decir una sonoridad inicial por los recuerdos, frescos aún, en las cálidas referencias de uno de nuestros educadores olimareños: el maestro y compositor Rubén Lena.
Él y su esposa, ambos maestros normalistas, habían participado de los logros socios pedagógicos ejecutados en este país por los años cincuenta por un grueso de educadores sureños. Su entusiasmo era de tal magnitud que no sólo
nos hablaba permanentemente de Venezuela - ¡y hasta nos enseñaba a bailar joropo! - sino que nos hacía escuchar, en los viejos discos de acetato, a Juan Vicente Torrealba y Los Torealberos, a Magdalena Sánchez, Rafael Montaño y las tonadas de Simón Díaz que recién comenzaban a ser algo conocidas.
Las vivencias de Rubén Lena, quizás no exentas de cierta idealización, nos hablaban, y nos reforzaban, la imagen de un venezolano espontáneo, campechano como un simple niño grande; solidario con el extranjero, abierto a ofrecerle lo que necesitara para hacerlo sentir como en su casa; tolerante con el otro aunque no tuviera ideas similares, al punto de que aún al discutir las diferencias, primara la conciliación antes que ellas; nada racista porque, entre sus razones primordiales, reconocía que, genéticamente, es el resultado de múltiples y variadas mezclas desde sus orígenes coloniales; además, de muy limpio y claro proceder, honesto en sus actos, coherente con su palabra empeñada, pacífico y nada violento. Y esa fue la primera percepción sentida.
Silenciados, temerosos por lo vivido en los últimos años antes de llegar a Venezuela, nos asombraba la espontánea, abierta y bulliciosa comunicación de los venezolanos por sus múltiples lenguajes al expresarse. Era como descubrir verdaderos maestros del narrar con gestos y con movimientos, más que con palabras. Era disfrutar a narradores de cuentos con fuertes raíces entroncadas en las culturas africanas y aborígenes. Nos asombraban con sus actitudes de sacarle partido a cualquier situación desagradable y voltearla con alguna expresión, con algún gesto, con alguna humorada. Y con sus saludos matinales al subir al autobús, sus santiguarse al salir al trabajo o ante cualquier tarea que iniciaban. ¡Era una refrescante y constante sensación, no tanto de una simple irresponsabilidad, como de una sutil alegría vital! También, no puedo negarlo, era retornar o, al menos, reencontrarme con el provinciano que llevo dentro.
Una semana antes de la Navidad de 1978 pasamos a vivir al primer apartamento que alquilamos. Habíamos estado, durante tres meses, en casa de unos paisanos que nos cedieron dos habitaciones, una para mi suegra y las dos hijas, pequeñas para ese entonces, y la otra para mi esposa y para mí. Reunidos para los festejos de Nochebuena oímos sonar al intercomunicador:
- ¡Bajen a la fiesta! – se escuchó al atender.
- Gracias, pero no conocemos a nadie y ya estamos festejando con la
familia – dije como respuesta.
- Pero, ¡bajen a la fiesta! – se escuchó de nuevo.
Como cinco veces se repitió el llamado hasta que bajé y me fui directo al salón de fiestas del edificio. No iba molesto pero, eso sí, dispuesto a aclarar lo que suponía era un malentendido.
- ¡Mira, chico! – dijo el Presidente de la Junta de Vecinos al verme, ya
con su mano abierta, extendida para saludarme – Nosotros sabemos que ustedes son una familia recién llegada de Uruguay y, como hoy es el Día de la Familia, los queremos saludar como tales.
Y ese detalle nos abrió puertas y ventanas al corazón de la nueva patria.
Para febrero del 2002, la Casa de Andrés Bello convocó a narradores orales, docentes, investigadores y profesionales interesados en el área para la realización de un Seminario sobre Oralidad, de unos tres meses, coordinado por Antonio Trujillo. A la segunda semana de comenzar, me solicitaron el favor de suplirle por unas tres a cuatro semanas porque tenía que ausentarse del país por razones de salud de un familiar. Al explicarme los motivos, supe que su ausencia se prolongaría, al menos, hasta la culminación del seminario. Nunca regresó a él y, obvio, me hice responsable del Seminario de Oralidad.
Todos los miércoles, bajaba del Metro en Estación Capitolio. Caminaba hacia Plaza Bolívar y desde ahí, directo, hasta la esquina del Ministerio de Educación en donde está la Casa de Bello. El último día del seminario, cuando llegué a la plaza, me encontré con un grupo de personas con cachuchas rojas y una señora de pelo oxigenado o teñido de rubio, con un megáfono en su mano. No puedo asegurar que era la dirigente bolivariana -¿o chavista?- Lina Ron, el momento no estaba para presentaciones y nadie lo hizo, pero se le parecía mucho. Sentí como las miradas de muchos se fijaron en mí. Me dije, ante la tensión de las mismas, que eso no era conmigo y orienté mi vista hacia el lugar donde me dirigía. Al tiempo que un enorme escupitajo, que casi roza mi cara, caía a mis pies oí, por el megáfono encendido, el grito de la mujer que lo tenía:
