La breve vida de las flores silvestres es un canto a la polaridad vida-muerte.
Imagen tomada de facebook
La muerte, esa Señora que en cualquier
momento vendrá a buscarnos, siempre ha estado, está y estará presente entre
nosotros.
Como
lo ha estado, está y estará la vida.
En
una indisoluble polaridad que ha sido muy bien simbolizada en una potente
escultura azteca que vi en mi adolescencia cuando, en Montevideo, se expuso una
muestra del Museo de Antropología de México. Recuerdo, también, haberla rodeado
y observado varias veces con atenta fascinación. Creo que era una imagen del
dios Quetzalcóatl bajo el doble
aspecto de un dios de la vida, en su parte anterior, y de un
dios de la muerte, en su parte posterior. La rencontré en Mitos, el libro de Alexander Eliot (1976, pp. 272-273)
Supongo
a esta altura, cincuenta años después de ello, que mi fascinación personal de
aquel entonces devenía de sentir cómo aquella escultura significaba las dos
caras de una misma moneda. Así lo comenté varias veces en mis clases de
Literatura, cuando comencé a dictarlas a finales de los años sesenta.
De
la presencia de la muerte o, más bien de su casi ausencia, por estar injustamente
velada, borrada y algunas veces censurada ante los niños y por ende en la
Literatura Infantil, tratará nuestro proyecto.
Y
de unas viables soluciones para superar los temores o prejuicios de hablar o
compartir historias sobre ella.
Partiremos
de situaciones personales para proponer su necesario abordaje. Y de asumir un
acercamiento a una selección de textos de numerosos autores que la trataron y la
tratan. No sólo en las historias que nos narran, sino como un personaje de las
mismas.
Asumiendo
nuestros conocimientos y experiencia como Docente en Literatura, Narrador Oral
(cuentacuentos), padre y abuelo lo haremos. Y será, es parte de nuestra
propuesta, por medio de talleres de lectura, presentaciones de cuentos narrados
oralmente, charlas y conversaciones con padres, educadores y los propios niños.
Por
medio de encuestas y cuestionarios se investigarán y evaluarán los resultados
para arribar a una conclusión final sobre cómo se abordaba el tema de la muerte
y cómo será abordado desde nuestra propuesta.
Y,
a partir de ello, elaborar una teoría.
Si la muerte pisa mi huerto
Si la muerte
pisa mi huerto
¿quién firmará que he muerto
de muerte natural?
¿Quién lo voceará en mi pueblo?,
¿quién pondrá un lazo negro
al entreabierto portal?
¿Quién será ese buen amigo
que morirá conmigo,
aunque sea un tanto así?
¿Quién mentirá un Padrenuestro
y “a rey muerto, rey puesto...”
pensará para sí?
¿Quién cuidará de mi perro?,
¿quién pagará mi entierro
y una cruz de metal?
¿Cuál de todos mis amores
ha de comprar las flores
para mi funeral?
¿Quién vaciará mis bolsillos?,
¿quién liquidará mis deudas?
A saber...
¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?
¿Quién me hablará ente sollozos?,
¿quién besará mis ojos
para darles la luz?
¿Quién rezará a mi memoria,
“Dios lo tenga en su Gloria”,
y brindará a mi salud?
¿Y quién hará pan de mi trigo?,
¿quién se pondrá mi abrigo
el próximo diciembre?
¿Y quién será el nuevo dueño
de mi casa y mis sueños
y mi sillón de mimbre?
¿Quién me abrirá los cajones?,
¿quién leerá mis canciones
con morboso placer?
¿Quién se acostará en mi cama,
se pondrá mi pijama
y mantendrá a mi mujer,
y me traerá un crisantemo
el primero de noviembre?
A saber...
¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario? (*)
¿quién firmará que he muerto
de muerte natural?
¿Quién lo voceará en mi pueblo?,
¿quién pondrá un lazo negro
al entreabierto portal?
¿Quién será ese buen amigo
que morirá conmigo,
aunque sea un tanto así?
¿Quién mentirá un Padrenuestro
y “a rey muerto, rey puesto...”
pensará para sí?
¿Quién cuidará de mi perro?,
¿quién pagará mi entierro
y una cruz de metal?
¿Cuál de todos mis amores
ha de comprar las flores
para mi funeral?
¿Quién vaciará mis bolsillos?,
¿quién liquidará mis deudas?
A saber...
¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?
¿Quién me hablará ente sollozos?,
¿quién besará mis ojos
para darles la luz?
¿Quién rezará a mi memoria,
“Dios lo tenga en su Gloria”,
y brindará a mi salud?
¿Y quién hará pan de mi trigo?,
¿quién se pondrá mi abrigo
el próximo diciembre?
¿Y quién será el nuevo dueño
de mi casa y mis sueños
y mi sillón de mimbre?
¿Quién me abrirá los cajones?,
¿quién leerá mis canciones
con morboso placer?
¿Quién se acostará en mi cama,
se pondrá mi pijama
y mantendrá a mi mujer,
y me traerá un crisantemo
el primero de noviembre?
A saber...
¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario? (*)
Así como lo vemos en
esta canción de Joan Manuel Serrat, cada uno tiene su experiencia vivencial e
intransferible sobre la muerte y su relación con ella. Y, ni siquiera se
necesita llegar al sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno o las
dramáticas letras de algunos de los más recios tangos. Como, tampoco, a algunos
poemas burlescos de Francisco de Quevedo o los contenidos jocosos de algunas
salsas de Rubén Blades u otros salseros que tocan el tema.
Desde
tiempos muy lejanos el tema de la muerte, tanto como el de la vida, ha estado presente
entre los seres humanos. Suponemos que, aunque no existan testimonios escritos
sobre ello, esto ha sido así desde el propio momento en que el hombre es
consciente de su esencia de tal.
