Clarissa, la vaca azul

Clarissa, la vaca azul
paseando por el campo

lunes, 29 de junio de 2009

Temas de Narración Oral: Algunas definiciones para el oficio

No se puede pretender que los términos de un oficio que, sea por las razones que sea, es tan reciente en sus fundamentos teóricos puedan delimitarse cabalmente. Y, sobre todo, cuando aún no está suficientemente precisado para todos los destacados investigadores y estudiosos que lo han abordado hasta ahora (antropólogos, etnólogos, historiadores, sociólogos, comunicadores y educadores) y los muy pocos narradores orales que han asumido a conciencia el estudio del mismo. Aquí sólo abordaremos, de un modo muy sintético, algunas de las varias denominaciones que se utilizan para designarlo profesionalmente y para definir el ejercicio de sus muchos hacedores. Su profundización y ajuste se hace cada vez más necesario.

Contada: Bajo esta denominación designamos a las presentaciones realizadas en espacios abiertos, convencionales o no convencionales. Es una manera de diferenciarla de las presentaciones realizadas en salas de teatro donde se hacen uso de los recursos técnicos de luz y sonido. Pueden ser individuales o colectivas, según sean llevadas a cabo por un solo narrador oral o por varios de ellos, trabajando éstos en colectivo o no.
Contador de historias: Es el conocido cronista de nuestros pueblos que testimonia la historia oral de su comunidad, y está más vinculado a la narración como arte comunicativo que a la historia pura de la misma.
Cuentacuentos: El término tiene amplia difusión en Venezuela desde la época del “boom de la narración oral” en la década de los ochenta en este país, y está extendido en muchas partes de América Latina y España. La narración oral de cuentos en el aula; los cuentos y vivencias narrados por abuelos y familiares; las historias, leyendas, mitos y cuentos leídos y, a veces, narrados oralmente por bibliotecarios y promotores de lecturas caben en esta denominación. Serían muy pertinentes revisar las observaciones tomadas de Antonio Gonzáles Beltrán sobre este término unas páginas antes y, entre otras, esta puntualización de Francisco Garzón Céspedes:
“El término de cuentacuentos, usado por extensión por algunos narradores orales escénicos – y sin delimitarlos – que creen referirse a los cuenteros, está mucho más referido a la práctica de contar, dirigiéndose a los niños, de los narradores orales de la corriente escandinava.” (de “El arte de contar cuentos”, página 21)
Cuentería: Los narradores orales colombianos designan bajo esta denominación a la narración oral como término genérico y abarcan con ella a todo tipo de manifestación oral: los cuenteros comunitarios aborígenes, campesinos y pueblerinos, los cuenteros familiares, los cuentacuentos y los narradores orales escénicos. Prácticas todas existentes y valoradas en Colombia, “uno de los países más fecundos y vivos en este oficio, cuya práctica es latente hoy en día en universidades, plazas, cafés, bares y teatros”, como nos ha señalado Antonio González Beltrán.
Cuentero: Término muy extendido en Colombia para designar a todo narrador oral y, donde la constante práctica del oficio y la permanente denominación del mismo por sus oficiantes, que se califican como tales, no reviste los contenidos peyorativos que conlleva en otros países de América.

Espectáculo Unipersonal: Designamos de esta manera a todas aquellas presentaciones individuales más elaboradas desde el punto de vista escénico, realizadas en espacios convencionales o no convencionales, donde se hacen uso de los recursos técnicos de luz y sonido. Sería lo más parecido a lo que se denomina monólogo en el teatro convencional.
Espectáculo colectivo: Con esta denominación designamos a las presentaciones colectivas - según sean llevadas a cabo por un solo narrador oral o por varios de ellos, trabajando en colectivo o no – y estén realizadas en aquellos espacios, convencionales o no convencionales donde se usen de los recursos técnicos de luz y sonido.

Fabulador: Es el correspondiente a cuentero en algunas culturas. En otras, como en lugares de Nuestra América, reviste un contenido peyorativo.

Griot: En las comunidades africanas el oficio de “cuentero” exige una preparación y se equipara al del jefe de la tribu. Uno procura su alimento y defensa material, el otro la conservación espiritual e histórica de la misma.


