Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

jueves, 21 de marzo de 2013

Preparados para el XI Encuentro con la Palabra que se Dice, un evento internacional por los 60 años de la UCAB

Nuestro afiche promocional realizado por Samaira Lynn Patiño Castellano

Nuestro aviso de los talleres realizado por Samaira Lynn Patiño Castellano

miércoles, 20 de marzo de 2013

Nuestro saludo a todos los narradores orales del mundo


 Para recordar al niño que todos llevamos dentro, una pintura de la venezolana Paloma Kuns.
Decálogo para narradores orales que se inician
1.-   Cuando estemos frente a un narrador oral digno en su ser y en su hacer, intentemos imitarlo en su dignidad. Cuando estemos frente a un mal narrador oral, observémoslo con mucha atención para corregir nuestros propios errores.
2.-   Ante un buen cuento a narrar, la pobreza de lenguajes es algo que nos avergonzará. Ante un mal cuento, la riqueza de recursos provocará lo mismo.
3.-   Los cambios en el ser y hacer de cualquier narrador oral que se inicia pueden ser muy lentos, casi imperceptibles; lo importante es que sean.
4.-   El narrador oral se pasará la vida simplificando lo que muchos hombres, a conciencia o no, tratan casi siempre de complicar: las relaciones humanas.
5.-   Estudia siempre el pasado del viejo oficio de narrar cuentos y de todos los oficiantes del mismo si quieres saber cómo será tu futuro.
6.-   El narrador oral digno sabe lo que es verdad en lo que comparte con su público; el mal narrador sabe qué es lo que vende mejor.
7.-   Un cuento no mejora tu condición, ni la de tu mundo, pero puede abrir puertas y ventanas para lograrlo cuando lo compartes y, sobre todo, descubrir que crecerás en esa búsqueda aliándote con quienes desean crecer contigo.
8.-   Cinco son las condiciones para que tú y tu mundo logren ser mejores: constancia, honestidad, generosidad, sinceridad y delicadeza, en tu ser y hacer.
9.-   Al escuchar comentarios perversos, aunque sólo sea por mera curiosidad, no tardarás en convertirte en un hombre perverso.
10.-   La narración oral, como la virtud, no nació para vivir a solas. Todo el que la practica, terminará rodeado de buenos vecinos. ¡Sólo ejércela de corazón!, luego, nos cuentas.


SOBRE EL DÍA INTERNACIONAL DE LA NARRACIÓN ORAL[1]
   
 (SALUDAMOS DESDE LA CIINOE
A LAS NARRADORAS Y A LOS NARRADORES ORALES
DE TODO EL PLANETA. Y SALUDAMOS A TODOS
LOS QUE AMAN LAS NARRACIONES,
Y LITERARIA, ARTÍSTICA, TEATRAL, ESCÉNICA,
DOCENTE O DIFUSORAMENTE CONTRIBUYEN TAMBIÉN
A POBLAR CADA VEZ MÁS EL MUNDO
DE HISTORIAS INFINITAS.
Y DONAMOS MASIVAMENTE
LOS CUADERNOS DIGITALES ADJUNTOS,
UNO INÉDITO)
Estimado amigo:

Se ha comenzado a decir por algunos en América Latina, que los narradores orales suecos convocaron primero que todos un Día Internacional de la Narración Oral, lo que no es cierto. Por una parte por mi carácter de periodista y experto internacional en prensa y propaganda, en difusión e imagen pública, tuve desde los inicios la preocupación continua –y además suscitaba cada vez en sí lo que hacía el mayor interés de los medios periodísticos– que lo que iba realizando desde 1975 –para crear, divulgar y extender la narración oral escénica y para construir su Movimiento Iberoamericano– fuera recogido y amplificado por los medios y en especial por las Agencias Internacionales de Prensa; sumarle a esto que a muchos de mis talleres, sobre todo en universidades y cursos de extensión cultural o de postgrado, o en Ministerios e instituciones internacionales, asistían, han asistido, asisten participantes de los cinco continentes, también escandinavos; y por otra, lo que los suecos convocaron primero, en 1991, un 20 de Marzo –quién sabe si incluso, casi seguramente, les había llegado la noticia de nuestro Festival Nacional de Narración Oral Escénica en Camagüey en 1989, inaugurado en ese mismo día del año– fue una suerte de día nacional de la narración oral (y quizás hasta con el propósito implícito, que no explícito, de mayores dimensiones). Pero ese día nacional no fue hasta 1997, y a partir de una iniciativa australiana, que comenzó a celebrarse como un Día Internacional en Suecia y en Australia, y no fue hasta el 2002 que se extendió a otros países del área escandinava, y aún tardó hasta 2003 en llegar a Canadá y a algunos países más.
La primera celebración de un día internacional de la oralidad narradora artística fue sin discusión de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE), a partir de una sugerencia que nos llegó en México, y que aceptamos por entroncar con nuestros propios propósitos e intenciones, y data dicha convocatoria de 1993 –año desde el que el Día se celebra en América Latina, el Caribe y España, entre más. 
Nuestra Cátedra, por su concepción integradora, y de rendir homenaje a todos los antecedentes imprescindibles, creó el “Día” no como el “Día Internacional de la Narración Oral Escénica” sino como el “de la Narración Oral”, y en ese año 1993, a mi/nuestra convocatoria, lo celebramos con una contada colectiva en México D. F. y dentro de nuestra Segunda Feria de la Oralidad  (hospedada en los espacios de María Amada Heras Herrera, Asesora General de la CIINOE), difundiéndose internacionalmente mi mensaje titulado: “La oralidad no puede ni debe ser sustituida en la formación del ser humano”. En 1994 mi mensaje por esta fecha fue: “Día Internacional de la Narración Oral: Una acción por la oralidad toda” y constituyó uno de los preámbulos a la celebración por la Cátedra en México del Primer Festival Internacional de la Oralidad Escénica, el primero de los Festivales de la Oralidad en el mundo (el primer evento internacional lo convoqué en Nicaragua en 1980 conjuntamente con el MInisterio de Cultura de ese país y la Casa de las Américas de Cuba). A petición expresa hecha por la Presidenta de la Asociación Mexicana de Narradores Orales Escénicos (AMENA), y dado que la Cátedra tenía otros e importantes eventos históricos en México (y en otros países), la CIINOE cedió la celebración del Día en el Distrito Federal (donde entonces la Cátedra tenía su única sede central) a AMENA, y a otras de sus similares en Iberoamérica. El Día ya estaba creado y la justicia histórica (desde la elección de la fecha) establecida para Cuba, para Camagüey… En todos estos años desde entonces, y por el Día Internacional de la Narración Oral, la Cátedra ha hecho diversas acciones, desde presentaciones y comunicados hasta ediciones y difusión. 
Un fraternal abrazo
Francisco Garzón Céspedes 

