Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cuentos y más cuentos en el Aniversario de La Rana Encantada



Ilustración del libro "Two friends" de Hoda Haddadi
Mención en el New Horizons del BolognaRagazzi Award 201
¡De cumpleaños!
Cumplimos años el 8 de septiembre y como parte de la celebración de nuestro segundo aniversario invitamos a otros amigos cuentacuentos para encontrarnos en un jamin’ de palabras, en el anfiteatro del Parque Boyacá. Cada uno traerá su historia para hacer una fiesta de la oralidad.
El sábado 11 tendremos el "Vente tú: Jam de cuentacuentos" a las 11:30 am en el Parque Boyacá de El Rosal, con el apoyo de Cultura Chacao y la Fundación Casa Arturo Uslar Pietr
Compartiremos además con los niños de las comunidades de Pajaritos, Barrio Nuevo y San Souci, en el marco del cierre del plan vacacional de Cultura Chaca
¿Vienes? ¿Cuentas? Anímate, ¡te esperamos
Escríbemos a: tecuento@laranaencantada.com


Armando Quintero en el jam de cuentacuentos. Nuevo Parque Boyacá de El Rosal 11/09/2010


Con una invitación como la que nos presentó Linsabel Noguera, ¿quién iba a resistirse a una celebración como la que se presentía?
Y ahí estuvimos. Ante un público entusiasmado y entusiasmador.
Tanto que, ni la lluvia, que también quiso acercarse, intensa, algo fría y persistente, les disipó el afecto demostrado para disfrutar y hacernos disfrutar cada uno de los cuentos narrados.
De verdad, verdad: ¡Fue una verdadera fiesta de la palabra!
Y celebramos su segundo aniversario de actividades junto a Linsabel, Antonio, los narradores nuevos, los no tan nuevos y los mayores que asistimos a la convocatoria de su agrupación La Rana Encantada en el nuevo Parque Caballito de El Rosal. Y con la presencia aérea de alguién que en respetuoso silencio, todos, unos más, otros menos, tuvimos presente en ese encuentro: el colombiano universal, Jairo Aníbal Niño.
Así nos deleitamos con los cuentos presentados por Tiago de Jesús, Jenny Fraile, una maravillosa visitante cubana, Nube, muy caribeña en su relato de una luna que quería ponerse un traje realizado por un sastre persistente en su labor de tal, pero no tan conocedor de los cambios corporales de su cliente.
Como disfrutamos de Patricia Quintero y de las historias de las alumnas del taller de narración oral de Lin. De cuyos nombres, sí, quisieramos acordarnos. Como, también, de los nombres de algunos de los otros participantes, que no nombramos aquí, pero sabemos, porque les vimos y oímos, nos alegraron en el maravilloso evento. Como nos alegró las sorpresas que nos dieron, y se dieron, las alumnas del Diplomado de Literatura Infantil de la Universidad de Oriente de Cumaná. ¡Aprobaron y aprovecharon con creces su presentación final para el curso de narración oral que dictamos en agosto! También, nos
alegró mucho el entusiasmo que despertó el cuento narrado por Lilián de Ríos entre los numerosos narradores que presentaron sus trabajos. O, asistieron aún sin narrar. Como pasó con Laura Montilla, 
aquejada de la garganta.

Felicitamos a todas y a todos.
A los narradores por sus palabras de vida.
Al público, que nos las permitió donar con mayor entusiasmo, al donarse ante cada uno de nosotros.
Felicitamos a todos y a todas.
Por su presencia, por su asistencia, por la fiesta que logramos.
Y, sobre todo, por la apertura hacia un paso que estamos haciendo entre todos al seguir a La Rana Encantada: un reconocimiento cada vez mayor a la importacia de las palabras que se dicen en el contexto que vivimos.

