Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

lunes, 29 de agosto de 2011

Homenaje a Jairo Aníbal Niño: La alegría de narrar



"La alegría de querer" es uno de los libros más conocidos de Jairo Aníbal Niño. La alegría de narrar, se llamará la actividad de Armando Quintero y será un homenaje unipersonal a reconocido escritor, conversador, compadre y hermano del corazón cuyo nacimiento fue en Moniquirá, Colombia, el 5 de septiembre de 1941. Compartiremos algunas vivencias y anécdotas. Como, también, varios de los cuentos y poemas de sus numerosos libros. El 30 de agosto, estamos a un año del fallecimiento de alguien que fue muy querido en nuestro país, donde, en cada visita que realizó cosechaba siempre numerosos amigos.


Al hacer clic en la imagen se enlazará a un video donde J. A. N, comparte una pequeña historia 
y unas reflexiones sobre los educadores.

Domingo, 04 de septiembre. Hora: 11:30 - 12:30.
Librería Sopa de Letras. Calle Bachiller Rafael Rangel Sur Secadero 6, Sorokaima. 
Hacienda La Trinidad, Caracas, Venezuela. Telf. +58 (0) 212 941.9648 / 941.9688



(Vivencias I)

De Jairo Aníbal Niño uno aprende muchas cosas: desde tener una casa cuyas paredes no sean de ladrillos sino de libros, hasta asumir a la ternura y el humor como respuestas a las diversas formas de la violencia. De Jairo Aníbal Niño, sobre todo, uno aprende a abordar la realidad cotidiana desde el lado poético de la misma: aún en aquellos instantes en que pudiera ser demasiado cotidiana, muy común, posiblemente vulgar.
Compartíamos el IV Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica en Elche, Alicante, como habíamos compartido el de Madrid: con toda la fuerza de nuestras voces y todo el entusiasmo de nuestros cuerpos, llenos de nosotros y del hacer y decir de los otros.
Andábamos caminos – vivenciando la sencilla importancia de tantas calles cubiertas por el polvo de los siglos- cuando Jairo nos comenzó a hablar del unipersonal que estrenaría, ante el público del Festival, en noches siguientes. Quería que le acompañáramos a elegir, y nos proponía – gran honor, no tanto para su esposa Irene, por ser una práctica familiar, como para mí, al permitirme participar de ella – una serie de los temas que presenta en sus amorosas conversaciones.
Los tres pensamos en la importancia, para ese público, de su encuentro en un vuelo, con la risa, las miradas y la complicidad compartida con una niña que, descubrió, no era otra que la hermana desconocida de El Principito: vivencia de su viaje a Monterrey (México) y que fuera presentada en el Segundo Festival de Narración Oral Escénica, con toda la magia del ser y hacer de este Señor de la Palabra que se Dice.
En ese andar, distraídos y abstraídos, nos habíamos llegado a la plaza de Elche, con su fuente y sus palmeras, su Gran Teatro y sus jardines, su revuelo de pájaros, su bar, sus comercios, el conversar de su gente, sus vendedores callejeros y el juego de sus niños.
Y fue ahí cuando el silencio nació, cuánto duró no lo sabemos: frente a nosotros correteaba, como jugando con sus propios pasos, una niña de rubios y ensortijados cabellos. Pequeñita – tanto para poder pensar que disfrutaba de un correr que recientemente realizaba sola- vestía un abrigo largo y azul, similar en forma y en tono al dibujado por Saint Exupery para el personaje de su maravilloso libro. Todo no hubiera pasado de una feliz coincidencia: pero el lado poético de la vida va más allá de un nivel rudimentario.
Nuestro silencio creció cuando, ante nosotros, apareció una hoja que venía traída por el viento. Desprendida quién sabe de dónde – porque la plaza tiene palmeras y no árboles- giró, giró, giró hasta depositarse en los pies de la pequeña. Ella también había seguido su descenso sereno y sencillo. La cogió con un delicado gesto. Se acercó a la fuente, humedeció apenas la hoja en sus aguas y, con ella, refrescó una de sus acaloradas mejillas. Volvió a humedecerla, para realizar el mismo acto en la otra mejilla. Luego la soltó y siguió correteando...perdiéndose en medio de los otros, los niños y adultos, en ese jugar con sus propios pasos.
Nuestras miradas sorprendidas – la de Irene, la de Jairo, la mía- volvieron a encontrarse. Nuestro silencio permaneció unos segundos más, hasta estallar en abrazos y risas: ¿Qué podríamos decir ante La Aparición de la Principita?