- ¡Ese viejo escuálido!
Ahora sabía que aquello, sí, era conmigo y era un Encuentro cercano del Tercer Mundo. En segundos, que duraron siglos, tuve que resolver qué hacer: si miraba a quien me había lanzado el escupitajo - lo había visto de refilón - él me diría algo; si le respondía, iba a ser peor; y, si salía corriendo, estaba seguro que sería mucho peor. Pasé por arriba de aquello y continué mi marcha, con mi vista hacia donde iba. Agradecido, además, de que sólo me lanzaron un escupitajo al cruzar por la llamada Esquina Caliente. Dada la situación podría haber sido una piedra, una botella o un balazo. Al dar el tercer paso recordé, y no por una casualidad, lo sucedido en la Navidad del 78. Y me pregunté: ¿Es ésta la Venezuela de Rubén Lena?, ¿es ésta la que conocí?, ¿es ésta la patria de mis hijas y la que será para mis nietos?, ¿siempre fue así y estaba dormida?
Este suceso pareció confirmar – personalmente - lo que vivimos desde unos años a esta parte: Venezuela es otra. Y cuestionarnos sobre ello, importa.
- Yo no soy tolerante con la intolerancia - dijo Miguel Delgado Estévez a Elizabeth Fuentes al entrevistarlo el 3 de agosto del 2007 en “Tremenda Fuente” , programa retransmitido el 19 de diciembre de ese mismo año, por el canal 33 de Globovisión.
Este mismo día, la Agencia Bolivariana de Noticias publicó en Internet una nota cuyo encabezamiento cito: “«En Venezuela no hay presos políticos sino políticos presos», aseguró el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, al término de la firma de acuerdos con el Reino de Malasia, acto que tuvo lugar este martes en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, en el centro de la ciudad.” Y, en el párrafo siguiente la ABN dice: “«No me corresponde a mí ser concluyente en este caso y lo relativo a una Ley de Amnistía corresponde a la Asamblea Nacional. Los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estarán siempre dispuestos a abonar el camino para que en Venezuela siga floreciendo la prosperidad, la paz y la democracia. Todos estamos movidos por la solidaridad, el humanismo y el respeto al ser humano», destacó el Jefe del Estado venezolano” Y uno, con toda la tolerancia que es posible, se pregunta, una y otra vez: ¿Será esto así? ¿Será que la Asamblea Nacional, y ésta en particular, propondrá o aceptará una Ley de Amnistía? ¿Cuánta disposición han visto los venezolanos en los Tres Poderes para abonar el camino del florecer de “la prosperidad, la paz y la democracia” en estos últimos años y, en particular, los familiares de los detenidos y los ahora llamados “políticos presos”? ¿Cuánta “solidaridad, humanismo y respeto al ser humano” han visto los venezolanos en casos tan emblemáticos como los despidos masivos de los miles de empleados de PDVSA, los directivos de instituciones culturales o los empleados públicos desincorporados? ¿O, ante las personas que tuvieron que realizar trámites en instituciones públicas o los viajeros que han sido “matraqueados” por estar en la “Lista Tascón”? Ni en los problemas con el personal de PDVSA o los obreros de la Siderúrgica del Orinoco. Ni en los problemas con los hospitales y con la educación. Ni las “regaladeras” a los “Hermanos del Hemisferio”. Ni los manejos de la política exterior con sus inferencias en la política de los otros países. Ni los problemas de los secuestros y robos y sin ahondar en los muertos y los desaparecidos “en extrañas circunstancias” o en “circunstancias aún no aclaradas”, si es que llegaran a aclararse algún día. Ni del largo juicio y la posterior condena a los comisarios y a aquellos guardias nacionales que actuaron en los, menos aclarados aún, sucesos de abril. Ni de los numerosos ataques a los periodistas de oposición a quienes, directa o indirectamente, se les niega información o, con el apoyo de grupos de choque, se les golpea. O son vejados sistemáticamente. Incluso desde las altas esferas del gobierno. Ni a las constantes visitas a los medios, a los que se les amenaza o se les sanciona acudiendo a retorcidos vericuetos legales. O se les multa o se les amenaza con cierres que paulatinamente se van cumpliendo. ¿A paso de vencedores? Y, menos aún, había escuchado las últimas palabras en off del locutor oficial al cierre de la Cadena Nacional por los festejos de este 24 de julio de 2009, exactamente a la 1.23 p. m., y que las anoté para no olvidarlas:
“- Importa navegar. No importa la vida. ¡Patria, socialismo o muerte!”.
Las negritas, otra vez me pertenecen, aclaro.
Entonces se me hizo presente una frase que nos dijera Milagros Socorro en un momento del desarrollo de su cátedra en el Avanzado de Periodismo: “La verdad no es lo contrario de la mentira sino de la polarización.”