Gracias, además a Linsabel y a Antonio por ese cierre que brindaron con sus versiones de los papelitos azules y los avioncitos de Jairo Aníbal Niño.
Y por hacerlo presente en el cierre de la actividad, sabiendo que estaba entre nosotros.
Por él y por todos los que le conocimos y seguiremos disfundiendo sus poemas, cuentos y enseñanzas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Nuevas palabras de amigos sobre la despedida deJairo Aníbal

Foto tomada de El Tiempo de Bogotá.
Ilustró la nota de celso Román publicada el domingo 05/09/2010.

Palabras de Sylvia Puentes de Oyenard
Presidenta Fundadora de A.U.L.I. (Asociación Uruguaya de Literatura Infantil-juvenil).
Preside la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil.

ORACIÓN DEL CAPITÁN DE NUBES

 
Comando hoy un capital de nubes

y te agradezco, Señor, por enseñarme

que la brújula perfecta está

en el Amor y la Ternura.

Gracias, también, por dirigir mi nave

a los dominios celestes,

porque sabes que más que descubrir

me gusta ser descubierto

y que,trepado a una estrella,

jugaré con los niños

de todas las razas y países

para que no existan más

el hambre, el dolor y la violencia.

Señor, dame la gracia de ser caricia y pluma

y que en los ojos de todos

los hombres y mujeres del mundo

se abra la sonrisa del libro de la Vida.

Amén.
 Sylvia Puentes de Oyenard
Para Jairo, desde el corazón

martes, 7 de septiembre de 2010

Palabras de amigos sobre la despedida deJairo Aníbal



Hummigbird de Jing Jing Tsong imagen tomada de http://www.jingandmike.com// 
Agradecemos a Lin Noguera por mostrarla en su facebook.


Palabras de Tiago de Jesús
Lic. en Ciencias Pedagógicas, narrador oral, escribe muchos de los cuentos que narra. 
Es coodirector de Narracuentos UCAB y Cuentos de la Vaca Azul.

Al llegar, llámanos para avísanos si llegaste bien. Todos aquí te extrañamos y estamos pendientes de tu última historia,...


Adiós, chamán... Adiós, maestro... ¡Adios, NIÑO...!


Palabras de Beatriz Montero
Coordinadora General de la Red Internacional de Cuentacuentos.
http://www.beatrizmontero.com/

El lunes 30 de agosto Enrique me dice: ¿Has visto la noticia que he colgado en mi perfil de facebook? Me extraña que me haga esa pregunta en lugar de decirme lo que ha escrito. No, le digo. Pues entra y verás.


Quedé con la mirada perdida cuando leí que Jairo Aníbal Niño había muerto, ese mismo lunes 30, con 69 años de edad. Y yo que le imaginaba con su traje blanco jugando con las palabras frente al azul Caribe.
Conocí a Jairo Aníbal Niño hace doce años en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Estábamos ensayando Manuel, Javier y yo, que por aquel entonces formábamos el grupo "Con los otros", cuando apareció en el camerino un señor vestido de blanco con cara infantil traviesa. Era Jairo Aníbal Niño. Ni idea en ese momento de que estábamos delante de un monstruoso escritor y cuentacuentos. Sí, él también contaba sus magistrales historias. Esa noche él contó cuentos en el Teatro después de nosotros. ¡Y fue tan increíble escucharle! No sé si es cierta o no esta cita que he encontrado en internet sobre un comentario de Gabriel García Marquez sobre Jairo Aníbal, pero lo escribo aquí porque eso fue lo que sentí esa noche al escucharle sus cuentos: «Jairo Aníbal Niño es el autor de la infancia, de esas inolvidables vacaciones en el cielo».


Palabras de Linsabel Noguera
Comunicadora Social, actriz, cuentacuentos. Entre otras actividades, dirige La rana encantada.
http://la-rana-encantada.blogspot.com/


Hace mucho tiempo un periodista se encontró con un niño que vivía en el cuerpo de un abuelo escritor, y el abuelo -como adulto inteligente que era- dejó que fuera el niño quien contestara a sus preguntas antes de llevarlo a jugar a la escuela.