Texto tomado de "¿Quieres contar cuentos?" de Armando Quintero Laplume.
Publicado por analítica y la Fundación Mendoza.

sábado, 27 de agosto de 2011

Una nota para compartir: FELISBERTO EN TREINTA Y TRES



Para Armando, a quien escuché por primera vez hablar de Felisberto Hernández

Y de pronto veo a Felisberto, en el Cine Teatro Municipal, poniéndole música a una película de un señor con cara de caballo que nunca se reía, pero que a los espectadores les causaba mucha gracia. Creo que ese señor distraído y absurdo, de rostro impasible, no era otro que Búster Keaton, pero no puedo asegurarlo, ya que en ese entonces yo aún no había nacido, motivo por el cual no puedo darme cuenta cómo es que ahora veo esa escena como si fuera un recuerdo propio. Por las mismas razones, no puedo afirmar que el piano en el que Felisberto tocaba fuera el piano que había llegado al puerto de Montevideo en el barco “Tacoma” y que don Carlos Hontou Aguiar lograra desviar de su destino, adquiriéndolo para la ciudad de Treinta y Tres, y que ahora, pasada la moda en que todas las señoritas distinguidas del pueblo tenían que aprender a tocar el piano, mas que piano es una reliquia. Pero aunque no puedo afirmarlo, estoy extrañamente seguro de que era ése porque, por alguna razón que se me escapa, un piano con esa historia tenía que coincidir un día con la presencia, un tanto fantasmagórica y a la vez humorística, de Búster Keaton y de Felisberto Hernández en Treinta y Tres. Ocurrencias que uno tiene acerca de un tiempo anterior al tiempo de su propia existencia, y que después se presentan de este modo, como si uno mismo fuera parte de ello, y en el que los territorios de la memoria se confunden un poco con los de la imaginación. No sé si aquel señor flaco que tocaba el piano, vestido de negro y con corbatita de moño, de aire sonámbulesco, tenía algo que ver con el señor que en la pantalla cometía tantos desatinos y causaba tantos estragos sin que se le moviera un pelo ni se le dibujara una sonrisa en su cara de palo, pero lo cierto es que yo los veo -aunque repito: no sé como podría verlos si por esa época yo ni siquiera tenía intenciones de nacer- unidos por los acordes del piano: el blanco y negro del teclado persiguiendo las mudas piruetas de las sombras que cobraban vida en la pantalla.
Asimismo, más adelante veo a Felisberto (cuando ya había decidido que lo suyo era la escritura), escribiendo en un cuarto en penumbras, en casa de su hermano a los fondos de la Escuela de Varones, aunque en ese momento yo estaba lejos de concurrir a dicha escuela porque tampoco en esos años había nacido. Pero como de esa escuela era director don Julio Macedo -que también era profesor de Literatura-, con quien Felisberto supo hacer algunas audiciones radio-literarias, no dudo que algo de esto me haya llegado a mí de manera inconsciente cuando era escolar, y ahora lo recuerde como si realmente lo hubiera visto desde el patio del recreo.
Y lo veo también, más o menos por esa época, en la casa de mi amigo Armando Quinteros -contador de cuentos, nacido en el mismo año en que yo nací pero al cual conocería ya pasada la adolescencia- escuchando juntos (clandestinamente, porque aquello no era recomendable para niños) al mismísimo Felisberto -un poco distinto porque ahora estaba bastante más grueso-, contando sus interminables anécdotas y chistes de los cuales poco entendíamos pero mucha gracia nos causaban. Me acuerdo del aroma crocante de las papas fritas, y será por eso que cuando veo una película de Búster Keaton me asaltan unas ganas enormes de comer papas fritas.

Muchos años después supe que, efectivamente, aquel retiro treintaitresino había sido, para Felisberto, extraordinariamente importante. Viajando por los caminos de la escritura hacia los tiempos de Clemente Colling había iniciado su viaje hacia adentro, en busca de su yo más secreto. Allí donde nacen el misterio y la poesía. Allí donde las cosas se unen de un modo y en un tiempo que ya no son los modos y el tiempo en el que transcurre nuestra existencia.

Bolívar Viana. Ceramista, escritor y educador uruguayo de Treinta y Tres del Olimar.


