Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

martes, 23 de agosto de 2011

En un lugar de cuentos, se narran cuentos.

Un momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

   En un lugar de cuentos como lo es La Hacienda La Trinidad. ¿Qué otra cosa podremos hacer? Lo que siempre hacemos, narrar cuentos, compartir con el público, pasar un momento familiar. Con el corazón dispuesto y cargado de afectos.

   Invitados a realizar nuestra actividad por la Librería Sopa de Letras concurrimos no libres de ciertos temores. Siempre suponemos que son los normales cuando uno se presenta en un sitio como éste por la primera vez y sabe que ese lugar no lleva mucho tiempo abierto a nuevas posibilidades de encuentros. Que, casi seguro, tendrá ante sí a un público casi totalmente nuevo, porque estamos en el período de vacaciones que, por supuesto, tiene alejado de Caracas a muchos de los asiduos asistentes a nuestras presentaciones en la Universidad Católica Andrés Bello y en el Parque Caballito de Altamira.  Unido al hecho que presentaré un unipersonal, cuando hace bastante tiempo me presento con alumnos u otros narradores. Y, además, con el compromiso de cumplir con el amigo que nos promocionó ante las personas responsables de satisfacer a sus normales asistentes.
   
Otro momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

       Pero, una sorpresa tras otra y, por qué no, la ayuda de algún divertido duende travieso o un hada buena y amigable enviados hasta allí por Jairo Aníbal Niño, nos fue acompañando casi permanentemente desde el momento que llegamos al sitio.
   Arribamos con nuestra hija menor, su esposo y nuestro nieto. Que, también, era algo nuevo.: Nicolás, a sus cinco meses, ya está acostumbrado a escuchar cuentos desde el vientre de su madre, pero era "La primera vez que va a ver a su abuelo presentándose". como dijo su padre. 
   Al descender del carro, mientras los padres acomodaban a Nicolás en su cochecito, me dirijo a la librería que estaba aún cerrada y, de inmediato, al pie del samán, el lugar de la actividad.   
   Allí me encuentro una mesa y unas sillas. Estupenda solución para acomodar algunos de mis libros, los elegidos para la presentación, y tener una de las sillas para iniciar la conversación inicial con el público. Lo vemos en la foto, arriba.
   "Con cuentos de sus libros "Cuentos de la Vaca Azul", "Un lugar en el bosque", de la colección de "Caracoles" y algunos cuentos nuevos se ha elaborado un programa para todo público. El humor, la ternura, las sorpresas abrirán puertas y ventanas en la imaginación y el corazón de quienes los escuchen." Así habíamos anunciado la actividad, pero esto es algo nuevo en nuestra presentaciones con el público. Aún narrando cuentos míos, no los expongo a la vista del público. Pero, estamos realizando una presentación para una librería. De alguna manera, sin separarme de la ortodoxia del oficio, prudencialmente se han de promover libros.
   La llegada de Javier Marichal, el amigo promotor de mi labor de narrador oral, escritor e ilustrador, fue casi inmediata. Las dueñas de Sopa de Letras llegaron un rato después. 
   El recibimiento de las socias fue muy refrescante. Con una de ellas habíamos pautado la presentación. Con la otra,  nos veíamos por primera vez y, ¡oh, sorpresa!, exhibía un ejemplar de "Un lugar en el bosque" que quería se lo dedicara.  Cuando iba a hacerlo, descubro que ya se lo había dedicado a solicitud de Javier, nuestro común amigo. Fue cuando, por el 2006, luego de recibir el premio y el reconocimiento por esa obra, lo bautizamos en la casi escondida librería de La Castellana, donde, por años trabajó Javier Marichal. Todo un cuento, y toda una historia cargada de emociones había en todo ello. Pero, la dueña de la librería quería una nueva dedicatoria para su libro. Y no podíamos negarnos, por supuesto, a una sorprendente novedad, la de hacer dos dedicatorias a un mismo libro. 
   El público comenzó a llegar. Y se comenzaron a inscribir los niños.
   Varias sorpresas nos esperaban aún.
   La primera, la asistencia de una señora que cuando tenía la edad de su hija nos escuchaba en el Teresa Carreño.  Y lo manifestó eufórica, comentándolo a viva voz a las dueñas y a mí. 
En la foto de arriba, la podemos ver. Es la señora con la niña que escuchan muy atentas y que sobresalen del grupo porque se sentaron próximo, como "para no perderse ni los suspiros", como decía nuestra abuela del corazón.
  La segunda, fue la presencia de Mattias, su hermano Diego y sus abuelos. Los señores también  se acordaban de nuestras presentaciones que por doce años hicimos en la Plaza Vicente Emilio Sojo del Teresa Carreño, hasta el año 2002. Por eso trajeron a sus nietos.
   Con Mattías se produjo una relación como de amistad - complicidad que parecía de muchísimo tiempo, de esas que uno llama "de toda la vida". 
  Al comenzar a llegar el público lo vi entrar con sus abuelos y hermano. Y todos se ponen a recorrer la librería. De pronto, siento que me jalan la batola azul de mi vestuario por detrás, y él está ahí mirándome. Comenzamos a presentarnos y a hablar. Le digo que tengo un nieto que supongo se parecerá a él cuando tenga su edad. No me dice nada y se aleja acercándose a sus abuelos. Me hablan otras personas pero oigo que Mattías dice que quiere conocer a Nicolás así que lo invito a que me acompañe a verlo. A partir de ese momento estuvo permanentemente a mi lado. Pueden verlo en la foto de arriba, es el niño que está parado fuera de la alfombra de muchos colores que coloca la gente de Sopa de Letras para que los niños y algunos adultos se sienten a escuchar los cuentos. Creo que esa relación como de amistad - complicidad nos permitió mantener un trato que podría haberse transformado en perturbador para la actividad en un grado de cierto equilibrio durante toda ella. 