(*) Hace un tiempo, un poco en broma y mucho en serio, le dije a un alumno de uno de mis talleres, que discutía con otro, no sé por qué, y le aseveraba que el oficio más viejo de la tierra era la prostitución: - “Tenga cuidado. No se deje convencer por lo que se dice. Para que exista una prostituta, tuvo que existir uno que le contara un cuento y ella se dejara convencer. Es seguro que tuvo que existir un narrador de cuentos”. No estoy convencido que eso sea tan así, y menos que siga siéndolo. No hay manera de comprobarlo. Además, al menos yo, no estaba ahí para aseverarlo. Como decía un amigo bromista.
(**) Por el contexto de lo escrito aquí, se entiende que el gentilicio olimareño es el que se aplica a los habitantes del Departamento de Treinta y Tres, una las diecinueve divisiones territoriales del Uruguay.


Armando Quintero Laplume

Tomado del libro ENTRE NOSOTROS Prensa, democracia y gobernabilidad en la Venezuela actual de Carlos Delgado-Flores (coordinador) Ediciones de la UCAB. Serie Mapas de la COMUNICACIÓN. Caracas, noviembre 2009.

El gran dictador: discurso final
















Realmente lo siento, pero no aspiro a ser emperador. Eso no es para mí. No pretendo regentar, ni conquistar nada de nada. Me gustaría ayudar en lo posible a cristianos y judíos, negros y blancos. Todos tenemos el deseo de ayudarnos mutuamente. La gente civilizada es así. Queremos vivir de nuestra dicha mutua...no de nuestra mutua desdicha. No queremos despreciarnos y odiarnos mutuamente.
En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede garantizar la subsistencia de todos. El camino de la vida puede ser libre y magnífico, pero hemos perdido ese camino. La voracidad ha envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio y nos ha hecho entrar marcando el paso de la oca en la miseria y en la sangre. Hemos mejorado la velocidad pero somos esclavos de ella. La mecanización que trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales. Pensamos en exceso y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de mecanización. Necesitamos más la amabilidad y la cortesía que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida solo puede ser violenta y todo estará perdido. La aviación y la radio nos han acercado los unos a los otros. La naturaleza misma de estos inventos requería la bondad del hombre y reclamaba una fraternidad universal para la unión de todos.
En este momento mi voz llega a miles de seres esparcidos por el mundo. A aquellos que puedan comprenderle les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los dictadores perecerán, y el poder que han usurpado al pueblo volverá al pueblo. ¡Y mientras existan hombres que sepan morir, la libertad no podrá perecer! Soldados, no os entreguéis a esos brutos...hombres que os desprecian y os tratan como esclavos, hombres que regimientan vuestras vidas, imponen vuestros actos, vuestros pensamientos y vuestros sentimientos; que os amaestran, os hacen ayunar, os tratan como ganado y ¡os utilizan como carne de cañón!.No os pongáis en manos de esos hombres contra natura, de esos hombres-máquina con corazones de máquina. ¡Vosotros no sois máquinas!¡Vosotros no sois ganado!¡Vosotros sois hombres!¡Vosotros lleváis el amor de la humanidad en vuestros corazones! No odiéis. Sólo los que no son amados odian. Los que no son amados y los anormales....Soldados, ¡no combatáis por la esclavitud! Combatid por la libertad.
En el capítulo 17 del evangelio según San Lucas está escrito: "El reino de Dios está en el hombre mismo". No en un solo hombre, ni en un grupo de hombres, ¡en todos los hombres! Y ¡vosotros! Vosotros, el pueblo tenéis el poder para crear máquinas. El poder para crear la felicidad. Vosotros el pueblo tenéis el poder para crear esa vida libre y espléndida...para hacer de esa vida una radiante aventura. Entonces, en nombre de la democracia, utilicemos ese poder...¡unámonos todos! Luchemos por un nuevo mundo, un mundo limpio que ofrezca a todos la posibilidad de trabajar, que de a la juventud un porvenir y resguarde a los ancianos de la necesidad, prometiendo estas cosas gente ambiciosa se ha hecho con el poder, pero ¡han mentido! No han mantenido sus promesas, ¡ni las mantendrán jamás! Los dictadores se han liberado pero han domesticado al pueblo. Combatamos ahora para que se cumpla esa promesa. Combatamos por un mundo equilibrado...un mundo de ciencia en el que el Progreso lleve a todos a la felicidad. ¡Soldados! en nombre de la democracia, ¡unámonos!

http://www.youtube.com/watch?v=3cFTJ9q5ztk&feature=related
Al pulsar sobre el enlace de arriba, verá y oirá a Charles Chaplin en el fragmento de la película. Tomado de YouTube.

¿Será que se ha llevado a un Tío Conejo al poder o será que es otro el cuento?... (segunda parte)









Ilustración tomada del blog de Antonio Villarroel.




¿Será que se ha llevado a un Tío Conejo al poder o será que es otro el cuento? O, ¿cómo es que sigo siendo un venezolano de a pié a pesar de ello y, a mucha honra?