[1] Fragmentos de una de las cartas del libro inédito del autor Cartas para asesorar una tesis de grado sobre narración oral escénica (título y textos en proceso).

Complementamos con el Decálogo del Cuentacuentos de Beatriz Montero  http://youtu.be/YBGMeTZj44E

domingo, 17 de marzo de 2013

Sobre esa Señora que en cualquier momento vendrá a buscarnos (Segunda parte)

Conocido grabado de Guadalupe Posada tomada de Google


            En lo personal, la primera señal y, por ende, seguridad que tuve sobre qué era la muerte fue como a los siete años.
            Vivíamos en el campo. Regresábamos de la escuela granja con mi hermana y nos encontramos con los primeros pollitos de una pequeña gallina que había anidado en uno de los rincones de la cocina. Eran ocho y parecían unos vilanos amarillos. Sólo uno era bien negrito. Al tercer día, apenas despertamos, fuimos a disfrutar de la alegría de los pollitos, como en los días anteriores. Con mi hermana descubrimos que al pisar fuerte, haciendo sonar las plantas de los pies sobre el piso de tierra de la cocina, los pollitos corrían a refugiarse bajo las alas de la gallina. Y comenzamos a jugar con aquello. En un descuido, el pollito negro corrió hacia mí y lo aplaste bajo mis pies. Por varias noches me desperté sobresaltado al soñar con lo sucedido. Y no lo he olvidado.
            Para esos días, además, se cumplían quince años de la muerte del poeta Federico García Lorca y en la escuela granja, nuestras maestras nos copiaron en la pizarra varios poemas suyos, entre ellos,  “Cortaron tres árboles”:
            Eran tres.
            (Vino el día con sus hachas.)
            Eran dos.
            (Alas rastreras de plata.)
            Era uno.
            Era ninguno.
            (Se quedó desnuda el agua.)

