Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuentos para narrar: El dragón que soñó que se quemaba y otros cuentos breves


Tomado del blog de la ilustradora Sabrina Dieghi http://sabrina-dieghi.blogspot.com/2009/06/animales-magicos-el-dragon.html


El dragón que soñó que se quemaba

Un dragón soñó que se quemaba.
Cuando despertó, le tenía miedo al fuego.
Pero también pensó:
– “Un sueño no es otra cosa que un sueño. Un sueño no es la realidad, es imaginación. La imaginación puede ser una fábula. Y una fábula puede ser una mentira. ¿Cómo puedo tenerle miedo a una mentira? ¡No puede ser!: es tenerle miedo al miedo”.
Entonces, el dragón se llenó de todo el fuego que llevaba dentro y… ¡fuáf!, quemó ese sueño.

La joven y el unicornio

– ¡No puede ser! – dijo, a toda voz, la joven.
Ante ella estaba parado un bellísimo unicornio azul con alas que la miraba, invitándola a montarse sobre su lomo.
Cuando intentó hacerlo, ya recuperada de la sorpresa inicial, el unicornio había desaparecido.
Es que los seres como él son muy sensibles: si alguien supone que no pueden ser, sencillamente, no son.

Así, sin pensarlo más

– Ni que estuviera loco, ¿qué lograría con sólo aprovechar la mitad de un pescado por más fresco y sabroso que se vea? Además, conozco cómo corren los rumores por mi aldea, ¿quién me asegura que no sería acusado, al menos de asesinato, cuando aparezca flotando la otra mitad? – se dijo el joven pescador siciliano que, sin pensarlo dos veces, devolvió a las aguas del mar a la pequeña sirena que, entre peces, encontró en su red.

Protesta

– ¿Por qué a este Príncipe no se le ocurrió otra cosa que darme un beso para que despertara – protestaba, muy molesta, Bella Durmiente del Bosque, luego de los cien años que permaneció en su hechizo -. Además, ¡cuándo estaba soñando tan bonito!
– Y, ¿por qué no? – se preguntaba para sí, con maléfica sonrisa, el Hada que lo había creado -. Mi venganza se completaría, si todos creyesen que este cuento tiene un final feliz.


Descargando responsabilidades

– ¡Yo no soy culpable! – aseguró la reina ante el tribunal que la juzgaba por el crimen de Blancanieves – ¡Los responsables fueron los enanos! Ellos fumigaron los manzanos y no le avisaron a ninguno de sus vecinos.


Tomado del libro Sucedidos de Armando Quintero Laplume

1 comentario:

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Magnificos cuentos, maestro.
Realmente no sabría con cual quedarme. Por ahora le leeré a mis hijos el Dragón pero...
¡todo llegará!