En memoria de Jairo Aníbal Niño, quien desde las estrellas debe estar inventando historias de nubes que viven entre pájaros.

Un recuerdo, una aproximación, un cariño en la distancia; como una mano que agita un pañuelo con la esperanza de volverse a ver.


Palabras de Hugo Colmenares
Periodista, escritor de cuentos para niños, ha recibido numerosos premios y reconocimientos por sus obras.


Una lectura lenta... muy lenta y con varios intentos, porque debía cerrar la página.
Instalado en el domicilio virtual de La Vaca Azul, con la mirada atenta de Armando Quintero, me acercaba un poco más, para leer la semblanza que escribió sobre El Niño Jairo Aníbal, el escritor colombiano Celso Román.

Y como soy un hombre muy precavido, hijo de padres de la montaña. Antes de iniciar el camino de la lectura en las letras de Celso, ya había ingerido varios vasos de agua.

Y creo esa la razón, porque la lectura a Román por Jairo Aníbal, ya era imposible. Un baño de lagrimas. Otro arranque de la vida, cuando se admira a un poeta que ahora nos dicen, se ha ido del Paraíso Terrenal.

No le voy a culpar a Celso Román, el que se me empañara la vista y casi no concluía esa historia de amor de Jairo Aníbal con su esposa, sus hijos, sus historias en la poesía.

Gracias Armando, gracias Celso.

Hugo Colmenares

San Nicolás de la Lejanía

Nota. En seis oportunidades entrevisté periodísticamente a Jairo Aníbal. No sé dónde están los periódicos o recortes guardados. Y lo mejor, no recuerdo qué le preguntaba, ni qué respondía. Dicen que un día volverá.

jueves, 2 de septiembre de 2010

COSQUILLAS A LOS ÁNGELES

Ilustración Armando Quintero.