            Por ello nunca podré olvidar que siempre vinculo a la muerte de esos tres árboles con la propia muerte del poeta granadino. Y con la del pequeño pollito.
            La segunda señal fue cuando, ya en la ciudad, uno o dos años después, se murió uno de los niños de la escuela, un compañero de clase. Justo, uno de los mejores amigos que tenía. Y ese mismo día, una tortuga que era nuestra mascota en la escuela  y una anciana que vivía cerca de la escuela y me saludaba siempre.
            Abuelo, ¿por qué se mueren los amigos? –pregunté desde lejos.
            El abuelo se enderezó en su mecedora, se paró y se me acercó, serio.
           – Alguien, hace unos cuantos años, dijo que “Nada se destruye: todo se transforma”. Probaremos –continuó el abuelo- y tomó una semilla, la enterró suave en la tierra y la regó con cuidado. El tiempo nos dará una respuesta.
            Días después, el abuelo me llamó cuando llegaba otra vez de la escuela. Hurgó donde había enterrado la semilla y me mostró la pequeña mata que nacía.
            – Como que la muerte existe para que la vida nos brinde algo más de vida, ¿no te parece? –me dijo el Abuelo por todo comentario.
            La tercera señal que tuve sobre qué era la muerte fue cuando con unos primos hacíamos un cruce hacia la otra orilla del Río Negro. Fue en las vacaciones de 1959. Apenas se supo que había sido admitido en el Liceo Militar, mi padre me hizo visitar a todos mis tíos y primos, dispersos por varios lugares de Uruguay. En Paso de Los Toros vivía uno de mis tíos con su familia. Mis primos me llevaron a recorrer el pueblo y, luego, todos los destrozos en el río y la represa. No hacía aún un año de las inundaciones y las huellas devastadoras dejadas por las aguas se notaban por doquier. Los primos, sin avisarme, cruzaron por un angosto paso de piedras y me llamaron del otro lado. Los vi y creí que por ese lugar no había aguas profundas y comencé a cruzar. Mis primos se reían desde la otra orilla. Casi me ahogo en el enorme pozo dejado por los cambios del cauce del río. 
            Con la vida descubrí que existen muchas otras maneras de encontrarse con la muerte. Y, también, de aprender, y de aprehender cómo es que ella hace para manifestarse. A veces de una forma sutil. Otras, no tanto.
            Porque incluyo hasta la pérdida inexorable de algunos familiares, amigos, alumnos y vecinos en la guerra sucia de los años setenta, cuando vinieron los tiempos oscuros del sur de nuestro continente con la aplicación del Plan Cóndor.
            Fue el tiempo en que amigos y familiares tuvieron que ocultarse. O salir del país. O estuvieron en prisión. O enfrentaron la muerte. O fueron desaparecidos. El tiempo de los camaleones, el de los mentirosos y de los mentidos. El tiempo en el cual los generales “perdieron sus puntos de referencia”, como declaró uno de ellos al pasar de los años,  y nos hicieron trizas  “el paisito”.
            Aunque reconozco, mejor diría, tengo la seguridad, de que todo ello me permitió valorar y vivir en un oficio que enaltece la solidaridad, la ternura, el amoroso acto de compartir con los otros. Y, sin dudas, la necesaria aprobación de los que co-participan con el narrador de cuentos para que, entre todos, podamos brindarnos una mayor y mejor realidad visible: la del soñar despiertos: la del imaginar mundos posibles e imposibles para que la vida sea cada día más vida.
            Llegar hasta ese punto no fue fácil. Y, muchas veces, nada agradable. Pero fue y me ha permitido ser lo que soy. Incluso en una Venezuela que, actualmente, también ha perdido “sus puntos de referencias” con una violencia desatada que hace que la muerte “sea algo con lo cual vivimos”, como nos dijera Carlos Delgado Flores, en la frase que ya citamos con anterioridad.
            Se revisarán algunos antecedentes que se han encontrados en libros que, directa o indirectamente están referidos al tema, como en algunos textos que se han encontrado en algunas páginas web. Se sintetizarán o refrescarán a algunos de los textos narrativos o poéticos de la literatura universal de todos los tiempos que, aunque no fueron inicialmente escritos para los niños, varios de ellos fueron y otros aún siguen siendo asumidos por estos como una parte importante de la comprensión o de la asimilación de una las preocupaciones, de las angustias o de las meras curiosidades que sobre la muerte y otros temas, existen, diríamos que ancestralmente, en muchos de los infantes y adolescentes. De modo tangencial se citarán a algunas visiones de la muerte y el temor a la misma, la muerte y el suicidio y la muerte en los enfermos terminales que aparecen en algunos de los textos que se han seleccionado.
            Y se abordarán algunas situaciones que se asemejan, como lo son la pérdida de memoria o el alzheimer, que también estarán en unos de los cuentos. Así mismo se mostrarán algunos de los textos que a partir de los finales de los años setenta y principio de los ochenta nos han permitido aseverar cómo el tema de la muerte y sus variantes, tanto como otros temas, han pasado a ser de abordaje casi común en muchos de los mejores escritores que se han dedicado tanto tangencial como profesionalmente a la escritura e ilustración de libros para niños.
Con este criterio hemos elegido el pequeño grupo de poemas y cuentos que se leerá, analizarán, narrarán y evaluarán y hasta otros que serán mencionados o citados en este trabajo donde se abordará el tema de la muerte que, habiendo sido un tema tabú, al punto de no tratarse con niños, está muy presente en muchos de los cuentos, poemas y novelas de la actual Literatura Infantil y Juvenil.
            En este fragmento que citamos a continuación, y que fuera tomado del libro de Ernesto Sábato, Antes del fin / Memorias (1998, pp. 22-23) creemos que se sintetiza nuestra idea del planteamiento del problema para nuestro proyecto: 
               "En el pueblo de campo donde nací, antes de irnos a dormir, existía la costumbre de pedir que nos despertaran diciendo: “Recuérdenme a las seis”. Siempre me asombró aquella relación que se hacía entre la memoria y la continuación de la existencia.
               La memoria fue muy valorada por las grandes culturas, como resistencia ante el    devenir del tiempo. No el recuerdo de simples acontecimientos, tampoco esa memoria que  sirve para almacenar información en las ahora computadoras: hablo de la necesidad de      cuidar y transmitir las primigenias verdades.
             En las comunidades arcaicas, mientras el padre iba en busca del alimento y las        mujeres se dedicaban a la alfarería o al cuidado de los cultivos, los chiquitos, sentados sobre las rodillas de sus abuelos, eran educados en su sabiduría; no en el sentido que le otorga a esta palabra la civilización cientificista, sino aquella que nos ayuda a vivir y a morir; la sabiduría de esos consejeros, que en general eran analfabetos, pero, como un día me dijo el gran poeta Senghor, en Dakar: “ La muerte de uno de esos ancianos es lo que para ustedes sería el incendio de una biblioteca de pensadores   y poetas”. En aquellas tribus, la vida poseía un valor sagrado y profundo; y sus ritos, no sólo hermosos sino misteriosamente significativos, consagraban los hechos fundamentales de la existencia: el nacimiento, el amor, el dolor y la muerte."