Ante lo que está sucediendo, uno que ya vivió situaciones que se le parecen, se pregunta: ¿será que el sur vuelve a repetirse desde la otra acera? Aunque, lo sea en una versión corregida, aumentada y “tropicalizada”.
Claro que, para pensar así, tendríamos que creernos que estamos ante un gobierno de izquierda, y no verlo como una de esas historias que alguien se inventó, en una versión nueva y maltratadora de Tío Conejo ante Tío Tigre.
Con su aflorado resentimiento acumulado en siglos. Y con toda su picardía a flor de galones disfrazados de civiles. Perdón, quise decir, de lobos disfrazados de corderos.
Con la lamentable referencia, y la siempre mala generalización, de seguir tratando de feroces a los maltratados lobos, como se ha hecho en la mal llamada Literatura Infantil. Y aunque el proceso tampoco tenga nada de infantil.
Reconocemos también, por supuesto, que los barros de los tan mentados cuarenta años de democracia trajeron estos lodos.
Con el apoyo, incluso, de los medios. ¿O, no?
Sabemos y reconocemos que eran necesarios muchos cambios.
¿Pero era necesario y el país reclamaba un Socialismo del Siglo XXI?
¿Era necesario vivir en guerras permanentes? ¿En dualidades en todos los terrenos? ¿En enfrentamientos entre un mundo real (el de todos los días con sus hambres, sus inseguridades y todas sus carencias) y esos mundos de sueños de lo que queremos ser y aún no somos (el que nos presenta El Señor Presidente – con todas las connotaciones que nos recuerdan al título de la novela de Miguel Ángel Asturias, aunque este señor no se anime a tanto, como han dicho algunos, “por ahora” como dicen otros - y que muchas veces nos resultan ficticios, ése que nos presentan los discursos presidenciales y muchas de las cadenas a las que somos obligados con más frecuencias)
Y vino a mi memoria el último párrafo del EDITORIAL de la Revista SIC Nº 691 de enero-febrero de 2007, ¡qué a esta altura tan lejos nos parece, estando tan cerca con las últimas resoluciones, propuestas y acontecimientos internos!:
simplemente estatización, centralización del poder y hegemonía política e ideológica “Pensamos que si por socialismo del Siglo XXI se busca una verdadera socialización del poder desde la pluralidad política e ideológica; la profundización de la justicia social que incluye en la agenda temas como la seguridad ciudadana, el desempleo, vivienda y urbanismo, servicios médicos de calidad, educación cualificada, cárceles, etc.; y las garantías a las libertades ciudadanas entonces nosotros ya desde al menos 1968 somos parte de este proceso. Pero no estamos de acuerdo si por socialismo del Siglo XXI se entiende ”.
O, más claro, si es que no lo oscurezco con los grados superlativos, y en aumento paulatino, de todas las necesidades que serían atendidas y que fueron la esperanzada bandera para lograr, como otro caudillo libertador de los tantos que por estas tierras han sido y que, desde los tiempos de la Conquista parecen necesitar, según algunos teóricos, los habitantes de Venezuela. Promesas que le hicieron llegar a la presidencia: guerra sistemática a la corrupción, atención a las carencias habitacionales, atención a los niños y a los ancianos, atención a la cultura, atención a la producción, guerra al hampa y la violencia cotidiana y… y… y otras tantas propuestas prometidas, iniciadas, o medio concretadas, o detenidas y luego, olvidadas. O, a veces, retornadas para volverlas a terminar destrozándolas.
Hay una síntesis bien interesante sobre lo que está sucediendo en estos últimos diez años en Venezuela realizada por Andrés Cañizález:

“Hemos vivido en Venezuela, en una suerte de vorágine en los últimos años. Gobernado el país por un mismo hombre por una década, asistimos a metamorfosis de diverso calibre, con cambios (o anuncios de transformaciones) casi a diario. La carrera parece no tener fin, como tampoco los recursos económicos de esta época, en la cual el precio de barril de petróleo rompió todos los récords. El país es otro, y tal vez el mundo mediático – junto a otras ramas empresariales sensibles para la lógica gubernamental- resienta especialmente dichas transformaciones. Esa suerte de refundación, en la que se insiste desde el discurso público, parece reducir toda la vida nacional a lo hecho (o deshecho) desde el 2 de febrero de 1999, cuando el presidente Hugo Chávez asumió el poder. Hay, desde el espacio reflexivo, especialmente académico, una cierta necesidad de recapitulación. Se trata de una historia necesaria para poder tener el retrato de cómo los medios y el poder político se entretejieron durante décadas, cuando aún no se había iniciado el tiempo de la revolución bolivariana”.

No sé por qué, cuando estaba releyendo este texto, me recordé de una conversación oída de paso, y casi sin querer, como sucede siempre que uno viaja en el vagón de un metro.
Dos secretarias venían hablando de uno de sus jefes. Una con evidente acento caraqueño, la otra con marcado acento peninsular, hasta diría que catalana, por “la mala leche” de su comentario: “Es que te digo, él es como el Rey Midas. ¿Sabes?, ¿El que convertía todo lo que tocaba en oro? La única diferencia es que, como estamos en dónde estamos, todo lo que hace, aunque le siga quedando amarillo, se le torna más blando y con olor”.
No podemos negar que no todo lo que reluce es oro pero tampoco, en sus momentos de auge todo ha sido el elemento de la otra materia.
Caso concreto, las Misiones.
Aunque el propio Presidente Chávez acaba de reconocer - este sábado 25 de julio de 2009, en el discurso en el homenaje a los 10 años de la Asamblea General Constituyente creadora de esta Constitución que nos rige - que existen problemas en ellas.
Perdón, otra vez hago un paréntesis. Cosas de contador de Cuentos.
- Ah!, no sé, sólo me pregunto: ¿estamos ante un macho vernáculo que golpea todo el año a su mujer pero no se olvida de festejarle su cumpleaños y el Día de la Madre?
Eso fue lo dicho por una vecina - que como muchos fue una ferviente admiradora del Presidente y, por añadidura del proceso - cuando se enteró que el Presidente sería el orador de orden en la Asamblea Nacional en esos festejos. Otra vez las negritas son mías.
Y, me disculpo por la virulencia de lo dicho.
Tampoco podemos desconocer que permanentemente, a veces algo tarde, revisa el acontecer de sus propuestas y cambios. Como impone líneas de trabajo como las de ordenarle a sus subalternos que busquen los mecanismos para el cierre de otro canal opositor o, en su alternativa, prohibir la salida de su presidente, sea justificado o inventado el motivo legal de la misma. ¿Otra jugarreta para un exiliado más?
¡Ah! Ya que hablamos de jugarretas, dicho sea y no tan de paso, porque la cosa se está poniendo color de hormiga: ¿Cuál es, ha sido y será la que se está generando de nuevo con todos - y remarcamos “todos” - los medios?

