Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

jueves, 28 de enero de 2010

Temas de Narración Oral: Seleccionar cuentos a conciencia



















Ilustración tomada de http://piracantodf.blogspot.com/


“Por el fruto conoceréis el árbol”...

Esas palabras tantas veces repetidas por la abuela, nos vienen a la memoria cuando leemos u oímos cuentos que percibimos para narrar oralmente, cuentos que sentimos como nuestros, o que los hacemos nuestros al recrearlos desde nosotros mismos.

Diversas – múltiples y multiplicadoras- son las fuentes de oralidad: desde los cuentos que han venido afirmándose de tiempos inmemoriales, pasando de bocas a oídos y viceversa, hasta los cuentos que los hacedores particulares de los mismos han afianzado en el campo específico de la literatura, o fueron afianzados por quienes los tradujeron o transcribieron – desde “Las mil y una noche”, a “El Decamerón” y a “Los Cuentos de Canterbury”, pasando por Poe, Kipling y Maupassant, hasta Quiroga, Cortázar, Jairo Aníbal Niño y Ednodio Quintero- sin olvidarnos de los relatos que los propios narradores orales crean desde su antiguo y revitalizado oficio de la palabra viva.

En este mundo de la informática y de los videocasetes, donde hemos “literalizado” la oralidad y “oralizado” la literatura, siempre podemos realizar nuestra antología personal de cuentistas que, por supuesto, no dejará de ser nuestra propia “antojología”. A nuestra medida. Y a nuestra verdad. Para ella les propongo ciertos autores, cuya nominación parte de las experiencias coparticipadas con diversos narradores y diferentes públicos: son textos “encontrados” al narrar a niños, jóvenes y adultos.

Hallamos relatos “narrables” entre los venezolanos Aquiles Nazoa, Julio y Salvador Garmendia, Oscar Guaramato, Luis Brito García, Laura Antillano, Pedro Emilio Coll, Denzil Romero, Guillermo Meneses, José Balza, Rafael Rivero Oramas, Orlando Araujo y, el ya nombrado, Ednodio Quintero. Entre los latinoamericanos Julio Cortázar, Onelio Jorge Cardoso, Samuel Feijoó, Ema Wolf, Beatriz Ferro, Elsa Isabel Bornemann, Luis Luksic, Jairo Aníbal Niño, Eliseo Diego, Graciela Cabal, Laura Devetach, Graciela Montes, Jorge Luis Borges, Juan José Morosoli, Francisco Espínola, Eduardo Galeano, Virgilio Piñera, Mario Benedetti, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Javier Villafañe, Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez, Felisberto Hernández y Alejo Carpentier. Entre los otros “americanos”: Herman Melville, Ambroce Bierce, Ernest Hemingway y Ray Bradbury. Entre autores de otras partes del mundo como Franz Kafka, León Tolstoi, Antón Chejov, Patricia Highsmith, Rafix Schami, Salin Alafenisch, Roberto Piumini, Italo Calvino, Gianni Rodari, Leo Lionni, Fernando Alonso, Asís Guillén, Isaac Bashevis Singer y Margarita Yourcenar, Jürg Schubiger. Como también, en antologías de “Cuentos Tradicionales” o “Cuentos Folklóricos” españoles, franceses, rusos, alemanes, italianos, latinoamericanos, venezolanos...o las realizadas por etnólogos o estudiosos de cuentos cosacos, gitanos, esquimales, africanos o de grupos aborígenes de Nuestra América, y de la otra... Como ven, siempre hay buenos árboles donde cobijarnos. Pero, por ellos y por todos, solo nos resta sostener una amorosa relación con cada uno de los textos que asumamos para narrar: tanto por su buena sombra como, fundamentalmente, para que siempre nos tengan que valorar sus mejores frutos.


Apunte IX

Tenemos que aprender a visitar los cuentos. Acudir a ellos con todos los sentidos, con todos los sentimientos, con todos los conceptos. Abiertos: dispuestos a ser para, desde y con ellos.
Como quien entra a la casa de un amigo, a la casa de la persona a la cual admira, a un templo. Queriéndolo sin decirlo, abrazándolo sin tocarlo. Celebrando con él la voz humana. Porque, como asevera Eduardo Galeano:...”Todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada” ¡Y los cuentos nos dicen, los autores de los mismos – conocidos o no- nos dicen, nosotros decimos y quienes coparticipan con nosotros, en el acto artístico de la palabra que se dice, también!