            Sin embargo, la muerte, entre otros temas considerados “dolorosos” o conflictivos para el hombre, ha sido durante muchos años equivocadamente excluida de la Literatura Infantil. Está considerado un tema para adultos y no tratable con los niños. Así ha sido, hasta donde conozco, en el occidente europeo y en algunos espacios de nuestra Iberoamérica aunque el niño, de alguna manera, siempre ha tenido contacto con ella. O la ha sufrido en diversas situaciones. Y sin necesidad de hablar de estos últimos años y en este país.
            Hemos observado cómo es que a partir del final de los años setenta  y en los inicio de los años ochenta, con cierta modestia al principio, pero con mucho brío en estos últimos años, en numerosos cuentos, poemas y novelas para niños y adolescentes están muy presentes temas que, por muchos siglos dentro del desarrollo de nuestra cultura occidental, predominantemente judeo-cristiana fueron muy poco tratados y, muchas veces, ni siquiera fueron considerados aptos para niños o adolescentes  e, incluso, hasta censurados.
            Como nos apunta Teresa Colomer Martínez (2005, pp. 210) que obtuvimos en un material impreso que nos fuera entregado por una de las Profesoras del Diplomado de Literatura Infantil:
                        El tema de la muerte, por ejemplo, muestra con claridad el proceso de psicologización sufrido por la literatura infantil. A decir verdad, la muerte hacía acto de presencia en los relatos tradicionales para niños con bastante frecuencia. Suponía el desencadenante de la acción, forzaba a los huérfanos a          tomar iniciativa o resolvía la salida de escena de personajes que ya habían cumplido su función en la            obra. En último extremo, cuando la muerte constituía un tema central, la literatura infantil resolvía la   contradicción ofreciendo a los protagonistas la posibilidad de reunirse con sus seres queridos en el más    allá, tal como ocurre en Marcelino, pan y vino de Marcelino Sánchez Silva, pongamos por caso.

            La memoria se me refresca al recordar varios cuentos oídos en mi infancia, relatados oralmente por los campesinos de mi pueblo o por mi abuelo del corazón, como de otros así que leía y donde lo acotado por Colomer se cumple a cabalidad. Pero, también recuerdo cuentos como el tan conocido de  La vendedora de fósforos de Hans Christian Andersen u otros que no voy a citar para no hacer tan largo este paréntesis. Antes de continuar con la cita, observemos un pequeño error que, evidentemente, se les escapó a la investigadora catalana y a su corrector: el nombre propio del autor de Marcelino, pan y vino es José María.
                        Pero en la literatura infantil actual la muerte se aborda como tema principal con mayor frecuencia y no acostumbra a recurrirse al más allá. Lo que se dirime es, precisamente, su falta de       solución y el sentimiento interno de pérdida que aqueja a los protagonistas. La salida del conflicto tiene     que pasar entonces necesariamente por la maduración del personaje, es decir, por la adquisición de la            capacidad de aceptar y controlar los sentimientos negativos suscitados por la situación de duelo que se      describe. (Colomer, 2005, pp. 210)
                                   
