Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

miércoles, 18 de junio de 2014

No todos tienen este previlegio






A partir de un comentario que me hizo la cuentacuentos y coordinadora de la Red Internacional Niré Collazo, paisana y amiga, salieron estas palabras. 
Dejo claro que su comentario no fue hecho con la intensión de molestar sino de valorar un texto publicado por mí. 
Las he sacado de la conversación porque quiero hacerlas del conocimiento de todos.
Para mis coterraneos de allá, mi patria de nacimientos, y por los de aquí, mi patria de adopción, cuando quieren olvidarse que uno también es venezolano.
Así como a los brasileños les ha quedado la espina de Ochoa, desde la infancia, tengo una que aparece de vez en cuando. 

En Treinta y Tres, la ciudad donde nací, que siempre recibió a muchos emigrantes, como casi todo el paisito, Uruguay, algunos de ellos decían: "Uno no es de donde nace sino de donde se hace". 

Y esto NO ES CIERTO en muchos casos. 

Nací olimareño, así es nuestro gentilicio, y tuve a muy buenos docentes ahí. 

Unos que ejercieron y aún ejercen su influencia, como Tomás Cacheiro. Otros, como Anelita Alsa de Cuadrado, Lilita Rodríguez de Gadea, Antonio Araújo, María Helena del Horno de Assuma, Esaú Domínguez, en la primaria; o, Julio Macedo, Orfila Bardesio, Luis Víctor Anastacía, en la secundaria y la preparatoria, entre los más reconocidos y valorados desde el afecto, sobre todo, en mi dedicación en lo profesional, para no hacer una larga lista de ellos. Aunque recuerdo a muchos más.
Terminé mi formación de Docente en Literatura, con muy buenos profesores como Domingo Bordoli, Francisco Anglé y Bovet, Edmundo Gómez Mango, en sus clases, o Jorge Albistur y Héctor Galmés en la práctica docente. Formación que fue muy buena, pese a la dictadura y a pertenecer, lamentable, a la última generación del Viejo Instituto de Profesores Artígas. Todos ellos me formaron en el reconocer las influencias. Y en ser agradecido. 
En este país, Venezuela, he podido ser, es muy cierto. Inicialmente ilustrando en un periódico, El Diario de Caracas en la gloriosa época de Tomás Eloy Martínez y todo ese maravilloso equipo de periodistas, de reporteros, de fógrafos e lustradores. Luego en muchos otros. También en revistas y libros. Como, luego, pude vender libros y hasta ser jefe de ventas en una Editorial. Y, sobre todo, he podido encausar mi formación docente en un canal que que ni sospechaba: el arte  maravilloso de narrar cuentos trabajando en los Colegios Hebreos de Caracas y luego en la Universidad Católica Andrés Bello, en las Escuelas de Educación y de Letras, en tanto fundaba y dirigía a Narracuentos UCAB. Como había fundado Cuentos de la Vaca Azul, con anterioridad.
Pero es mi patria por adopción y naturalización. Y, no sólo por eso. Es, además de las de mis hijas, mi yerno y mi nieto. Y la reconozco como mi madre patria, también. 
Asi que corrijo el dicho escuchado en mi pueblo: "Uno no sólo es de donde nace, también lo es de donde se hace". Y algo más. No tengo, ni quiero perder un previlegio que, es posible, muy pocos han de tener: La de ser el hijo de tres madres: la que me dio el ser, y las dos patrias, Uruguay y Venezuela.
Amén. 

Foto: Manuel Sardá. Texto: Armando Quintero

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