Jairo Aníbal fue ante todo un ser humano que conservó –como su apellido lo indica- la ternura de la infancia durante toda su vida. Tuve la suerte de conocerlo cuando mi libro Los amigos del hombre ganó el Premio Nacional Enka de Literatura Infantil, y él, que había sido uno de los jurados, nos invitó a su casa. Fuimos con Patricia, mi esposa, a su apartamento de Las Aguas –que terminaba en punta sobre la carrera tercera como la proa de un gran transatlántico-, y allí se abrió la puerta de su corazón y empezó una amistad de esas que no terminan nunca porque se vuelven hermandad.
Cuando nació nuestra hija María José, le pedimos a Jairo Aníbal y su esposa Irene, que fueran los padrinos de la niña. Nos volvimos compadres, y de inmediato nació entre nosotros una enredadera llena de flores, y la niñita lo llamaba Jairo Aníbal El Niño, y se fascinaba con las historias con que nos hipnotizaba, como cuando narraba su conversación una noche de otoño en el puerto de Ámsterdam con un viejo marinero que resultó ser el holandés errante, el capitán del buque fantasma, que a las doce de la noche se apareció en los muelles como un espectro envuelto en fuegos fatuos, con los velámenes roídos y esqueletos andantes, donde el capitán embarcó para seguir vagando por los vericuetos de la eternidad.
- “Entonces me di cuenta que todo el tiempo habíamos hablado, él en holandés, y yo en español, pero nos entendíamos perfectamente”, dijo, porque él tenía la facultad de atravesar el velo mágico que separa la fantasía de la realidad.
Después nació Valentina Fabia, nuestra segunda hija, y tan pronto como la cabecita le dio para entender que Jairo Aníbal era el padrino de su hermanita, nos hizo la petición: “Yo también quiero que él sea mi padrino”, y por supuesto el poeta aceptó y quedamos unidos por el doble compadrazgo.
Desde entonces en las reuniones ya eran dos las niñitas que escuchaban al padrino contando cómo en Pekín escuchó el concierto de millones de ciclistas haciendo sonar las campanitas de sus bicicletas, que hacían de la ciudad un lugar mágico, y nos contaba que después, sobre la Plaza de Tian'anmen o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial, vio volar un dragón, no de papel sino de verdad, sobre una multitud de un millón de chinos.
- “Después fui a buscar algo de comer, y pedí en un puesto callejero unos camarones fritos, y cuando los probé y dije que estaban ricos, a mi alrededor ya había una multitud de chinos que aplaudió con cariño al extraño extranjero que degustaba su comida”.
Jairo Aníbal creó un nuevo paradigma, pues nos hizo mirar con desbordada fantasía nuestro entorno, y abrió el camino a una literatura dirigida a los niños, en la cual se reflejaran nuestras selvas y montañas, los grandes ríos de aguas amarillas, los nublados cielos paramunos, los mares soleados del Caribe y los grises y lluviosos del Pacífico.
Con su obra nos invitó a soñar pero a la vez a ser críticos con esta sociedad indigna, pues en sus fibras más íntimas siempre fue un rebelde, un revolucionario que jamás transigió con la injusticia. Desde su infancia en Moniquirá –tierra de tumes y bocadillos de guayaba- estuvo en contacto con la violencia que desplazó a su familia paterna, obligándolo a una vida de rebusque como cuentero, teatrero, titiritero, gitano, ayudante de bus y marinero en el Amazonas: su vida era como un libro de Emilio Salgari, su corazón desde la adolescencia escribía un cuento de aventuras.
Echó raíces cuando formó un hogar con Irene Morales, una especie de ángel de la guarda, dulce compañía, nacida en Cartagena de Indias, e hija de un prominente médico que toda la vida vistió de lino blanco y supo entender el amor de esa morena linda por el poeta loco y aventurero de la cordillera. De esa mezcla tan disímil pero tan complementaria entre cachaco y costeña nacieron la dulce Alejandra, médica que cura los enfermos con esencias de flores, con dibujos, con poemas y con el amor que le dio vida; Paula, morena de mirada rebelde, que escogió el camino de la Sicología para ayudar a la gente a encontrarse a sí misma desde adentro; y Santiago, quien heredó al tiempo la poesía de su padre y la ternura de Irene, expresadas con música.
En un país tradicionalmente machista, Jairo Aníbal redescubrió la ternura, y es por eso que hoy varias generaciones de niños lo llevan en el corazón, los adolescentes aprendieron a declarar su amor, e innumerables parejas se casaron gracias a su “Alegría de querer” y su “Preguntario”.
Él nos contaba cómo alguna vez llegó a puerta un piloto de avión con los ojos llenos de luz. Buscaba con afán al poeta, pues hacía una escala de apenas dos horas en Bogotá, mientras barrían el aeroplano, lo recargaban con combustible y energía para poder seguir errando por el mundo. Se había escapado del aeropuerto en un taxi que subió por la Avenida Eldorado hasta las faldas del cerro de Monserrate; ingenuo como los verdaderos enamorados-le dijo al conductor “no se me vaya a ir, que no me demoro”, subió las escaleras a la carrera y en su frente, bajo el quepis de capitán de las altas nubes, brillaban perlas de sudor que más bien parecían diamantes diminutos.
- “Maestro, -le dijo a Jairo Aníbal- por favor, fírmeme este libro suyo, que con él enamoré a la mujer que va a ser mi esposa, y ella no me cree que somos amigos”
- “Con mucho gusto, Capitán, si hemos sido amigos toda la vida, aunque sea la primera vez que nos veamos”, le dijo el poeta, le firmó el libro, le dio un abrazo, y él retornó a la carrera al aeropuerto. Cuarenta minutos más tarde, Jairo Aníbal, desde la atalaya de su apartamento vio un avión que lo saludaba balanceando las alas en el cielo de Bogotá. Le dijo adiós con la mano, pues su sueño secreto siempre fue ser aviador.
Su entierro no fue de luto y tristeza, fue un lanzamiento de nave espacial, una despedida con lágrimas de alegría, y por eso en el ataúd no era un muerto lívido, sino un astronauta sonriente, concentrado en la emoción de su viaje, y muchos nos comunicamos por las redes globales anunciando el viaje definitivo del amigo que se iba para las estrellas. Sus poemas dieron otra vez la vuelta al mundo, para que el dolor poco a poco se transformara en regocijo, y ayer sonó mi teléfono celular con un mensaje del Profesor Carlos Silva: “decidió él mismo ir a poner sus avioncitos de papel en el cielo”.
Eso fue lo que pasó: dejó el capullo que llamamos cuerpo para que por fin se liberara la mariposa de luz que siempre llevó por dentro y que aleteaba en sus palabras y en su abrazo. Ha subido a las más altas estrellas, como si volviera a su origen, y por eso ahora brillan mucho más con la ternura del compadre.
Lo veremos cada día en las flores que abran sus pétalos en los jardines al amanecer para llenar el día de colores y perfumes, en cada nube que juegue con el viento para dibujar en el cielo animalitos, unicornios y dragones, que se encargarán de recordarnos que el poeta sigue por ahí arriba, haciéndole cosquillas a los ángeles, convertido en lo que siempre fue, Jairo Aníbal el Niño, como le decían María José y Valentina Fabia, mis hijas, sus ahijadas, y todos los que tenemos la suerte de amarlo.

