Una posibilidad fácil de acercarte al arte escénico de narrar cuentos. Y a las otras maneras de oralizar los cuentos. Vivencias, cuentos escritos, cuentos orales, videos, fotos, otros tipos de documentos y enlaces son compartidos desde aquí. ¿Nos acompañas a verlos? E, incluso, a que entre todos podamos revitalizar y dignificar hasta los olvidados gritos del silencio.
Clarissa, la vaca azul
viernes, 19 de marzo de 2010
Cuentos para narrar: Cuatro cuentos mínimos sobre temas conocidos
Imagen tomada del facebook de Stella Artemis
Tierra antes de la Tierra
Dicen que hace mucho, muchísimo tiempo,
tanto que es seguro que no hay uno que lo recuerde,
hubo un huevo que parecía no tener vida.
Dicen que era pequeño. Tan chiquitito que cabía en la cajita de fósforos del bolsillo de la chaqueta del Primer Hacedor.
Dicen, también, que en un descuido se salió de allí.
Vaya uno a saber cómo.
Lo que sí se sabe es que, a causa de ello, pasó lo que todos sabemos.
El origen del aire
Un desconocido subió acompañado de los Hacedores de Fuego,
de Lluvias y de Flores a la montaña más alta que encontraron.
Desde allí, comenzaron a arrojar a unos seres recién creados
hacia las distintas direcciones del mundo conocido.
Todo se llenaba de sonidos, movimientos, colores y silencios
en tanto los nuevos seres tomaban vida sin caer, volando.
Así – dicen los abuelos de nuestros abuelos – fue como nació el aire:
creado por el maravilloso e imprevisible Hacedor de Pájaros.
La pulga en la oreja
– ¿Mire, usted cómo ha quedado? ¿No le decía yo que era peligroso?
¿Qué no tenía que seguirle el juego a ése, su amo?
¿Qué no siempre a los locos hay que dejarlos correr,
por dónde echan la carrera?
¿Qué los treinta o cuarenta molinos de los campos de Montiel,
son lo que son, no lo que a él le parecían?
¿De qué se queja?: Siempre será un pobre rocín, antes y ahora.
¡Menos mal que, como pulga, sólo me quedé escondida en su oreja!
Sueño sin Alicia ni reina
Un viento suave giraba, como todo gira.
Traía las hojas secas, las abejas, los vilanos.
Al pie del árbol, dormitaba, niño.
Se me acercó el conejo blanco, el conocido.
Vestía su elegante traje inglés, su sombrero de copa.
Cargaba sus guantes blancos, su leontina.
Pero esta vez no llevaba prisa.
¿Qué pasó con Alicia? ¿Con la Reina?... No lo sabemos…
El conejo se sentó a mi lado: ¡A contarme un cuento!
Cuatro cuentos breves de Armando Quintero Laplume.
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2 comentarios:
Admirado amigo, los cuatro cuentos que nos pone usted hoy son deliciosos, como todos los que de su cosecha conozco. A mis hijos hace dos cenas que terminé de leerles Alicia en el País de las MAravillas, de modo que les encantará el cuento del Conejo que me cuenta un cuento. A mí me ha fascinado el origen del aire.
Verdaderamente bello.
Un abrazo,
Muchas gracias por el comentario.
Que también es... "Verdaderamente bello". Espero el comentario de los hijos en esas lecturas de las cenas. Abrazos, Armando
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