“Casi todos los periódicos estuvieron divididos entre gobierno y oposición. Apenas hubo espacio para el término medio. No podían, por esas razones, informar con equilibrio sobre lo que ocurría en el país; no podían ser un espejo de la realidad. En verdad, la imagen que reflejaban era una imagen empañada, distorsionada, bastante incompleta”.

Esto lo señaló Eleazar Días Rangel, como lo apunta Andrés Cañizales, con sutil ironía, no al hablar de los medios en el año 2002 sino por el crucial momento de 1936 a 1948, tan difícil para nuestra vida democrática. Y lo hace no “para justificar acciones recientes, porque en el pasado acontecieran experiencias similares, pero es necesario no perder de vista hechos que merecen una lectura y se conectan con lo que se ha estado viviendo en Venezuela en los últimos años”
.
¿Son tan inocentes todos los medios? No habrán fraguado el golpe de Estado de abril de 2002, pero ¿no sostienen, como nos apunta Villamediana, un “oposicionismo beligerante” al condenar por dictatorial diversas decisiones presidenciales y guardar un largo e incómodo silencio ante la acción de Carmona, por ejemplo? ¿No tienen, cumplen o asumen un rol político? ¿No se han convertido, como señala Marcelino Bisbal, “en el espacio público privilegiado por la gente; los medios están alterando la vida y hasta las propias formas que hoy adquiere la socialidad”? ¿Han cumplido con un “mínimo de calidad, transparencia y respeto a los derecho de la audiencia”?...Pero, ¿cómo la está saldando el Estado que se muestra cada vez más?
Además de las medidas que se asumieron en 2004, al aprobarse la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión, los anuncios oficiales de nuevas medidas y leyes, tanto para los medios como para la educación, la tenencia de la tierra y… y… y… Todo ese conjunto, me llevan ha preguntarme: ¿No será qué, al mejor estilo de la novela satírica Rebelión en la granja de George Orwel? Al menos, como que estamos cargando con toda la corrupción que engendra el poder, en todos los niveles. Y, al continuar sobre los mismos pasos que nos ha trasformado, según Agustín Blanco Muñoz, en un No País, nadie podrá evitar que se sigan expulsando, no a los humanos – porque estamos claros que en este país todos los somos – pero quienes vienen creando un sistema de gobierno propio, cada vez más a la imagen y conveniencia de un líder único, cegados por el poder terminen expulsando a lo humano y lleguen a convertir todo en una tiranía brutal. ¿Seguiremos hasta allí? ¿Seguiremos tropezando, otra vez, con la misma piedra? Ya estamos con una “Hegemonía Comunicacional” y acaparando (o expropiando) todo. ¿O, no?