Nota Sería conveniente que se leyera el texto completo de donde se tomó la cita de Eduardo Galeano, página 11 de “El libro de los abrazos”. No sólo por este apunte, sino por lo que brinda para comprender, y aprehender, sobre comunicación. El mismo es utilizado, a tales fines, en el Taller Básico de Narración Oral Escénica que dictan, a nivel nacional e internacional, los “Cuentos de la Vaca Azul”.

Texto de Armando Quintero tomado de ¿Quieres contar cuentos?http://www.analitica.com/media/3183637.pdf

miércoles, 27 de enero de 2010

Tema para conversar: La narración oral escénica en la promoción de la lectura



















Cartel de la Feria del libro de Bogotá


Casi a todas las personas a las que les interesa la promoción de la lectura, piensan en primer lugar en enfocarse a los libros como únicas herramientas para llevar a cabo dicha labor. Sin embargo, existen muchas más opciones para tal efecto; una de ellas y quizá la menos conocida y practicada es la narración oral escénica. ¿Cómo ayuda la narración oral escénica en la promoción de la lectura?

En principio, teniendo en cuenta que la lectura en voz alta es un acto de comunicación donde existe un emisor y uno o varios receptores, pero es pasivo y la narración oral escénica ofrece ese mismo acto de comunicación de forma activa, ya que emisor y receptores conviven no sólo hablando, si no también involucrando todos los sentidos. Según la teoría de la recepción, esto se debe a que se establece un intercambio de comunicación que permite socializar, extender el universo de conocimiento hacía una diferente versión del mundo y lo que la rodea; también establece un tránsito creador entre el autor, el texto o cuento, el lector o el escucha y esté último se convierte en co-creador; además de que establece lo más importante: total libertad y ajuste de los sentidos, que implica tener los referentes como experiencia y conocimiento general.

Al involucrar todos los sentidos sin perder sus poderes se convierten en servidores de la imaginación y permiten que el escucha, oiga lo inaudito y vea lo imperceptible. Los sentidos son y no son de este mundo; ahí es dónde la literatura crea un puente entre el ver y el creer. El lector, al poner en atención todos sus sentidos, se convierte en un destinatario, contestatario que acepta o rechaza. Es co-productor, genera su propio discurso. En este sentido lo artístico es el texto mismo y lo estético es la realización que el lector hace de él.

La teoría de la recepción es una nueva estética en la cual el autor, la obra y el lector entran en una relación dinámica. Para apreciarla es necesario reconocer la carga emocional significativa de la lectura. La narración oral escénica según Francisco Garzón Céspedes es “la realidad recreada fuera del espejo…”, “…un acto creador…”,”…es parte del arte escénico…”; así pues, al narrar se hace un descubrimiento, una recreación, se genera una motivación y una profundización de esa otra necesidad de encantamiento y aprendizaje que es la lectura.

En la narración oral escénica se pueden identificar tres personajes; el narrador, que tiene que tener una motivación interna que lo lleve a la urgencia de contar; el público o circunstancia, que tiene que ver con la edad, el lugar, la fiesta o el motivo de la reunión; el cuento, que se relaciona con la personalidad del narrador, el cual crea su propia estructura del cuento. Esta estructura se compone principalmente de un comienzo o anzuelo, para atrapar al público y llamar su atención, esto se puede realizar a base de sonidos, movimientos, ritmos o de una forma clásica (Había una vez…) o combinar varios de ellos; el desarrollo es la parte fundamental en la que el narrador puede omitir, ampliar o alterar el cuento de modo que se adapte a su asociación y construcción mental del mismo, es importante señalar que en el desarrollo debe haber un nudo o conflicto, una cadena de sucesos y un climax, para poder mantener la atención de los receptores y que al omitir, ampliar o alterar el cuento debemos de dejar en él las partes y/o frases esenciales y cruciales de la historia original que nos puedan ayudar en la cadena de sucesos; porque la narración oral no es un cuentito, no es una dramatización teatral; es el tomar la identidad de los personajes, es espontánea, es creativa, tiene un carácter emotivo y gestual.