Sobre Felisberto Hernández se puede consultar los siguientes enlaces:


http://es.wikipedia.org/wiki/Felisberto_Hern%C3%A1ndez

http://www.felisberto.org.uy/

Dos cuentos de Felisberto Hernández: El cocodrilo y Muebles "El Canario".

 http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/hndz/cocodri.htm

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/hndz/muebles.htm

Un texto para conversar: ENSEÑANZAS

Ilustración de Quino, tomado de la nota Enseñanzas

¿De qué le sirve a un niño saber que Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492? ¿O cuándo fue la batalla de Las Piedras? ¿O que la capital de Francia se llama París?

Para saber lo que entienden los niños de esas y otras cosas que el modelo se empeña en embutirles en la cabeza, basta leer las recopilaciones del maestro José M. Firpo. “La mosca es un incesto”, y la escuela deja secuelas.
Leer esas recopilaciones puede causar mucha gracia: al fin y al cabo no deja de ser gracioso eso de que “un burro es un caballo ignorante”. Pero, la verdad, eso es lo que queda en la mente infantil de las enseñanzas programadas del modelo educativo adulto.
Ahora, cuando recopilaciones parecidas se han hecho con los “estudiantes” que han llegado al bachillerato, la cosa ya no resulta tan graciosa. Más bien, dan ganas de llorar. Ahí sí que podemos decir: “¡Esto es cultura, animal!”
Quien ha leído las historietas de Mafalda, sobre todo las referidas a la escuela, puede sacar también algunas conclusiones. Yo supongo que el dibujante Quino debe haber pasado por esa peripecia de manera bastante similar a la mía, y así como yo me identifico con Felipe creo que él también se ha retratado en ese personaje. Mafalda -protestona pero lo suficientemente madura como para cuestionar a los adultos- es, sin embargo, con respecto a la escuela, la más seria, responsable y estudiosa. A ella, el modelo no la va a echar a perder, porque tiene muy bien afilado el estilete de la crítica. Ve de lo que se trata y lo acepta, pero su madurez mental la coloca por encima de la chatura reinante. Felipe es un carácter típicamente sentimental, Mafalda es una pasional. Lo único que sabe Felipe -aparte de odiar a la escuela- es perder el tiempo, soñar, perderse en sus pensamientos y leer historietas. Mafalda, en cambio, ya tiene claro que tiene una meta en la vida, y toma de su entorno todo aquello que necesita para llegar a esa meta. Esa es la característica principal de los caracteres apasionados. Saben quienes son, donde están parados y hacia donde van.
A ellos se agregan Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad (la más chiquitita). Ese grupo de niños, tan diferenciados, reciben, sin embargo, una enseñanza programada como si fuera una receta válida para todos ellos. A su vez, nunca vi, en una de esas tiras, que en el aula los niños estuvieran haciendo algo propio de la infancia, como jugar, cantar, dibujar, etcétera. El único que hace eso, llenando de garabatos y monigotes las paredes de la casa, es el Guille, hermanito de Mafalda. El Guille todavía no ha sido “adulterado”, y por lo que se vislumbra -teniendo, además, el ejemplo de Mafalda tan cerca- creo que no lo van a poder “adulterar”. Ese va a ser de los que patean el tablero, el pupitre y al profesor.

Otro dibujante-humorista, Fontanarrosa, declaró una vez que él había vivido 54 años y nunca había tenido la necesidad de resolver un quebrado. Debía de preguntarse, entonces, para qué tantos quebraderos de cabeza (y tiempo y energías gastados) en aprender a resolverlos. Que los resolvieran los chicos matemáticos, que es a quienes les corresponden tratar esos asuntos. Plantear esto, ¿es algo muy descabellado? ¿O es tener en cuenta la naturaleza, el carácter y la tendencia de cada niño?

He hablado con algunos maestros ya jubilados, algunos de los cuales fueron alumnos míos en el Instituto Normal. Los que eran vocacionales parecen haberse dado cuenta del problema, y se sienten, en mayor o menor medida, frustrados. Hicieron lo que pudieron pero son conscientes de que no alcanzó. Hace poco hablé con una maestra recién iniciada, que me transmitió algo así como un no saber qué hacer. Le hablé extensamente del asunto de la expresión plástica infantil y de sus valores educativos. Me escuchó atentamente, como quien oye hablar por primera vez de ese asunto. Y me dijo que de eso no les enseñaron absolutamente nada. O sea, en la formación de los maestros, hemos retrocedido, porque en el tiempo que yo fui profesor, al menos existía una materia llamada “Expresión plástica infantil”. En aquella época no se le daba la relevancia que tiene, ahora simplemente no existe. Los maestros ya no van a la guerra con un tenedor, van con un escarbadiente.