Perfil de Jairo Aníbal Niño para el cuadernillo Domingo a Domingo de El Tiempo de Bogotá realizado por Celso Román.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Él sigue aquí, entre nosotros

Ilustración: Armando Quintero.

"Se fué Jairo Aníbal Niño. Nos queda la ternura. Días antes dijo a sus amigos: "donde hay amor no hay ausencia", y por eso nos queda la responsabilidad de vivir lo más intensamente posible cada instante, pues es como si Jairo Aníbal ahora navegara en cada estrella, en cada flor que se abra en la mañana en los jardines, ...ahora nos acompañará con el sol de cada día y también con la lluvia."
Tomado del blog de Celso Román



Es decir, hermano, que Jairo Aníbal sólo ha cambiado de residencia. No más.

Eso sí, lo hizo como le gustaba. Para sorprendernos.
Por eso, viajó en la madrugada y sin permitir que nos avisaran.

Él sigue aquí.
En cada uno de sus libros, en la sonoridad revitalizada de sus palabras y en los recuerdos que mantenemos desde una pequeña sonrisa de su parte, hasta una cerveza bien helada compartida en algún elegante lugar, un güisqui o un simple abrazo que nos diera. O el revivido aroma de uno de esos sabrosos almuerzo creado por Irene.

No creo, tampoco, que Jairo Aníbal quiera nuestras lágrimas.
No lo lloremos. Aunque nos duela. Porque no sólo nos borrarían su imagen sino, también, lo harían con sus caminos trazados. Tengámoslo presente.

Si se le quiere, se le saludará con un abrazo lleno de alegría. Como estoy seguro que lo desea desde donde esté. Y lo recibirá con afectos y efectos multiplicados y multiplicadores.

Los amigos no se mueren, eso lo aprendimos de él.
Sólo cambian de espacios para seguir acompañándonos.
Y para darnos más alegrías de querer la vida.
¿Verdad, Jairo Aníbal?

Quizás fue por eso, entre otros motivos, que nos ocultaste tu enfermedad.
Y nos abrazaste con intensidad al despedirnos en tu último viaje a Venezuela.
Para que sintiéramos y mantuviéramos tu amor, no tu ausencia.

Te recordaremos tan vital como siempre.
Gracias por tu vida.
Y por habernos dado más vida.

Desde ya, te estaremos buscando en la cara de la luna.
Y navegaremos contigo en cada estrella, en cada flor que se abra en la mañana en los jardines. Y nos dejaremos acompañarar de tí con el sol de cada día y también con la lluvia.

Amén.