Allá,
como a treinta y tres grados al sur, en un país pequeño que es como un corazón
patas arriba, allá nació Clarissa.
Clarissa muge y sonríe bajo la
sombra de un árbol y mira hacia el horizonte.
- Un lugar como éste no hay –piensa Clarissa.
- Un lugar como éste no hay –piensa Clarissa.
Y la vista se le pierde, lejos,
entre pastos tiernos y frescos de tan verdes.
Allá donde vive Clarissa hay un río.
Que para algunos es como muy pequeño
para ser un río. Pero, para todos, es enorme por sus cuentos, poemas y
canciones.
A veces Clarissa mira hacia los tres
puentes que atraviesan el río de su mundo. Y piensa: - “Hay lugares en los que
se nace para irse”.
Pero se queda allí como pasajera del
tiempo.
Y escucha entre sueños pasar los
trenes.
Un día un pajarito se posó sobre su
cabeza.
- Nuestro río tiene las olas grandes
–le dijo Clarissa por hablarle.
- Tan grandes como las del mar
–comentó el pajarito.
Clarissa le dijo que no había visto
nunca al mar.
Y el pajarito le cantó los sonidos de
las olas del mar y le habló de sus playas, de los puertos, los barcos y los veleros
que llegan y se van.
- ¿Qué más? –preguntó Clarissa.
Y Clarissa oyó de las aguas del
mar, de su sabor salado lleno de peces, pulpos,
calamares, camarones y de caracoles. También de los tiburones y de sus vientos
y mareas.
- ¿Qué más? –volvió a preguntar
Clarissa.
El pajarito miró los ojos de
Clarissa y recordó la mirada ausente de un marinero que andaba caminando tierra
adentro, lejos del mar.
Y fue cuando le contó el encuentro
de Odiseo con las sirenas.
Y ahí quedó Clarissa enamorada del
mar. Y de los cuentos.
- ¿Qué la pasa a ella? –se
preguntaban las hermanas.
- ¿Qué bichito la ha picado? –se
preguntaba su mamá.
- ¿Qué hace esa vaquita loca? –preguntó
el toro rojo que la vio pasar. ¿Será contagioso lo que tiene?
- Espero que sí -pensó Clarissa.
Es que Clarissa, de sólo pensar
en el mar, se colorea de azul.
Y se llena de cuentos. Desde las
ubres al piquito de su risa, desde el cielo claro de su regazo azul hasta los
cachitos amarillos de su cabeza.
Cuando así le ocurre Clarissa se
va a recorrer su mundo y el de los otros.
Y comienza a abrir puertas y
ventanas en el corazón de todos.
Texto: Armando Quintero (versión para EKids) / Foto de los tres puentes del Río Ulimar: Andrés Tuerca
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