Esto
se evidencia en diversas manifestaciones culturales desde la época de las
cavernas, hasta en las tumbas y sarcófagos, los numerosos monumentos funerarios
y los diferentes monumentos religiosos.
Como también se refleja en los pequeños objetos ceremoniales de las más
diversas culturas de todos los tiempos y espacios. Por ello su aparición en los
textos literarios no es de extrañar.
Desde El libro de
los muertos de los egipcios, pasando por La Ilíada y La Odisea de
Homero, como por la Divina Comedia de
El Dante, las Coplas por la muerte de su
padre de Don Jorge Manrique y muchos de los romances tradicionales
españoles, tanto como por los variados cantares de gestas, muchas de las obras
de William Shakespeare, principalmente su Romeo
y Julieta y su Hamlet, como el Werther
y el Fausto de Goethe, los poemas y
novelas del romanticismo y las obras más trascendentales de los siglos XIX y XX
que lo abordan de las más curiosas y diferentes maneras. Sin olvidar, por
supuesto, el cine o los videos que lo tratan.
Es que, sin duda, el tema de la muerte es, ha sido y seguirá
siendo un tema recurrente en las obras de creación. No el único, por supuesto.
Como
dice Antonio Machado en su poema XXXV de su libro Soledades:
“Al
borde del sendero un día nos sentamos.
Ya
nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
son
las desesperantes posturas que tomamos
para
aguardar… Mas Ella no faltará a la cita.”
Es notorio que a la muerte se le teme por todo lo que hay
de desconocido en ella. Se le teme porque con ella nos ausentamos de todo lo
que hemos aprendido a amar, de la naturaleza, del pensamiento y hasta del amor
mismo. Y, se le teme, a veces mucho,
porque el hombre se hace silencio con la muerte.
Es claro que Machado pone en este poema un especial
énfasis en la obligada actitud pasiva del hombre ante el problema de la muerte.
Evidencia una entrega a la espera de su arribo. Y eso puede asustarnos mucho
más. Tanto que el tema, al ser tratado de este modo, hasta lo eludimos. O, al
menos, evitamos el asumirlo, el integrarlo a nuestra realidad de seres vivos.
Y, por supuesto, no lo queremos hablar con los niños.
Incluso, pese a sentir la precisa validez de las palabras de Orlando Araujo
cuando, en sus Cartas a Sebastián para
que no me olvide (1988, pp.49), asevera:
“La muerte es dulce y no es esquiva,
pero es puta: se acuesta con todos los animales del mundo.”
“Y con los vegetales,
también”. Como apuntara Carlos Delgado Flores.
Reconocemos
que no es sencillo
pero, como parte de la vida, el tema no debería ser excluido entre adultos y
niños, sobre todo, en una conversación para resolver dudas o inquietudes. Y
menos cuando, en el caso particular de nuestro país en los momentos actuales,
sentimos lo doloroso y preciso de una aseveración como la brindada por el
Profesor Carlos Delgado Flores cuando, conversando con él sobre el tema que
trataría en este proyecto, y antes de escuchar sus aportes metodológicos
orientadores para este trabajo, dijo: “Una cosa es que la muerte sea algo que nos
pasa y otra, que la muerte sea algo con lo cual vivimos.”
Sin embargo, como apunta Anabel Sáiz
Ripoll: “En la literatura
infantil y juvenil, sobre todo en la juvenil, durante mucho tiempo, el tema de
la muerte se consideró tabú”. Para
señalarnos, casi a continuación, una cita de Fanuel Hanán Díaz (1996, p. 13)]:
La muerte ha sido en la literatura infantil la
gran ausente, la eludida, la disfrazada. Es difícil encontrar textos que
aborden con naturalidad esa problemática. Detrás de este fenómeno se esconde la
sombra de una actitud sobreprotectora hacia la infancia, de un recelo de adulto
que todavía no ha solventado su propio enfrentamiento con esa experiencia. Leer
sobre la muerte es vivirla por anticipado, es crecer un poco más internamente
para estar preparados para su venida. Pero también es el espacio para
confrontar nuestras propias experiencias y descubrir en los personajes de
ficción que nuestras emociones, que nuestros sentimientos ante ese hecho, son
también los de otras personas.
Equivocados o no, considero que será a partir de los aportes dados por cada una de las situaciones vividas de manera personal e intransferible con la muerte que se permitirá, desde un abordaje sensorial, sentimental y conceptual, un sencillo y profundo vínculo como para acercarnos sin tabúes a ella.
No
vamos a solicitar, por supuesto, que cada uno de los educadores o padres que
asista a las charlas y talleres que realizaremos nos hablen sobre su relación
inicial con la muerte. Ni, menos, que nos refieran cuán doloroso, sutil o
desagradable fue su experiencia personal. Como se dice, haremos que el proceso
corra por dentro de cada uno.
Pero,
sabemos como educador que será a través de algún ejercicio que llegaremos a
analizarla internamente para, a partir de ello, leer y revisar los textos
elegidos -tanto los de las definiciones
como los poemas y cuentos-, con el fin luego de los comentarios realizados en
grupo y otros ejercicios complementarios, llegar a las posibles conclusiones.
(*) Pueden escuchar la canción de Joan Manuel Serrat en este enlace de Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=cZlA_8okQLw
Tomado del Proyecto de Tesis realizado, presentado y aprobado por Armando Quintero Laplume para el Diplomado de Literatura Infantil para Docentes en la UDO (Caracas) el 14 de marzo de 20013: Sobre esa Señora que en cualquier
momento vendrá a buscarnos. La muerte como personaje protagónico en la Literatura
Infantil y otros entornos sobre ella.
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