“Casi toda nuestra historia republicana ha estado marcada por la compulsión a la repetición. No ha habido una verdadera reflexión capaz de deshacer este nudo gordiano. La psicología nos permite agudizar la visión para detectar las variables sutiles que intervienen en los hechos sin ser notadas, para percibir la cara oculta de nuestras posturas y acciones. En este sentido, este estudio de la figura del pícaro revela importantes formas y límites arquetipales que nos confinan y que, reforzados por la cultura, dan cuenta de la repetición de muchos de los complejos históricos que se resisten al cambio. La penetración y efectividad de un discurso político construido sobre el culto del héroe, la demagógica exaltación de la nobleza, las virtudes y los altos ideales de un pueblo que vive mayoritariamente a nivel de subsistencia en una realidad miserable en que la viveza es su principal don, muestra un paralelismo tan contradictorio y extraño a la razón que sólo es posible comprenderlo como resultado del delicado juego de nivelaciones y compensaciones entre los polos o caras opuestas del arquetipo. La psicología de los arquetipos otorga una perspectiva más amplia porque se ubica en el interregno donde lo individual se confunde con lo social, donde los seres humanos se entremezclan con las instituciones y el pasado se hace presente. La comprensión y solución de nuestros más acuciantes problemas sociales no saldrán de su estancamiento hasta que no tomemos en cuenta las prelaciones psicológicas, hasta que no lleguemos al fondo de las actitudes colectivas que soportan el orden económico y político”. Según nos asevera Axel Capriles al culminar su libro La Picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo.
Por qué no he llegado, hasta ahora, a preguntarme: ¿cómo es que sigo siendo un venezolano de a pié? Pero, a pesar de ello, ¡a mucha honra!
¿Cómo es que sigo, como muchos, aguantando lo que pueda venir?
Y recordé la respuesta que le oí a un anciano, en la cola de un banco, ante un abuso. Llegaba a la caja y una mujer se interpuso entre él y el cajero. Al reclamarle por haberse coleado, ella le amenazó con llamar a su marido.
- ¿Qué te pasa musiú? – dijo al llegar el esposo, con gestos agresivos.
- Mire, señor, el problema no es de nacionalidad, sino de conductas. Aunque, si así lo fuera, le aclaro que, en mi país de origen, al igual que usted en el suyo, nacimos por accidente pero, en mi caso, hay una diferencia: yo sí pude elegir ser venezolano y, como tal, no sabría decirle cual de los dos lo es más. Aunque, ¿interesaría esto si no podemos resolver las cosas tolerándonos y no ofendiéndonos? – respondió el anciano, con la mayor serenidad.
Esa respuesta, acrecentó el reclamo de las personas que observaban la escena, y atrajo al vigilante que le solicitó a la pareja que se retirara del banco.
Por eso soy venezolano, respondí en su momento a la pregunta formulada por Pino Iturrieta.
Y lo respondo aquí de nuevo: para resistir y revitalizar al venezolano que siempre conocí, que es el que admiro y quiero: al venezolano que, como muchos de los amigos que hemos cultivado en todos estos años, aman al ser humano que todos llevamos dentro. Al venezolano que ansía ser mejor e igualarse con los mejores, en lo mejor. Al venezolano que desde los espacios donde narro oralmente o de los sitios donde escribo siempre comparto y coparticipo con él. A ese venezolano sin distingo si es de barrio o urbanización, si vive en el este o en el oeste, si tiene fe en tal o cual credo o religión. Y menos, si es rojo, amarillo o azul, porque todos, desde antes de nacer, o porque adoptamos a estas tierras como nuestra nueva patria, estamos cobijados por una bandera que tiene franjas iguales en esos colores. A ese venezolano que nunca fue ni-ni porque siempre asumió compromisos. A ese venezolano que ahora se califica de no alineado pero, con todo el respeto por la criteriosa calificación, no le importará nunca que lo llamen como lo llamen. Porque, sea como sea él siempre será un ciudadano de a pié, que vive, sangra y sobrevive resistiendo los avatares de los tiempos. Camine o circule en bicicleta, moto, carro, autobús o metro. A ese venezolano que deseamos siga siendo como es. Y que siempre estaremos dispuestos a promover para nuestros hijos y nietos, y para cada uno de nosotros. Nos lo merecemos, ¿o, no les parece?

Armando Quintero Laplume
Tomado del libro ENTRE NOSOTROS Prensa, democracia y gobernabilidad en la Venezuela actual de Carlos Delgado-Flores (coordinador) Ediciones de la UCAB. Serie Mapas de la COMUNICACIÓN. Caracas, noviembre 2009.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Temas de Narración Oral: Todo espacio es posible al narrar










Pintura de Jackson Pollock


“La narración oral es un acto en el espacio, donde el ser humano, al narrar a viva voz y con todo su cuerpo, asume cualquier espacio como el espacio del cuento” Definición nº 23 de Francisco Garzón Céspedes (en “El arte escénico de contar cuentos”)

Es evidente que la narración oral es en esencia escénica y que, en su plenitud creativa, es uno de los artes escénicos que, incluso, ha renovado y revitalizado la necesidad humana del diálogo, la práctica cotidiana de la conversación.
Su reconocimiento como tal, su valoración y hasta, diríamos sin exagerar, su dignificación, se lo debemos a las experimentaciones, las investigaciones y los importantes aportes teóricos de Francisco Garzón Céspedes quien, por primera vez -desde la década de los setenta con La Peña de los Juglares en Cuba y, principalmente, a través de su posición como “un investigador crítico, un teórico y un participante escénico”- lo fue concretando en ese sentido, para lograr cuajarlo y fundamentarlo como tal desde su Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, sus numerosos Festivales y Muestras Internacionales de Narración Oral Escénica y los múltiples talleres dictados en tantos años en el viejo oficio.
Nuestras observaciones principales, nuestros fundamentos teóricos, nuestras experimentaciones e investigaciones y hasta el desarrollo de nuestra propuesta de trabajo se basan, principalmente, en esos aportes. A los cuales, por supuesto, complementamos -adaptándolos, modificándolos o recreándolos- apoyados en nuestro permanente análisis de la práctica, personal y constante, en la ortodoxia del arte y en su experimentación –personal y grupal- como en los aportes teóricos brindados por otros narradores orales en ejercicio y numerosos teóricos de la comunicación humana y de las artes escénicas.