Para lograr un buena narración, el narrador tiene que tomar en cuenta algunos detalles: la voz, el que los receptores no sepan escuchar, la entonación, los signos de puntuación, la velocidad de narración, la postura y, el sentido y significado del cuento. En la voz, se tiene que tomar en cuenta los rasgos geográficos o ambientales del narrador o su forma natural de hablar debido a su entorno familiar y psicológico, su forma de respirar, su timbre o color de voz y la velocidad.

¿Qué hacer cuando los receptores no saben escuchar?, por lo regular se sabe oír, pero no se sabe escuchar, por eso hay que utilizar el andamiaje corporal a la hora de narrar, eso atrae la atención de los receptores que dejan de oír y ponen atención para saber a qué corresponde cada movimiento o gesto. En cuanto a la postura, se deben adoptar diferentes tipos de lenguaje como el de la mirada, el mímico, el desplazamiento, la proximidad y el tacto, más no es aconsejable abusar de todos ellos o de uno solo, hay que balancearlos.



El arte de la narración oral escénica es un trabajo que requiere experiencia y habilidad, pero no es imposible de lograr y es una herramienta eficaz en el acercamiento a la lectura una vez que se maneja y se practica constantemente. Para lo cual el narrador debe romper la barrera de sus sombras y prejuicios, romper los muros de sus miedos internos; sacándole el máximo provecho a sus limitaciones tanto como a sus habilidades y así dar el paso hacia una “travesía creativa” que puede ayudar a trabajar no sólo en la narración oral, también cualquier proyecto que se tenga en mente.

Tomado del blog Educación y docencia http://educacionydocencia.com/2009/05/01/la-narracion-oral-escenica-en-la-promocion-de-la-lectura/

A Teodoro Petkoff por su editorial EL CUENTACUENTOS










Ilustración tomada de Galería de Mariana Seoane en ilustradores.com


Caracas, 19 de enero de 20010.

Estimado Dr. Teodoro Petkoff:

Con el interés correspondiente, y con una muy seria preocupación, leí su Editorial EL CUENTACUENTOS de ayer lunes 18 de enero del primer mes del año recién iniciado. Máxime por la foto de la persona que ilustra y acompaña la primera página de TalCual. Siempre tan “CLARO Y RASPADO”.
Aclaro que desde sus inicios he sido, soy y seguiré siendo un lector constante de sus editoriales. Y de los “Humor en serio” de Laureano Márquez.
El interés y la preocupación crecieron palabra a palabra con la lectura. Sentí la claridad de lo expuesto en su editorial. Pero, también sentí que su título nos raspa el nombre de un oficio que varias personas ejercemos en el país y, muchos, hemos sabido dignificar.

Al arte de narrar cuentos, que es el oficio más viejo de la tierra (*), lo ejerzo personalmente desde hace más de cuarenta y tres años. Primero como docente en Literatura, luego como exiliado y como padre de familia, hasta llegar a ejercerlo profesionalmente en numerosos Festivales Nacionales e Internacionales, en la fundación y dirección de las agrupaciones de Narración Oral Cuentos de la Vaca Azul y, en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, como docentes en los Seminarios de las Escuelas de Educación y de Letras y como Director de la agrupación Narracuentos UCAB, que es la agrupación de los mal llamados “cuentacuentos” (**) de nuestra prestigiosa casa de estudios.
Le aclaro que mi preocupación se vio acrecentada cuando, al mediodía de ayer, como las casualidades no existen, me entregaron desde Locatel, el número 33 de la revista + salud. La de ahora, de enero del 2010. En su página 13, aparece una nota dedicada a mi trabajo. Ilustrada, además, con una buena y ocurrente foto en la que estoy narrando a un pequeño grupo de niños.
Su antetítulo es: “Armando Quintero, cuentacuentos” . Y, su título: “El cuento revitaliza lo mejor del hombre” que es una parte de una cita textual, tomada de mis palabras por la persona que realizó dicha nota.
Tanto el antetítulo como el título se tornan doblemente preocupantes por comparación. La importancia de esta revista, que quizás sea de un alcance más focalizado que el de su periódico, tengo entendido que es significativa. Como significativo es lo contradictorio que resulta al enfrentarlo con el título de su editorial. Que, sobre todo, nos cuestiona como narradores orales y como las personas que dignamente ejercemos el viejo oficio. ¿No le parece?