 Por Bolívar Viana  publicado a la‎(s)‎ 06/07/2011 16:03 por  Semanario Voces de Uruguay.

martes, 23 de agosto de 2011

En un lugar de cuentos, se narran cuentos.

Un momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

   En un lugar de cuentos como lo es La Hacienda La Trinidad. ¿Qué otra cosa podremos hacer? Lo que siempre hacemos, narrar cuentos, compartir con el público, pasar un momento familiar. Con el corazón dispuesto y cargado de afectos.

   Invitados a realizar nuestra actividad por la Librería Sopa de Letras concurrimos no libres de ciertos temores. Siempre suponemos que son los normales cuando uno se presenta en un sitio como éste por la primera vez y sabe que ese lugar no lleva mucho tiempo abierto a nuevas posibilidades de encuentros. Que, casi seguro, tendrá ante sí a un público casi totalmente nuevo, porque estamos en el período de vacaciones que, por supuesto, tiene alejado de Caracas a muchos de los asiduos asistentes a nuestras presentaciones en la Universidad Católica Andrés Bello y en el Parque Caballito de Altamira.  Unido al hecho que presentaré un unipersonal, cuando hace bastante tiempo me presento con alumnos u otros narradores. Y, además, con el compromiso de cumplir con el amigo que nos promocionó ante las personas responsables de satisfacer a sus normales asistentes.
   
Otro momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

       Pero, una sorpresa tras otra y, por qué no, la ayuda de algún divertido duende travieso o un hada buena y amigable enviados hasta allí por Jairo Aníbal Niño, nos fue acompañando casi permanentemente desde el momento que llegamos al sitio.
   Arribamos con nuestra hija menor, su esposo y nuestro nieto. Que, también, era algo nuevo.: Nicolás, a sus cinco meses, ya está acostumbrado a escuchar cuentos desde el vientre de su madre, pero era "La primera vez que va a ver a su abuelo presentándose". como dijo su padre. 
   Al descender del carro, mientras los padres acomodaban a Nicolás en su cochecito, me dirijo a la librería que estaba aún cerrada y, de inmediato, al pie del samán, el lugar de la actividad.   
   Allí me encuentro una mesa y unas sillas. Estupenda solución para acomodar algunos de mis libros, los elegidos para la presentación, y tener una de las sillas para iniciar la conversación inicial con el público. Lo vemos en la foto, arriba.
   "Con cuentos de sus libros "Cuentos de la Vaca Azul", "Un lugar en el bosque", de la colección de "Caracoles" y algunos cuentos nuevos se ha elaborado un programa para todo público. El humor, la ternura, las sorpresas abrirán puertas y ventanas en la imaginación y el corazón de quienes los escuchen." Así habíamos anunciado la actividad, pero esto es algo nuevo en nuestra presentaciones con el público. Aún narrando cuentos míos, no los expongo a la vista del público. Pero, estamos realizando una presentación para una librería. De alguna manera, sin separarme de la ortodoxia del oficio, prudencialmente se han de promover libros.
   La llegada de Javier Marichal, el amigo promotor de mi labor de narrador oral, escritor e ilustrador, fue casi inmediata. Las dueñas de Sopa de Letras llegaron un rato después. 
   El recibimiento de las socias fue muy refrescante. Con una de ellas habíamos pautado la presentación. Con la otra,  nos veíamos por primera vez y, ¡oh, sorpresa!, exhibía un ejemplar de "Un lugar en el bosque" que quería se lo dedicara.  Cuando iba a hacerlo, descubro que ya se lo había dedicado a solicitud de Javier, nuestro común amigo. Fue cuando, por el 2006, luego de recibir el premio y el reconocimiento por esa obra, lo bautizamos en la casi escondida librería de La Castellana, donde, por años trabajó Javier Marichal. Todo un cuento, y toda una historia cargada de emociones había en todo ello. Pero, la dueña de la librería quería una nueva dedicatoria para su libro. Y no podíamos negarnos, por supuesto, a una sorprendente novedad, la de hacer dos dedicatorias a un mismo libro. 
   El público comenzó a llegar. Y se comenzaron a inscribir los niños.
   Varias sorpresas nos esperaban aún.
   La primera, la asistencia de una señora que cuando tenía la edad de su hija nos escuchaba en el Teresa Carreño.  Y lo manifestó eufórica, comentándolo a viva voz a las dueñas y a mí. 
En la foto de arriba, la podemos ver. Es la señora con la niña que escuchan muy atentas y que sobresalen del grupo porque se sentaron próximo, como "para no perderse ni los suspiros", como decía nuestra abuela del corazón.
  La segunda, fue la presencia de Mattias, su hermano Diego y sus abuelos. Los señores también  se acordaban de nuestras presentaciones que por doce años hicimos en la Plaza Vicente Emilio Sojo del Teresa Carreño, hasta el año 2002. Por eso trajeron a sus nietos.
   Con Mattías se produjo una relación como de amistad - complicidad que parecía de muchísimo tiempo, de esas que uno llama "de toda la vida". 
  Al comenzar a llegar el público lo vi entrar con sus abuelos y hermano. Y todos se ponen a recorrer la librería. De pronto, siento que me jalan la batola azul de mi vestuario por detrás, y él está ahí mirándome. Comenzamos a presentarnos y a hablar. Le digo que tengo un nieto que supongo se parecerá a él cuando tenga su edad. No me dice nada y se aleja acercándose a sus abuelos. Me hablan otras personas pero oigo que Mattías dice que quiere conocer a Nicolás así que lo invito a que me acompañe a verlo. A partir de ese momento estuvo permanentemente a mi lado. Pueden verlo en la foto de arriba, es el niño que está parado fuera de la alfombra de muchos colores que coloca la gente de Sopa de Letras para que los niños y algunos adultos se sienten a escuchar los cuentos. Creo que esa relación como de amistad - complicidad nos permitió mantener un trato que podría haberse transformado en perturbador para la actividad en un grado de cierto equilibrio durante toda ella. 