El espacio escénico
Es muy cierto que la narración oral es un acto en el espacio, como lo es el hecho que el narrador “asume cualquier espacio como el espacio del cuento.”
Es cierto que un narrador oral experimentado puede asumir un espacio al aire libre como asume un aula de clases, un auditorio o una sala de teatro, grande o pequeña, como el espacio del cuento. Como, también, puede asumir la mesa de un café, las escaleras de una edificación, el vagón de un tren, el patio o la celda de una prisión, la sala de una casa y hasta, por qué no, una cama. Basta, eso sí, que reconozca a conciencia cada una de las diferencias que cada uno de estos lugares tiene -con su muy bien definida personalidad- y los efectos que estos pueden provocar, y hasta determinar, sobre el proceso total en la comunicación directa del cuento a narrar en cada uno de ellos.
Un narrador experimentado tiene que conocer las posibilidades que cada uno de estos espacios le brindan a su oficio. O de otros no señalados, porque en todos los espacios es posibles que narremos nuestros cuentos, al menos, alguna vez.
Pero, no es menos cierto que, para un narrador que se inicia, no podemos partir del reconocimiento de esta multiplicidad de espacios para que los asuma como tales. Hemos de partir de la consideración básica de un espacio que debe inicialmente reconocer para poder movilizarse con cierta comodidad, con cierta seguridad, con cierto aplomo, para ser eficaz en él. Luego poco a poco pasará, con una mayor conciencia, a asumir las variaciones impuestas por otros espacios.
Ese escenario básico a reconocer es el rectangular tipo italiano. Y, sobre un espacio con estas características nos moveremos inicialmente.
Como ejercicio, dibujaremos en la pizarra un plano de este tipo de escenario, o lo mostraremos en una maqueta. A su lado dibujaremos un plano -o mostraremos una maqueta- del aula de clases o del espacio donde realizamos nuestro taller básico de narración oral. Observaremos, una a una, sus similitudes y diferencias. Veremos y reconoceremos los lugares de esos espacios y las posibles entradas para abordarlos. Luego, les mostraremos algunos planos (o maquetas) de las variantes de los escenarios italianos y de otros tipos de escenarios que tomaremos de los libros de Macgowan - Melnitz (“La escena viviente”) o de Oliva - Torres Monreal (“Historias básicas del Arte Escénico”) Y, por último, les compartiremos algunas experiencias de narración oral que fueron realizadas por nosotros en otros espacios, principalmente, en todos aquellos que nuestros alumnos experimentarán más adelante.

Nuestra movilidad en el espacio
Reconocido el espacio escénico donde básicamente nos presentaremos, comenzaremos a tomar conciencia de las múltiples alternativas que tenemos para moveremos en él, de las posibilidades de cambios por desplazamiento, de cambios por niveles, de los cambios con focalizaciones y otros modos de abordar el espacio que podemos utilizar en nuestras propuestas escénicas.
Como siempre, una serie de juegos colectivos nos permitirán abordar el tema de un modo menos conceptual y más práctico. Aprenderemos, divirtiéndonos.
Inicialmente, para reconocer el espacio, para confiarnos a él, para reconocerlo y disfrutarlo. Nuestro trabajo “es un acto de amor” que incluye, sin dudas, al sitio donde lo desarrollaremos y que, por ello, siempre será visto como un “espacio sagrado”. Y no exageramos al valorarlo así.

Apunte VI “Cuando se aprende a escribir sin titubeos ya no se tiene nada que decir; nada que valga la pena”, comentó alguien que sabía del oficio. Cuando se narra oral escénicamente de ese modo, generalmente, tampoco.

Apunte VII ¿El cuento oralizado es mentira? La narración oral es una obra de arte, un objeto. Desde una posición idealista, cualquier objeto, es mentira. Desde una posición materialista, verdad. Que la oralidad se haga con verdades y mentiras, o realidades e imaginaciones, ya es otra cosa, y generalmente es con todo eso con lo que se hace.

Apunte VIII No podemos olvidar que en el mundo de hoy puede hablarse de la posibilidad de cualquier cosa - ¡este siglo veintiuno, que sigue siendo tan “cambalache, problemático y febril” como el anterior! - desde el fabricar sueños hasta destrozarlos cotidianamente, desde crear las ansias de libertad al reprimir con mayores ímpetus sus manifestaciones, pasando por el cantarle a la vida mientras se destroza una flor o el cerebro de un hombre, como el afirmar que se ha luchado por la democracia entre los seres humanos desapareciendo a las personas. Por ello pensemos en relativo, y en el posible maniqueísmo de una frase como esta de Augusto Monterroso: “Como todo el mundo, me siento enormemente atraído por el Mal, pero siempre me dejo vencer por el Bien”.

Cuando la historia es sagrada



















"En boca de los cuentacuentos, la historia adquiere tono de narración sagrada, y quien es escogido por el narrador para ser depositario del cuento siente que allí hay algo profundo y trascendente que debe ser oído con todo respeto"

Cuando leí el articulo escrito por Lulú Giménez, en especial esas tres líneas con que decidí abrir esta nota, no pude si no reiterarlo, aplaudirlo y en lo posible interpretarlo en imágen. Es mucho la evocación que nos trae el oficio del cuentacuentos, en mi al menos tres:

El Tuuli mongol que es una tradición oral que comprende relatos épicos de varios centenares a varios miles de versos y que está considerado como una enciclopedia viva de las tradiciones orales mongolas e inmortaliza la heroica historia del pueblo mongol. Tengo entendido que tales historias pueden durar horas enteras.