            Por lo tanto el problema básico que nos proponemos resolver es cómo insertar el tema de la muerte que desde hace años está muy presente en la creación literaria destinada a los niños para que estos la acepten como “parte de la vida” desde el particular enfoque que me ha dado mi vocación de docente, escritor y narrador oral de cuentos.  
            Consideramos, en primer lugar y muy importante, la realización de algunos talleres con educadores, padres y niños donde se comentarán algunas consideraciones sobre la muerte en diversas culturas. En los mismos, se compartirán un grupo de definiciones y conceptos sobre la muerte, se realizará un breve e intenso recorrido de textos que, en la Literatura Universal y en la llamada Literatura Infantil, lo abordan. Luego, a través de una previa selección de poemas o cuentos que hemos realizado, se leerán o narrarán oralmente, para comentarlos y compartir las apreciaciones. Y, por supuesto, se llegará a una valoración final de cada uno de ellos donde se considerará el cómo es tratada la muerte, más allá de los juicios y prejuicios que podamos tener sobre ella, además de otros temas considerados “dolorosos” o conflictivos para los seres humanos.
            Dado el conocimiento que tengo sobre Literatura Infantil desde mis estudios de magisterio en Uruguay, que fueron complementados por los seminarios que sobre esa materia realicé para la Escuela de Letras de la UCAB por varios años y con todo lo que tuvo que ver con mi formación como Narrador Oral o, como se nos denomina en Venezuela,  Cuentacuentos y que, por supuesto, se han reforzado por las orientaciones de los docentes del Diplomado que estamos culminando, para el desarrollo de esta investigación sobre la muerte como personaje en la Literatura Infantil formulamos las siguientes preguntas:
            - ¿Qué implicaciones tiene tratar la muerte como personaje en la literatura infantil, tanto para la literatura como para los lectores y su entorno?
            - ¿Qué características tiene  la muerte como personaje en la literatura infantil?
         - ¿Por qué no se había tratado la muerte como personaje en la literatura infantil antes, y ahora sí se hace?
            Nos centraremos, eso sí, casi exclusivamente en el tema planteado: la muerte como personaje protagónico en la Literatura Infantil. Pero, aunque sólo sea tangencialmente, en algún momento también abordaremos a algunos de los otros temas que también fueron considerados tabú por los padres, los educadores y los especialistas en el área de la literatura para niños. Lo consideramos necesario y pertinente.
            Indagaremos en las implicaciones psicológicas, educativas y literarias del tratamiento de la muerte como personaje en la literatura infantil contemporánea (desde 1980 hasta hoy). 
            Nuestros objetivos específicos serán cinco:
1)    Caracterizar a la muerte como personaje en la literatura infantil contemporánea.
2)    Establecer las razones del cambio en el tratamiento del tema de la muerte en la literatura infantil, antes y ahora.
3)    Proponer un corpus literario en el cual la muerte como personaje contribuya a que esta sea aceptada por los niños como una vicisitud inherente a la vida.
4)    Realizar talleres para educadores, para padres y para niños sobre el tema.
5)    Elaborar una teoría.
En estos últimos años la muerte, tanto como la segregación, el sexo, la droga, la violencia y otros temas que fueron considerados no menos tabú en la literatura infantil, han venido, vienen y se seguirán desarrollando en numerosas posibilidades y diversas manifestaciones. Y para la preocupación y, por supuesto, la no menos atenta mirada de todos los padres y educadores, los libros que los contienen deben ser revisados previamente. No tanto por los temas en sí, sino por lo atrevido de algunas de las propuestas en las que los mismos son presentados. Es notorio, además, como en algunos casos dichos temas se asoman en libros que son exclusivos para un lector adulto pese a estar muy bien elaborados con un diseño, unas ilustraciones y hasta un lenguaje que, aparentemente, es para un lector niño. Como, hasta donde ha llegado nuestra investigación preliminar, aunque existen textos que se ocupen o alerten sobre el tema de la muerte en los libros para niños, no existe uno que sistematice una base teórica sobre él.
Y, a esta altura, se hace necesario el desarrollo de una propuesta que establezca fundamentos teóricos a partir, tanto de los cambios socioculturales como de los textos literarios que de alguna manera elaboren creativamente las  circunstancias conflictivas que enfrentará el niño en la actualidad. Esta base teórica podrá servir de orientación para padres, familiares y docentes del niño que es lector o escucha de poemas y cuentos.
En vista de la falta de antecedentes teóricos, realizaremos nuestra investigación  por medio de un grupo de charlas, conferencias, talleres para padres, educadores y niños con lecturas y relatos orales de un grupo preseleccionado de textos que, unido a encuestas, nos permitan arribar a ciertas conclusiones que puedan, si no sistematizar una base teórica, al menos, dar sugerencias para llegar a establecer las mismas.
            No podemos ignorar que, por diversas razones las cuales, por supuesto, no las vamos ni podremos analizar en este trabajo, estamos ante una sociedad de muy pocos lectores y, por ende, sabemos que es casi nulo el conocimiento de muchos de los poemas y cuentos seleccionados. Esto llevará a que la comprensión, sin duda, de algunos de los textos elegidos se vea afectada tanto en su lectura atenta como en la posibilidad de escucharlos al efectuar la narración oral de los mismos.
Hay que reconocer que, aunque el tema de la muerte, y menos el de esta como protagonista no haya sido abordado sistemáticamente por los estudiosos de la llamada Literatura Infantil y Juvenil, siempre ha estado presente en muchos de ellos. Recordamos y recomendamos, a vuelo de pájaros, las anotaciones que sobre el mismo aparecen en Jesualdo, Dora Pastoriza de Etchebarne, Bruno Bettelheim, Silvia Puentes de Oyenard, Alga Marina Elizagaray, Griselda Navas y Bettina Hürlimann. Como los más recientes de Anabel Sáiz Ripoll, Fanuel Hanán Díaz, Eva Janovitz y Víctor Montoya.
Como se ve, las observaciones y los estudios sobre el tema de la muerte en la Literatura Infantil y Juvenil no son recientes, no estamos descubriendo el agua tibia. Pero recuerdo, siempre que digo algo como esto, un comentario de Domingo Bordoli, un excelente profesor del Instituto de Profesores Artigas que formara a numerosas generaciones de Docentes en Literatura de Uruguay, incluso a la nuestra. Él sostenía, con la sencillez que siempre le caracterizó, que El Eclesiastés se había equivocado al sostener que “no hay nada nuevo bajo el sol” porque cada amanecer es distinto. Aquí, esto se ha hecho carne porque, así como aporté sobre el tema mis recuerdos de infancia y adolescencia, mi constante relación con la literatura brindada por una educación que siempre nos impulsó a la lectura, desde la casa y la escuela y mi dedicación a la narración oral como un arte de la escena, también voy a aportar dos autores que fueron importantes, y aún los son, para los niños de mi país de origen y que son dos desconocidos en Venezuela: Juan José Morosoli y Francisco Espínola. Autores que, aunque escribieron no más de una obra para los niños, en Uruguay siempre han sido una referencia muy importante en el área. Igualmente aportaré mi experiencia como docente en literatura en el análisis de los poemas y cuentos seleccionados para tratar con los padres, educadores y niños en los talleres y encuestas a realizar para concretar los aportes. Y lograr nuestra propuesta de elaborar una teoría sobre el tema.
Para ello, tanto para analizar en los talleres como revisarlos en las conversaciones:
1)    Se seleccionará un cuerpo de teorías que den cuenta de las implicaciones psicológicas, educativas y literarias de la literatura en los procesos de formación de personalidad en el lector.
2)    Se seleccionará un cuerpo de teorías que permitan caracterizar la temática de la muerte en distintos contextos culturales, haciendo hincapié en la relación muerte- valores- moral.
3)    Se revisarán y confirmarán las teorías literarias sobre la presencia de la muerte en la Literatura, en general, y su aplicación en la Literatura Infantil en particular.
            De los poemas, canciones, cuentos y novelas que abordaron y abordan el tema de la muerte, tanto en la Literatura General como en la Literatura Infantil hemos realizado la siguiente selección. Como ya se señaló más arriba, será con estos textos trabajaremos en los talleres y conversaciones a realizarse:
1)    Obras de la Literatura General que tratan el tema de la muerte.
Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre, en Obras completas (1966, pp. 115-137)
Ramón Menéndez Pidal, Amor más poderoso que la muerte / Romance de Conde Niño, en Flor Nueva de Romances Viejos,  (1958, pp.216 y 262)
Onelio Jorge Cardoso, Francisca y la muerte, en Cuentos escogidos (1989, pp. 275-279)
2)    Obras para niños que tratan el tema de la muerte.
Francisco Espínola, Saltoncito, (1987, pp. 14-24) Novela para niños.
Juan José Morosoli, El carrero, en Perico, (1967, pp. 15-16) Crónica poética.
José María Sánchez-Silva, Marcelino, pan y vino, (1958) Cuento largo.
Lygia Bojunda Nunes, Mi amigo el pintor (1990) Novela para niños.
Toon Tellegen, Mi padre (1995) Novela para niños.
Margaret Wid / Ron Brooks, Nana Vieja (2008) Cuento.       
L. Dwight Holden / Michael Chesworth, El mejor truco del abuelo (1998) Cuento.
Uri Orlev, El canto de las ballenas (2006) Novela.
Laura Langston, Laura / Lyndsey Gardiner, Abuelita, ¿te acuerdas? (2004) Cuento.
Xosé Ballesteros / Roger Olmos, Tío Lobo, Cuento popular adaptado (2000)
Quintero, Armando, Sarita y la muerte / Sarita y la vida en Sarita, obra inédita (2000, pp. 29 a pp. 36) Cuentos.
3)    Obras para niño donde la muerte es personaje.
Jacqueline Golgberg, Una señora con sombrero (1993) Poemas.
Michael Ende, El teatro de sombras de Ofelia, en Los mejores cuentos de Michael Ende  (1997, pp. 278-288)
Jürg Schubiger, La niña y la muerte en Cuando el mundo era joven todavía (1998, pp. 17-20)
Wolf Erlbruch, El pato y la muerte (2007) Cuento
Natalia Toledo / Francisco Toledo, Guendaguti ñee sisi, La Muerte pies ligeros (2005)            
           