Y, otro momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

   La tercer sorpresa fue la presentación en sí misma. 
   Fluyó con naturalidad y me deje llevar por su movilidad.
   La conversación escénica, al estilo de Jairo Aníbal Niño, donde el compartir vivencias intercaladas entre y con los cuentos, soportaron el eje central de toda la presentación. 
   Era una manera acertada, elegida para sentirme cómodo e ir tomando la confianza necesaria en la relación con ese público, en las situaciones que se creaban y en un espacio que, abierto pese a su alambrada, a las edificaciones que le flanquean y a su cercanía a la calle, podría crear algunas probables distracciones. Aunque el samán, además de prestar su sombra, oficia de campana para crear cierta acústica. Ya lo habíamos comprobado el día que confirmamos que se realizaría nuestro unipersonal. 
   Salpicadas de humor, con sorprendentes comentarios y sugerentes referencias comenzamos a encantarnos, envolvernos y comprometernos, todos, con la actividad.
  Desde una vivencia que me marcó desde el vientre de mi madre, la de escuchar cuentos y la de compartir ese vientre con la única hermana que tengo, paso a narrar un cuento de tradición oral, que también escuchamos en nuestra infancia en Uruguay y que siempre nos lo refresca Francisco Garzón Céspedes en su versión cubana, "El mejor cazador del mundo". Un "cuento del yo mentiroso" que los campesinos han versionado del libro "Las aventuras del Barón de Münchausen"
   Pasamos de inmediato por el recuerdo de nuestros abuelos del corazón para introducir nuestro cuento "El libro de las preguntas" e, incluso, leer algunas de ellas. Cosa que pocas veces hago ante el público. Aunque me gusta leer en voz alta para otros.
   De ahí narramos una serie de cuentos de "Un lugar en el bosque", "Caracol y Caracola", "Caracol y gusanito" y concluimos con "Víctor", nuestra versión del elefante de colores que parte del cuento "Guy" del libro "Monigote en la arena" de Laura Devetach.
  Y cerramos como siempre lo hacemos, con los dos poemas del libro "Preguntario" de Jairo Aníbal Niño.
   Ante la seguridad de que el público quería más cuentos, narramos los tres primeros cuentos breves de "Los cuentos de la Vaca Azul", un cuento que nos regalaran hace unos años, "El viejito y la rana" y cerramos la actividad con "Puño al aire", también del libro citado.

