Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

sábado, 28 de mayo de 2016

Después de una entrevista desde el Liceo Nº 3 Homero Macedo Gorosito de Treinta y Tres, Uruguay





¿Cuál fue la razón por la que te fuiste a Caracas?

Desde 1965, año que realicé estudios de Letras en la Facultad de Humanidades, pasando por los años 70 y llagando a los 80 no fueron fáciles en Uruguay. Te lo habrán comentado, seguro. Fueron años muy polarizados. Y cada uno asumió posiciones tanto en lo personal, como en lo familiar y en lo profesional. También en lo local, lo zonal y nacional. Nunca me afilié a ningún partido político pero, no fui indiferente a lo que venía sucediendo. Y, por los valores que asumí, porque mi familia me los brindó, con el apoyo de los excelentes docentes que  nos formaban como un ser pensante y cuestionador. Por eso, no podías cuadrar con los canales del estereotipo muy pueblerino de un "buen muchacho de familia conocida" y era considerado un "rara avis". Una aparente pregunta ingenua con una respuesta directa a la misma fue utilizada políticamente para expulsarme del Liceo de Treinta y Tres en 1970 e, indirectamente, del pueblo. Como educador estaba en la lista negra, no podía ejercer ni en la educación pública ni en la privada. Y, mi esposa, por estar casada conmigo tampoco. Ya teníamos una hija y venía otra en camino. O emigrábamos o seguíamos viviendo de la caridad de nuestras familias.


¿Prefieres escribir o ilustrar tus obras?

Ambas actividades me interesan. Desde que me recuerdo, siempre dibujé, pinté e ilustré. No sólo escribí o narré cuentos y poemas, míos o de otros autores. El jugar a ilustrar textos de otras personas me mueve tanto como el hecho que otros ilustren mis obras. En Caracas he ilustrado portadas y libros de varios escritores. También he podido publicar en revistas y periódicos como escritor. Y hasta trabajar en un periódico por varios meses, casi un año (El Diario de Caracas) como ilustrador, de domingo a domingo realizando, muchas veces, hasta cinco o seis ilustraciones diarias. Y colaboro con otros (El Nacional, Últimas Noticias, El Universal) en sus suplementos o encartados. He publicado cuentos y poemas en algunas editoriales de Venezuela y España.


 ¿Cómo fueron tus inicios de escritor? ¿A qué edad?

Como dicen en Venezuela, en algunos lugares de provincia, “bien maluquitos”. Peor, dirán algunos. Malísimos, agregarán otros. Hasta con horrores ortográficos. Fui mejorando en la adolescencia. Pero dudo que haya superado mis dudas de ser escritor o simple palabrero.

Como todo muchachito que se precie, al comenzar a escribir con cierta soltura, como a los 10 u 11 años. Eran pequeños cuentos o poemas, ilustrados por supuesto, para compañeritas de clase. O para algunos amigos, para que se los regalaran a alguna noviecita. Desde la escuela al liceo, pasé en lo mismo. También inventé mis claves secretas, es decir, más de un vocabulario con grafías como, en el cine, había visto que hacían los espías. No dejaba de estudiar pero tomaba tiempo para ello.


 ¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Lamento mucho que un tal Don Miguel de Cervantes Saavedra se me adelantara. Aunque creo, hasta estoy convencido por varias razones, que nací en aquel siglo y resucité casi a la mitad del siglo que pasó para lograr vivir hasta llegar a éste. El temor  a que me acusen de plagio, no el deseo, me limitan a emularlo.


 ¿Qué te motiva a escribir libros infantiles?


De verdad, verdad, escribo. Sólo eso. Si son libros infantiles es porque, muchas veces, se me asoma ese muchachito inquieto, curioso, sorprendido y cargado de ternuras que siempre he llevado, llevo y llevaré por dentro. Si han podido ver otros textos en mis blogs, hay varios para adultos.


 ¿Escribes pensando en los niños lectores o en tu yo niño?

En ambos. Aunque, diría mejor, más que pensarlos es porque tengo en cuenta una regla importante de la narración oral de cuentos: trato de sentir, sentimental y sensorialmente, el cómo se oirá o se verá esa palabra, esa situación o ese elemento del relato. Siempre me pregunto: ¿Qué pasa si, en lugar del cuentacuentos o escritor, soy el público o el lector de ello?


¿Has cambiado algún final después de escribirlo?


Muchas veces. Y no sólo finales, también inicios y desarrollos. Hasta palabras y frases completas. También escucho a las sugerencias o  correcciones de las personas amigas que me ayudan o de la editorial.


¿Cuál es tu libro favorito, de los que has escrito?

Soy buen padre, al menos intento serlo. Trato de amarlos a todos por igual. Cada uno de ellos tiene mucho de mí y, como decía mi abuelita vasca: "Hijo es hijo, por algo salió así".


 ¿Qué te inspiró a ser narra-autor?

El haber escuchado cuentos desde el vientre de mi madre. El haberme criado entre contadores de historias, el haber nacido donde nací: en Treinta y Tres, una ciudad que tiene un nombre que es un cuento en sí, con su río y sus tres puentes. El conocer a los seres maravillosos que conocí ahí. Y, también porque, como decía Federico García Lorca: "Escribo para que me quieran" o, en mi caso, "Cuento para que me quieran". (*)

(*) Hace unos dos años me contactó la Profesora uruguaya Daniela Rodríguez, muy interesada en dar a conocer a sus alumnos a los escritores y otros artistas de Treinta y Tres, Uruguay, que estamos dispersos por el mundo. La idea me pareció interesante y mantuvimos una correspondencia muy agradable para lograr los fines. Hace varios días retorno al contacto con una propuesta muy específica: vincularnos por el skype de Facebook para que los alumnos de Segundo Año del Liceo Nº 3  Homero Macedo Gorosito de Treinta y Tres me entrevistaran. Unos muchachos entre 13 y 15 años. Era imposible negarme. Por varias razones. Y sean las principales: querían saber de un paisano que desde hace años no vivía en la ciudad y había realizado una obra fuera del país de origen; habían sido motivados por la docente a leerme y estaban interesados en datos y textos muy específicos; y, por si eso fuera poco, este año cumplí, en el mes de marzo, 50 años de haberme iniciado, en el Liceo Nº 1 de esa ciudad, como docente en Literatura, cuando el Prof. Homero Macedo era su Director. Este jueves 26 de mayo, Día del Libro en Uruguay, se realizó la actividad. Fue muy emocionante y como reencontrarme dando clases en mi ciudad natal. Fue maravilloso revivir, en los rostros de esos chicos, el rostro y la voz de mis primeros alumnos. Fue reencontrar, por los hilos mágicos de las comunicaciones,  parte de mis raíces. El día de ayer, Sasha García, una de las alumnas participantes, me envió estas interesantes preguntas que no pudo hacerme. Como un agradecimiento a todos los chicos y la profesora que los ha motivado, le respondí de inmediato. Y publico.