            Ahora bien, no podemos dejar de lado que existen múltiples definiciones y conceptos de la muerte. Tanto desde el punto de vista médico-científico y religioso, como desde lo académico, lo psicológico, lo filosófico y hasta lo literario. Basta que recordemos o releamos algunos de los numerosos textos citados al inicio de nuestro proyecto para encontrarlas.
            Sin embargo, para nuestro trabajo sólo hemos elegido cuatro de ellas, de distintas épocas y contextos, pero que abarcan aspectos diferentes a la escueta definición de la RAE y, pese a todo. Son más especializadas y acordes con la investigación que nos proponemos.
                           Nuestras vidas son los ríos
                        que van a dar en la mar,
                        que es el morir;
                        allí van los señoríos
                        derechos a se acabar
                        y consumir;
                           allí los ríos caudales,
                        allí los ríos medianos
                        y más chicos,
                        y llegados, son iguales
                        los que viven por sus manos
                        y los ricos.
Jorge Manrique, Obra Completa, Coplas por la muerte de su padre (1968, pp. 116)

                      La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida. Toda     esa abigarrada confusión de actos, omisiones, arrepentimientos y tentativas – obras y sobras- que es cada vida, encuentra en la muerte, ya que no sentido o explicación, fin. Frente a ella nuestra vida se dibuja e inmoviliza. Antes de desmoronarse y hundirse en la nada, se esculpe y vuelve forma inmutable: ya no cambiaremos sino para desaparecer. Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de   sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida.
     Octavio Paz, El laberinto de la soledad (1983, pp. 48)


                       No sabemos si al final del camino, la vida aguarda como un mendigo que nos    extenderá la mano.
                                                         Ernesto Sábato Antes del fin / Memorias (1998, pp. 212)


                        En algunos conventos antes se hacían ejercicios para mirar a la muerte. Por  esa razón muchos santos colocaban una calavera en su lugar de oración, para tener a la   muerte siempre a la vista.
                        Tal vez es mejor mirarle a los ojos a la muerte recién cuando haya llegado el      momento, e incluso entonces sólo hasta estar en sintonía con ella. Luego se sigue. Hay una historia famosa sobre un seguidor de Konradin, el último de los Staufen. Cuando fue tomado prisionero junto con el rey en Italia estaba en la fortaleza en la cual estaba preso y jugaba al ajedrez con otro recluso. Mientras    jugaban llegó un mensajero y le dijo: “En una hora serás ejecutado”. ¿Saben lo que dijo? “Sigamos   jugando”.
                        Qué otra cosa puede uno hacer, estando vivo, que vivir.
Bert Hellinger El manantial no tiene que preguntar por el camino (2007, pp.396)

Tomado del Proyecto de Tesis realizado, presentado y aprobado por Armando Quintero Laplume para el Diplomado de Literatura Infantil para Docentes en la UDO (Caracas) el 14 de marzo de 20013: Sobre esa Señora que en cualquier momento vendrá a buscarnos. La muerte como personaje protagónico en la Literatura Infantil y otros entornos sobre ella.  