Saludo al cierre de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

     Con toda humildad, señalamos que este saludo es, también un abrazo cargado de afectos por lo compartido entre todos. 

   Retornamos el domingo 4 de septiembre, a la misma hora, con cuentos nuevos.
   La alegría de narrar, se llamará la actividad y será un homenaje unipersonal a Jairo Aníbal Niño cuyo nacimiento fue en Moniquirá, Colombia, el 5 de septiembre de 1941. Compartiremos varias historias y poemas de sus numerosos libros, a un año de su fallecimiento.
   Para saber sobre este autor haga clic en el nombre y se enlazará a wikipedia.

viernes, 19 de agosto de 2011

Cada quien escucha lo que necesita escuchar

Foto de Sebastián de la Nuez tomada en Parque Caballito.

Armando Quintero Laplume sabe hablar con las manos y con su voz de amigo que no te va a fallar; es profesor, escritor de cuentos infantiles, pintor y dibujante, pero se ha quedado sobre todo con este oficio de reunir a un grupo de gente (preferentemente locos bajitos, pero también público del otro) para practicar una tradición ancestral, la narración oral, abriendo hiistorias como puertas que ha aprendido, que ha inventado o que se ha leído una y otra vez haciéndolas suyas

¿Hay un secreto en el arte de contar cuentos? Si lo hay, debe estar encerrado en la cabeza de Armando Quintero Laplume.  “Cuando uno cuenta un accidente”, dice, “transmites algo más, quizás en un temblor del labio. Bueno, si usted no tiene ese algo más a la hora de contar un cuento, mejor no lo cuente porque el otro va a sentir que usted le está repitiendo una historia; no la está viviendo”.
Puedes verlo de azul o verde cualquier tarde en los jardines de la Universidad Católica Andrés Bello, y estará feliz de sumarte a su estancia en el 33. Tendrás el papel de Alicia en el país de las maravillas, si te dejas llevar. El 33 en una región al este del Uruguay donde, encerrado en el vientre materno para que nadie lo viera, ya observaba y escuchaba a los peones de la hacienda echando sucedidos, que así llamaban a sus historias, no cuentos.
Eso fue antes de los gorilatos, antes de la evacuación.
Así comienza la entrevista que Sebastián de la  Nuez le realizara a Armando Quintero. Para leerla completa haga clic en el siguiente enlace: http://www.hableconmigo.com/2011/08/17/cada-quien-escucha-lo-que-necesita-escuchar/ 

jueves, 11 de agosto de 2011

Armando Quintero con sus Cuentos de la Vaca Azul en Sopa de Letras


Armando Quintero con sus Cuentos de la Vaca Azul y otros cuentos


     El domingo 21 de agosto a las 11.30 a. m. se presentará en la librería Sopa de Letras.


     Con cuentos de sus libros "Cuentos de la Vaca Azul", "Un lugar en el bosque", de la colección de "Caracoles" y algunos cuentos nuevos se ha elaborado un programa para todo público. El humor, la ternura, las sorpresas abrirán puertas y ventanas en la imaginación y el corazón de quienes los escuchen.


     Sobre Armando Quintero podemos decir que nació a las orillas del Olimar, un pequeño río de Uruguay, hace un montón de años. Tantos que, cuando una niñita le preguntó la edad  y él se la dijo, le comentó: “¡Tantos! ¿Y no te has muerto todavía?” Claro que, como no se iba a quedar callado,  le respondió:  "No, porque me hacen vivir los poemas y los cuentos. Los que leo, los que escucho, los que escribo, los que digo y los que cuento."
     Les podemos contar, además que, al crecer, como le gustaban tanto los poemas y los cuentos y como algunos adultos creen que eso no da para vivir, tuvo que negociar con su padre sobre qué hacer con su vida. Él lo quería médico o militar. Sobre lo primero, como estaba seguro de que no se veía de bata blanca, estetoscopio al cuello y escalpelo en mano, dijo que no. Y, a lo segundo, menos.
     Ante la insistencia paterna de hacer “una carrera de porvenir”, se entero por su boca  que la contaduría pública lo era en ese momento. 
     - "Eso sí" - respondió. "Quiero ser contador público".
     Su padre ya lo veía con su título y su oficina. De verdad, verdad, no le mintió. Es un contador público: Es un cuentacuentos, un narrador oral. 
     Además de docente en literatura, actor, ilustrador, docente universitario y director de las agrupaciones de narradores orales Los Cuentos de la Vaca Azul (1987) y Narracuentos UCAB (1991) que fundó en Caracas, donde vive desde 1978. 
     Está casado desde hace treinta y nueve años y tiene dos hijas y un nieto de cinco meses. 