Nuestra tradición, citado por la propia autora, de nuestros niños en las zonas del oriente y occidente venezolano.

Y la hermosa y especial comunidad de cuentacuentos de nuestro pais quien tiene entre sus mejores cultores a Armando Quintero y su vaquita azul que por tanto tiempo nos ha dado cuentos. En él pensé al momento de dibujar y através de este dibujo reconocer tan noble esfuerzo.

"In the mouths of storytellers, the story takes on sacred narrative tone, and whoever is chosen by the narrator to be the depository of the story feel that there is something deep and important to be heard respectfully"

When I read the article written by Lulu Gimenez, especially those three lines with which I opened this note, I could not repeat it if not, applaud and possibly interpret an image. It is much the evocation that brings the craft of storytelling, I at least three:

The Mongolian Tuuli is an oral tradition that includes epic stories of several hundred to several thousand lines and is considered a living encyclopedia of Mongolian oral traditions and immortalizes the heroic history of the Mongolian people. I understand that such stories can last for hours.

Our tradition, quoted by the author herself, our children in areas of eastern and western Venezuela.

And beautiful and special community of storytellers of our country who is among his best exponents Armando Quintero and his blue cow for so long has given us stories. . It thought at the time of drawing and drawing através recognize this noble effort.

Publicaciones: 2009 Misterios del ser. Tomado de Raymond Torres http://rayilustracion.blogspot.com/

martes, 3 de noviembre de 2009

Video de los Festejos Aniversarios de Los Cuentos de la Vaca Azul y Narracuentos UCAB



El 11 de octubre de 1987, en la Biblioteca del Parque del Este de Caracas, con la presencia de los llamados, para esos años, Los Abuelos de los Cuentacuentos, el exiliado boliviano Luis Luksic y la maestra tachirense Blanca Graciela Arias de Caballero, junto a Nanni Barret, la cantautora de origen paraguayo, y mi persona, se realizó la primera presentación de la agrupación Los Cuentos de la Vaca Azul. Agrupación que fuera fundada por mí, y cuyo nombre surgió de un cuento que tuve que inprovisar en un contrapunteo con "El Caimán de Sanares" en el Museo de Barquisimeto, la capital del Estado Lara, un año antes.
El 9 de octubre de 1991, en la llamada Piedra de los Enamorados de la Universidad Católica Andrés Bello se inauguró - oficialmente, porque desde hacía dos años veníamos narrando oralmente en ese sitio - la agrupación Narracuentos UCAB.
El mes de octubre es, sin dudas, un mes de festejos para ambas agrupaciones. Desde hace 22 años para una y 18 para la otra.

Desde el 8 de octubre iniciamos la serie de actividades en La Plaza del Estudiante de la Universidad anunciando los festejos de los aniversarios de las dos agrupaciones a realizarse en Parque Caballito y en la Universidad Católica. Participaron Vanessa Menechey, Tiago de Jesús y Armando Quintero. Fue la primera actividad del nuevo año universitario 2009-2010.
Con el apoyo de un afiche que nos hiciera la Dirección de Cultura de la UCAB, diversas notificaciones en la red, junto a mensajes y llamadas a amigos y familiares, el 11 de octubre nos presentamos en el espacio de Altamira. Narraron dos de los abuelos del taller que dictamos en la Casa de la Juventud Prolongada de Chacao, la Sra. Rhaiza Delgado y el Sr. José Moreno. Por Narracuentos UCAB, lo hizo Vanessa Menechey. Contamos con la participación especial de la Psicóloga Bianca González. El hecho merece un reconocimiento especial. Diríamos mejor: ello fue uno de nuestros regalos de cumpleaños. Bianca, quien tomó talleres con nosotros y nunca narró públicamente, decidió, a partir de lo sucedido, integrarse a ensayar y participar con nosotros. Por Los Cuentos de la Vaca Azul, narraron Freddy Gamboa, Tiago de Jesús y Armando Quintero. Agradecemos la presencia de los numerosos asistentes, familiares, amigos y narradores que nos acompañaron pese al feriado largo. Otro regalo. Y, en especial, le agradecemos a la Profesora y Periodista María Antonia Sánchez que vino con un grupo grande de sus alumnos. Al finalizar la actividad, ellos nos hicieron una entrevista, fue la tarea asignada por la docente amiga.
El 14 de octubre realizamos, con Tiago de Jesús una presentación especial para los alumnos recién ingresados a la universidad. Poco, pero muy atento público. El 15, ambos, nos presentamos en la Plaza del Estudiante. En nuestra actividad normal y constante de la UCAB.
Para el 25 de octubre, realizamos la presentación habitual en Parque Caballito. La hicimos para aquellas personas que no pudieron asistir el 11. Un tercer regalo fue que, para ese domingo, contamos con dos conocidas narradoras: Jenny Fraile, docente de la UPEL, y Linsabel Noguera, la periodista de Sónica, el muy escuchado programa de RCR, y responsable de La Rana Encantada. Narraron, además, el Sr. José Moreno, Tiago de Jesús y Armando Quintero.

Éstas son algunas de las fotos tomadas en las dos actividades de Parque Caballito.
Con ellas se realizó el montaje de este video.

Texto: Armando Quintero Laplume