Sobre esa Señora que en cualquier momento vendrá a buscarnos (Primera parte)

La breve vida de las flores silvestres es un canto a la polaridad vida-muerte.
Imagen tomada de facebook


   La muerte, esa Señora que en cualquier momento vendrá a buscarnos, siempre ha estado, está y estará presente entre nosotros.

   Como lo ha estado, está y estará la vida.
   En una indisoluble polaridad que ha sido muy bien simbolizada en una potente escultura azteca que vi en mi adolescencia cuando, en Montevideo, se expuso una muestra del Museo de Antropología de México. Recuerdo, también, haberla rodeado y observado varias veces con atenta fascinación. Creo que era una imagen del dios Quetzalcóatl bajo el doble aspecto de un dios de la vida, en su parte anterior, y de un dios de la muerte, en su parte posterior. La rencontré en Mitos, el libro de Alexander Eliot (1976, pp. 272-273)
   Supongo a esta altura, cincuenta años después de ello, que mi fascinación personal de aquel entonces devenía de sentir cómo aquella escultura significaba las dos caras de una misma moneda. Así lo comenté varias veces en mis clases de Literatura, cuando comencé a dictarlas a finales de los años sesenta.
    De la presencia de la muerte o, más bien de su casi ausencia, por estar injustamente velada, borrada y algunas veces censurada ante los niños y por ende en la Literatura Infantil, tratará nuestro proyecto.
   Y de unas viables soluciones para superar los temores o prejuicios de hablar o compartir historias sobre ella.
   Partiremos de situaciones personales para proponer su necesario abordaje. Y de asumir un acercamiento a una selección de textos de numerosos autores que la trataron y la tratan. No sólo en las historias que nos narran, sino como un personaje de las mismas.
   Asumiendo nuestros conocimientos y experiencia como Docente en Literatura, Narrador Oral (cuentacuentos), padre y abuelo lo haremos. Y será, es parte de nuestra propuesta, por medio de talleres de lectura, presentaciones de cuentos narrados oralmente, charlas y conversaciones con padres, educadores y los propios niños.
   Por medio de encuestas y cuestionarios se investigarán y evaluarán los resultados para arribar a una conclusión final sobre cómo se abordaba el tema de la muerte y cómo será abordado desde nuestra propuesta.
   Y, a partir de ello,  elaborar una teoría.

        Si la muerte pisa mi huerto

            Si la muerte pisa mi huerto
            ¿quién firmará que he muerto
            de muerte natural?

            ¿Quién lo voceará en mi pueblo?,
            ¿quién pondrá un lazo negro
            al entreabierto portal?

            ¿Quién será ese buen amigo
            que morirá conmigo,
            aunque sea un tanto así?

            ¿Quién mentirá un Padrenuestro
            y “a rey muerto, rey puesto...”
            pensará para sí?

            ¿Quién cuidará de mi perro?,
            ¿quién pagará mi entierro
            y una cruz de metal?

            ¿Cuál de todos mis amores
            ha de comprar las flores
            para mi funeral?

            ¿Quién vaciará mis bolsillos?,
            ¿quién liquidará mis deudas?
            A saber...

            ¿Quién pondrá fin a mi diario
            al caer
            la última hoja en mi calendario?

            ¿Quién me hablará ente sollozos?,
            ¿quién besará mis ojos
            para darles la luz?

            ¿Quién rezará a mi memoria,
            “Dios lo tenga en su Gloria”,
            y brindará a mi salud?

            ¿Y quién hará pan de mi trigo?,
            ¿quién se pondrá mi abrigo
            el próximo diciembre?
            ¿Y quién será el nuevo dueño
            de mi casa y mis sueños
            y mi sillón de mimbre?

            ¿Quién me abrirá los cajones?,
            ¿quién leerá mis canciones
            con morboso placer?

            ¿Quién se acostará en mi cama,
            se pondrá mi pijama
            y mantendrá a mi mujer,

            y me traerá un crisantemo
            el primero de noviembre?
            A saber...

            ¿Quién pondrá fin a mi diario
            al caer
            la última hoja en mi calendario? (*)