     Nuestro Simón Díaz compuso una canción dedicada a su labor de narrador y el renombrado escritor colombiano Jairo Aníbal Niño le brindó el siguiente juicio:
     “Había una vez un hombre que se alimentaba de jardines y que cumplía años de vez  en cuando.
     Se llama Armando Quintero, pero la vida lo ha bautizado con otros nombres: mago, agua, amistad, sonrisa, río, corazón abierto, casa con alas, poesía, palabra que canta y cuenta.
     Hoy hace 50 años, un barco cantó como una muchacha, un hornero fabricó la casa del cielo, un delfín inventó la mano de Dios y el mundo supo que había nacido un hombre limpio, de alma refulgente y con un lugar trazado en las coordenadas del tiempo del corazón humano.”
     
     Al hacer clic en "librería Sopa de Letras" se enlaza y puede ver la dirección y el teléfono para informarse las vías y medios de acercarse. Es muy fácil hacerlo. Y es un hermoso lugar.

lunes, 8 de agosto de 2011

Nuestras presentaciones para el mes de agosto




El domingo 14, en el Parque Caballito de Altamira
Séptima Avenida con Séptima Transversal, diagonal al Colegio Cristo Rey.
Como todos los segundos y cuartos domingos de cada mes, a las 4.30 pm.


Para este segundo domingo de agosto está programada una presentación de "Cuentos con abuelos".  De los nuestros, de los abuelos de nuestros conocidos y de los que hemos encontrados entre nuestras lecturas y cuentos escuchados por ahí.  Se compartirán historias y vivencias de aquellos maravillosos seres que pueblan de sabidurías, sueños e invenciones los espacios de nuestra niñez. Divertidas, tiernas y alocadas historias para niños, jóvenes y adultos donde el humor, la ternura y el asombro harán de las suyas en los corazones de todos. Como siempre, los esperamos con familiares y amigos. 


Participarán los recientes narradores orales: Zulay Pérez y David Venegas con Abigail Truchsess y Armando Quintero. Además, esperamos a Tiago de Jesús, Ludwig Caballero y Natalia Peralta, si no se fueron de vacaciones. Como también algunos narradores amigos que se aventuren por los espacios de nuestro parque de los cuentos.


Invitan: Narracuentos UCAB con Cuentos de la Vaca Azul y sus narradores amigos. 
Apoya la Dirección de Cultura de la UCAB .

NotaPara el domingo 28, para festejar el mes de nuestras vacaciones, presentaremos en Parque Caballito,  “Cuentos de niñas y niños ocurrentes en las aulas”.

En nuestros otros espacios habituales

En la Universidad Católica Andrés Bello 

Narracuentos UCAB en su espacio de La Plaza del Estudiante: Todos los lunes a las 5 pm y los viernes a las 12 m. Abrimos y cerramos las semanas narrando cuentos. Retornamos en octubre, al inicio del año universitario y, con ello, nuestras actividades de talleres, ensayos y presentaciones.


En otros espacios donde narramos

Ya tenemos la programación de nuestras nuevas actividades para el próximo año universitario. 

Recuerden que siempre nos presentamos en:
Colegios públicos y privados
Instituciones privadas
Otras universidades e institutos universitarios
Y en fiestas y festejos

Previo acuerdo de las condiciones de situaciones, espacios, si el público que asistirá será de niños, de jóvenes y/o de adultos. Y de las temáticas a abordar entre otras.

viernes, 5 de agosto de 2011

Sobre la fantasía y otras posibilidades de ser conscientes en la Narración Oral (2)