Y, otro momento de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

   La tercer sorpresa fue la presentación en sí misma. 
   Fluyó con naturalidad y me deje llevar por su movilidad.
   La conversación escénica, al estilo de Jairo Aníbal Niño, donde el compartir vivencias intercaladas entre y con los cuentos, soportaron el eje central de toda la presentación. 
   Era una manera acertada, elegida para sentirme cómodo e ir tomando la confianza necesaria en la relación con ese público, en las situaciones que se creaban y en un espacio que, abierto pese a su alambrada, a las edificaciones que le flanquean y a su cercanía a la calle, podría crear algunas probables distracciones. Aunque el samán, además de prestar su sombra, oficia de campana para crear cierta acústica. Ya lo habíamos comprobado el día que confirmamos que se realizaría nuestro unipersonal. 
   Salpicadas de humor, con sorprendentes comentarios y sugerentes referencias comenzamos a encantarnos, envolvernos y comprometernos, todos, con la actividad.
  Desde una vivencia que me marcó desde el vientre de mi madre, la de escuchar cuentos y la de compartir ese vientre con la única hermana que tengo, paso a narrar un cuento de tradición oral, que también escuchamos en nuestra infancia en Uruguay y que siempre nos lo refresca Francisco Garzón Céspedes en su versión cubana, "El mejor cazador del mundo". Un "cuento del yo mentiroso" que los campesinos han versionado del libro "Las aventuras del Barón de Münchausen"
   Pasamos de inmediato por el recuerdo de nuestros abuelos del corazón para introducir nuestro cuento "El libro de las preguntas" e, incluso, leer algunas de ellas. Cosa que pocas veces hago ante el público. Aunque me gusta leer en voz alta para otros.
   De ahí narramos una serie de cuentos de "Un lugar en el bosque", "Caracol y Caracola", "Caracol y gusanito" y concluimos con "Víctor", nuestra versión del elefante de colores que parte del cuento "Guy" del libro "Monigote en la arena" de Laura Devetach.
  Y cerramos como siempre lo hacemos, con los dos poemas del libro "Preguntario" de Jairo Aníbal Niño.
   Ante la seguridad de que el público quería más cuentos, narramos los tres primeros cuentos breves de "Los cuentos de la Vaca Azul", un cuento que nos regalaran hace unos años, "El viejito y la rana" y cerramos la actividad con "Puño al aire", también del libro citado.

Saludo al cierre de la actividad. Foto de Víctor Daboin Toro.

     Con toda humildad, señalamos que este saludo es, también un abrazo cargado de afectos por lo compartido entre todos. 

   Retornamos el domingo 4 de septiembre, a la misma hora, con cuentos nuevos.
   La alegría de narrar, se llamará la actividad y será un homenaje unipersonal a Jairo Aníbal Niño cuyo nacimiento fue en Moniquirá, Colombia, el 5 de septiembre de 1941. Compartiremos varias historias y poemas de sus numerosos libros, a un año de su fallecimiento.
   Para saber sobre este autor haga clic en el nombre y se enlazará a wikipedia.

2 comentarios:

Lin dijo...

¡Qué belleza de relato! Cómo me alegra y emociona leerlo.
La magia del jardín nos sigue uniendo en este universo de palabras con amor.
Va un abrazo alado, cargado con cariño, respeto y admiración.
:D

Los Cuentos de la Vaca Azul dijo...

Muchas gracias, Princesa Mayor del Reino de Rania. Un hermoso comentario saltarín, un regalo alado, que es otra de las posibilidades de volar.
Nos seguiremos uniendo en cuentos. Abrazos solidarios.