   Así como lo vemos en esta canción de Joan Manuel Serrat, cada uno tiene su experiencia vivencial e intransferible sobre la muerte y su relación con ella. Y, ni siquiera se necesita llegar al sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno o las dramáticas letras de algunos de los más recios tangos. Como, tampoco, a algunos poemas burlescos de Francisco de Quevedo o los contenidos jocosos de algunas salsas de Rubén Blades u otros salseros que tocan el tema.
   Desde tiempos muy lejanos el tema de la muerte, tanto como el de la vida, ha estado presente entre los seres humanos. Suponemos que, aunque no existan testimonios escritos sobre ello, esto ha sido así desde el propio momento en que el hombre es consciente de su esencia de tal.
   Esto se evidencia en diversas manifestaciones culturales desde la época de las cavernas, hasta en las tumbas y sarcófagos, los numerosos monumentos funerarios y  los diferentes monumentos religiosos. Como también se refleja en los pequeños objetos ceremoniales de las más diversas culturas de todos los tiempos y espacios. Por ello su aparición en los textos literarios no es de extrañar.
   Desde El libro de los muertos de los egipcios, pasando por La Ilíada y La Odisea de Homero, como por la Divina Comedia de El Dante, las Coplas por la muerte de su padre de Don Jorge Manrique y muchos de los romances tradicionales españoles, tanto como por los variados cantares de gestas, muchas de las obras de William Shakespeare, principalmente su Romeo y Julieta y su Hamlet, como el Werther y el Fausto de Goethe, los poemas y novelas del romanticismo y las obras más trascendentales de los siglos XIX y XX que lo abordan de las más curiosas y diferentes maneras. Sin olvidar, por supuesto, el cine o los videos que lo tratan.
   Es que, sin duda, el tema de la muerte es, ha sido y seguirá siendo un tema recurrente en las obras de creación.  No el único, por supuesto. 
   Como dice Antonio Machado en su poema XXXV de su libro Soledades:
“Al borde del sendero un día nos sentamos.
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
son las desesperantes posturas que tomamos
para aguardar… Mas Ella no faltará a la cita.”
   Es notorio que a la muerte se le teme por todo lo que hay de desconocido en ella. Se le teme porque con ella nos ausentamos de todo lo que hemos aprendido a amar, de la naturaleza, del pensamiento y hasta del amor mismo. Y, se le teme, a veces mucho,  porque el hombre se hace silencio con la muerte.
   Es claro que Machado pone en este poema un especial énfasis en la obligada actitud pasiva del hombre ante el problema de la muerte. Evidencia una entrega a la espera de su arribo. Y eso puede asustarnos mucho más. Tanto que el tema, al ser tratado de este modo, hasta lo eludimos. O, al menos, evitamos el asumirlo, el integrarlo a nuestra realidad de seres vivos.
   Y, por supuesto, no lo queremos hablar con los niños. Incluso, pese a sentir la precisa validez de las palabras de Orlando Araujo cuando, en sus Cartas a Sebastián para que no me olvide (1988, pp.49), asevera:
  “La muerte es dulce y no es esquiva, pero es puta: se acuesta con todos los animales   del mundo.”
   “Y con los vegetales, también”. Como apuntara Carlos Delgado Flores.
  Reconocemos que no es sencillo pero, como parte de la vida, el tema no debería ser excluido entre adultos y niños, sobre todo, en una conversación para resolver dudas o inquietudes. Y menos cuando, en el caso particular de nuestro país en los momentos actuales, sentimos lo doloroso y preciso de una aseveración como la brindada por el Profesor Carlos Delgado Flores cuando, conversando con él sobre el tema que trataría en este proyecto, y antes de escuchar sus aportes metodológicos orientadores para este trabajo, dijo: Una cosa es que la muerte sea algo que nos pasa y otra, que la muerte sea algo con lo cual vivimos.”
   Sin embargo, como apunta Anabel Sáiz Ripoll: “En la literatura infantil y juvenil, sobre todo en la juvenil, durante mucho tiempo, el tema de la muerte se consideró tabú”. Para señalarnos, casi a continuación, una cita de Fanuel Hanán Díaz (1996, p. 13)]:
La muerte ha sido en la literatura infantil la gran ausente, la eludida, la disfrazada. Es difícil encontrar textos que aborden con naturalidad esa problemática. Detrás de este fenómeno se esconde la sombra de una actitud sobreprotectora hacia la infancia, de un recelo de adulto que todavía no ha solventado su propio enfrentamiento con esa experiencia. Leer sobre la muerte es vivirla por anticipado, es crecer un poco más internamente para estar preparados para su venida. Pero también es el espacio para confrontar nuestras propias experiencias y descubrir en los personajes de ficción que nuestras emociones, que nuestros sentimientos ante ese hecho, son también los de otras personas.

   Equivocados o no, considero que será a partir de los aportes dados por cada una de las situaciones vividas de manera personal e intransferible con la muerte que se permitirá,  desde un abordaje sensorial, sentimental y conceptual, un sencillo y profundo vínculo como para acercarnos sin tabúes a ella.  
   No vamos a solicitar, por supuesto, que cada uno de los educadores o padres que asista a las charlas y talleres que realizaremos nos hablen sobre su relación inicial con la muerte. Ni, menos, que nos refieran cuán doloroso, sutil o desagradable fue su experiencia personal. Como se dice, haremos que el proceso corra por dentro de cada uno.
   Pero, sabemos como educador que será a través de algún ejercicio que llegaremos a analizarla internamente para, a partir de ello, leer y revisar los textos elegidos -tanto los de  las definiciones como los poemas y cuentos-, con el fin luego de los comentarios realizados en grupo y otros ejercicios complementarios, llegar a las posibles conclusiones.

(*) Pueden escuchar la canción de Joan Manuel Serrat en este enlace de Youtube:  http://www.youtube.com/watch?v=cZlA_8okQLw 

Tomado del Proyecto de Tesis realizado, presentado y aprobado por Armando Quintero Laplume para el Diplomado de Literatura Infantil para Docentes en la UDO (Caracas) el 14 de marzo de 20013: Sobre esa Señora que en cualquier momento vendrá a buscarnos. La muerte como personaje protagónico en la Literatura Infantil y otros entornos sobre ella.