Máxime que, desde las cinco de la tarde de ayer, en la voz de algunos de los entrevistados por un programa reconocido y, luego, por los periodistas del canal en el cual usted mismo fue entrevistado, se utilizaron términos como “cuentacuentos”, “puro cuento” y otras menciones descalificadoras. Y me sentí dolorosamente aludido. Noté, y lo destaco, que usted eludió el juego en el que se le quiso meter en un momento. Al menos, tomó un silencio prudencial.

Quienes conocen mi trabajo saben por dónde van mis palabras cuando cuento. Y la coherencia de mis actos en relación con ellas. Eso no me angustia. Pero, no deja de preocuparme que se generalice el vocablo, hecho muy común en el país, y el término “cuentero”, que hubiera sido el correcto, sea cambiado por “cuentacuentos”. Eso sí, sería peligroso. Y, si me lo callo, lo otorgo.

Para finalizar, vaya una breve anécdota personal que creo tiene mucha relación con el tema. Y, hace comprensible el uso que Usted hizo del vocablo.
Hace un par de años, al entrar a mis actividades en la Universidad, en el cafetín que está al culminar la pasarela del metro, se habían reunido un grupo de profesores de posgrado. Uno de ellos me llamó e, inmediatamente, me dijo:
- Te están buscando del gobierno.
No voy a decir que no me preocupó lo de “te buscan” unido a “gobierno”. Tanto usted, como yo, en sus respectivos tiempos y situaciones, lo sabemos.
- ¿A mi? – respondí extrañado - ¿Y, por qué?
- Para que les enseñes a contar cuentos.
- ¡Ah! No, chico - respondí de inmediato – están equivocados. Yo cuento cuentos y, eso, todo el mundo lo sabe. Pero no digo mentiras.

Y, de “eso” me precio. He sabido reunir con precisión ética y estética. Por formación. Gracias a los excelentes educadores que siempre he tenido.
Y no dejaría de indicarle a nadie un error cometido que, como en el caso del docente anterior, se inició al elegir un uso equivocado de una palabra que, en nuestro entorno logró, a esfuerzo y corazón, cierto respeto por su dignidad.
Siento que su editorial nos hará trabajar más para revitalizar y dignificar el mágico oficio que ejercemos. No viene mal. Lamentaremos todo lo que se pueda seguir distorsionando el vocablo. Trabajaremos para que no sea así.
Sin más y esperando de su parte una rectificación de lo expuesto o, al menos, una aclaratoria. Le saluda muy atentamente,

Armando Quintero Laplume
http://cuentosdelavacaazul.blogspot.com/

Notas
(*) “Hace ya bastante tiempo”, un poco en broma y mucho en serio, le dije a un alumno de uno de mis talleres, que discutía con otro, no sé por qué, y le aseveraba que el oficio más viejo de la tierra era la prostitución: - “Tenga cuidado. No se deje convencer por lo que se dice. Para que exista una prostituta, tuvo que existir uno que le contara un cuento y ella se dejara convencer. Es seguro que tuvo que existir un narrador de cuentos”. No estoy convencido que eso sea tan así, y menos que siga siéndolo. No hay manera de comprobarlo. Además, “al menos yo, no estaba ahí para aseverarlo”. Como decía un viejo amigo bromista, el ceramista uruguayo Prof. Tomás Cacheiro, cuando se refería a los inicios de la humanidad en sus clases de Historia del Arte de Magisterio.

(**) Muchas veces hemos señalado nuestras discrepancias sobre el uso del término “cuentacuentos”, que es la palabra que comúnmente nos identifica en Venezuela. Tengo, en mi texto ¿Quieres contar cuentos?, publicado en http://www.analitica.com/media/3183637.pdf , una lista de Algunas definiciones para el oficio que pueden consultarse.

En este blog, puede ver dichas definiciones en el archivo del mes de junio del 2009.


Respuesta de Teodoro Petkoff



paraArmando Quintero Laplume
fecha19 de enero de 2010 19:35
asuntoRE: A Teodoro Petkoff por su editorial EL CUENTACUENTOS



Amigo, no sabe cuanta razón tiene y me apena haber incurrido en ese error. Sabe bien que mi intención no era despectiva sino subrayar la condición de cobero y cuentero, como usted dice, del interfecto. Disculpeme. Saludos cordiales. teodoro


Para ver el editorial de TalCual del 18/01/2010 pulse aquí abajo:

http://www.escondiendolanoticia.com/en/mas.php?%20idnoticia=7500