Imagen tomada del blog de Sergio Álvarez Frugoni


   Vine a este mundo a narrar
   Mi relación con los narradores orales viene desde  el vientre de mi madre.
   Siempre lo cuento y siempre me emocionan las reacciones de los que me escuchan y me regalan toda su atención.
   Son similares a los pequeños y expresivos gestos de los que escuchan a esa maravillosa abuela narradora que es, porque seguirá siendo, Ofra Kipnis. (*)
   Mi madre gustaba de los cuentos y siempre dirigía su abultado vientre hacia quienes los narraban. Dentro de él, yo pegaba mi oído al borde para escucharlos. Y, como uno flota allí como si fuera un submarino en las profundidades del mar, por el cordón umbilical, como si se tratara de un periscopio, los observaba.
   A este recuerdo, no dejo de reconocerlo, me lo activó Jairo Aníbal Niño que de ello, como de otras cosas sencillas de la vida, sabía bastante.
   Por ello, estoy seguro que, sin parodiar a Martín Fierro (**), desde el vientre de mi madre, vine a este mundo a contar. A cantar, no. Eso lo hacía, y parece que muy bien, el gaucho matrero de José Hernández.
   Pero no fue lo único que aprendí en el vientre de mi madre. También supe que el mundo no era sólo para mí, que había que compartirlo.
   En ese vientre no estaba solo: estaba allí con la única hermana que tengo.
   -       ¿Así que eres morocho? – me preguntó un día un niño que escuchaba este relato, para volver a preguntarme: ¿Y, le contabas lo que oías?
   -       Claro que sí. Aunque no tengo memoria de la lengua en que lo hacía.
   -       En lenguaje de gestos – agregó el muchachito – Estabas bajo el agua.

   (*) En este enlace pueden ver a Ofran Kipnis y las reacciones de su público:  
   http://www.youtube.com/watch?v=zY_R9ZNDw2s&feature=youtu.be 
   Tomado de la Red Internacional de Cuentacuentos  
   (**) En este enlace pueden encontrar información sobre MartínFierro:
   http://es.wikipedia.org/wiki/El_Gaucho_Mart%C3%ADn_Fierro
   Tomado de Wikipedia


   Texto de Armando Quintero

jueves, 4 de agosto de 2011

Sobre la fantasía y otras posibilidades de ser conscientes en la Narración Oral (1)

Ilustración de Maurice Sendak tomada de la web.

El arte de contar cuentos como disparador de sueños. 


No pretendemos ser belicistas. Ni queremos serlo.

Ya es más que suficiente con todo lo que tenemos por estos lares.
Y por otros. Que hasta en ello también nos hemos “globalizado”.
Claro que el diccionario permite descubrir que existen otras acepciones de la palabra “disparador” aunque, al mencionarla, casi siempre pensamos en armas.
Pese a ello, no hemos encontrado una imagen más sugerente, ni más precisa sobre lo que queremos desarrollar como tema a compartir.  
Así como en nuestros años de juventud vibrábamos con "La poesía es un arma cargada de futuro" de Gabriel Celaya, en la actualidad estamos vibrando con lo que provoca el arte de narrar cuentos.
Con esas numerosas puertas y ventanas que a todos, tanto a los narradores orales como al público copartícipe, nos abren a la fantasía.
Y así, notamos como el arte de narrar cuentos se transforma en un verdadero disparador de sueños.
"La fantasía es algo que ocupa la vida de los niños. Creo que no hay ninguna parte de nuestras vidas infantiles o adultas, en la cual no estemos fantaseando. Pero preferimos relegar la fantasía a los niños, como si fuera una tontería apta sólo para las mentes inmaduras de los pequeños. Los niños viven dentro de la fantasía y en la realidad, de una manera que ya no podemos recordar” ha aseverado el famoso ilustrador y escritor Maurice Sendak.
En facebook encontré, por mera casualidad, un breve texto de Joan García Figueroa, suponemos que de su autoría, y que fue el motivador inicial de estas reflexiones: “La fantasía no nos aparta del mundo real...al contrario, nos adentra de una manera más profunda en él y en lo que somos. El verdadero escapismo es la vida real. Esa vida, llena de tareas cotidianas, tópicos y palabras dadas, casi siempre se basa en una huida de nosotros mismos. Por el contrario, el mundo de la ficción nos indica cuánta verdad somos capaces de soportar. Volver deseable la realidad es la misión de la fantasía.”
Sin duda, los niños siempre la han visto así. No olvidemos que hasta en medio de una guerra ningún niño deja de jugar. Ni de permitirle todos los espacios posibles a la fantasía. Sólo lo hacen en situaciones muy extremas.
Pero también muchos de nuestros jóvenes y adultos revelan una actitud similar ante el acto de narrarles oralmente. Lo hemos observado en varios lugares por las reacciones que evidencian mientras vamos narrando. E, incluso, por los comentarios posteriores a las presentaciones.

Texto de Armando Quintero