Narración Oral: Es la denominación genérica con la cual se pretende abarcar a todas y cada una de las manifestaciones artística de la oralidad; desde los cuenteros comunitarios de todos los tiempos y lugares, a los cuentacuentos e, incluso, los narradores orales escénicos.
Narración Oral Escénica: La denominación fue creada y acuñada por el cubano Francisco Garzón Céspedes “un investigador formado, licenciado en periodismo, director y/o jefe de redacción de revistas especializadas y de departamentos internacionales de prensa y propaganda”, actor y director teatral que “asume el cuento oral, en 1975, en La Peña de Los Juglares” y crea, con fundamentos teóricos y prácticos bien sustentados, el Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica. Tomamos un fragmento de su libro “El Arte Escénico de Contar Cuentos. La Narración Oral Escénica” que, a nuestro parecer, sintetizan sus consideraciones sobre el tema:
“El término de narración oral es un genérico que incluye a los cuenteros, a los narradores orales de la corriente escandinava y a los narradores orales escénicos. De allí otra de las necesidades de especificar en lo que a nuestro movimiento toca: narración oral escénica; como definición, como diferenciación, como propósito, y, sobre todo, como exigencia.
Narración oral escénica, un arte nuevo nacido de un antiguo arte.
La renovación del arte de contar: La oralidad como una sola en permanente movimiento creador.
Narración oral escénica, un arte complejo y en evolución, cuya definición no puede ser resuelta de una vez por todas.
Hablo de escena y comunicación. Hablo de oralidad.” (pág. 29)
Narracuentos: Una situación circunstancial nos hizo inventar esta designación que hemos aplicado para nombrar a una de las agrupaciones que creamos posteriormente (Narracuentos UCAB). A comienzos del año de 1992, en acuerdo con la Subgerencia de Educación del Teatro Teresa Carreño, realizamos una serie de presentaciones para adultos en su Museo. La noche anterior, en una entrevista de televisión, el humorista “Cayito” Aponte declaró que él era, también, “un cuentacuentos”. Ante la muy posible solicitud de parte de un sector del público asistente a nuestra presentación – y que aún no conociera nuestras propuestas para todo público que ya se venían realizando en la Plaza Vicente Emilio Sojo de dicha Institución – que, por lo tanto, quisiera un chiste de nuestra parte, surgió la nueva palabra.
Oralidad: El término que, comenzó a valorarse entre investigadores y narradores orales a partir del Walter Ong tiene una larga y accidentada historia, como lo expone Eric Havelok en “La ecuación oral-escrito: una fórmula para la mentalidad moderna”, el texto recopilado por David R. Olson y Nancy Torrence en “Cultura escrita y oralidad” (ver nuestra bibliografía)

Palabrero: La escritora argentina Laura Devetach, en su libro “Oficio de palabrera”, recupera este término con el cual reconocíamos a los cuenteros campesinos y pueblerinos de nuestra infancia. Para diferenciarlos y enaltecerlos frente al de “cuentistas” que, cuando no se refería al escritor de cuentos, sino al narrador oral de los mismos, resultaba peyorativo o, al menos, descalificaba su oficio. Nos consta su uso en el norte argentino y en Uruguay - al menos en los departamentos de Rivera y Treinta y Tres - para la década de los cincuenta.
Presentación: Designación genérica de toda acción en el espacio realizada por los narradores que presentan su cuento, no lo representan (ver, para profundizar sobre ello, todas las diferencias que señala Garzón Céspedes, en su libro, entre teatro convencional y narración oral)
Público: Bajo esta denominación - y para marcar la diferencia que establece el oficio de narrar en la relación de coparticipación entre quienes asisten a la presentación y el narrador, por ejercer éste una acción de comunicación directa – reconocemos, así, que no son espectadores.

Unipersonal: Designamos de esta manera a toda presentación individual realizadas en espacios convencionales o no convencionales, donde se hagan, o no, uso de los recursos técnicos de luz y sonido. Es lo que se denomina monólogo en el teatro convencional y que, por las diferencias sustanciales entre ambos oficios de la escena, técnicamente, hemos de establecer.

Este texto fue tomado del documento ¿Quieres contar cuentos? de mi autoría. Buscar en la Web:

http://weblog.mendoza.edu.ar/teoria/archives/textos_contar_cuentos.doc

O, en Analítica: http://www.analitica.com/media/3183637.pdf

Si quiere más información, vea las páginas y videos que siguen.
Sólo toque sobre cada URLS.

http://www.lajiribilla.cu/2007/n308_04/308_07.html

http://literatierra.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=27&Itemid=160

http://www.nortecastilla.es/20090529/gps/sabe-contar-20090529.html

http://ciinoe.blogspot.com/2008/08/definicin-de-narracin-oral-escnica.html

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/ciinoe/oralidad_oralidad_escenica.htm

http://en.wikipedia.org/wiki/Griot

http://www.documentalistas.org/colaboradores/firmas/p5/vilma_castro5.php

http://www.youtube.com/watch?v=Q-YCtuxwq9A

http://www.youtube.com/watch?v=eYpTdDghEhg&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=ZkbhjEO2nfQ

jueves, 25 de junio de 2009

Cuentos para narrar: La niña y el poeta



Cuento completo integrado en una sesión infantil donde se escenifica la historia de un Pirata que le roba todos los cuentos a una Princesa que disfruta de ellos.
Narrado por Manu Albunquerque.
Fuente: Youtube

La niña y el poeta.

Yo conocí una niña que tenía los ojos color del tiempo.
Vivía en una ciudad donde todas sus casas y sus edificios eran iguales.
Todas las casas tenían los techos rojos, las puertas y las ventanas pintadas de verde, las paredes blancas. Los edificios tenían sus muros grises, con sus ventanas y puertas grises y siempre cerradas, casi como para que nadie pueda saludar ni hablar a nadie. Como para que nadie supiera del otro.
Las mesas, las sillas, los platos, los diversos objetos, eran muy parecidos unos a otros. Los animales tan similares que, a la hora de querer saludar, acariciar o sólo jugar con el gato o el perro que era mi mascota, me pasaba mucho tiempo para diferenciarlo de los otros perros o de los otros gatos.
Las personas se parecían como en las monedas se parecen las cabezas de los héroes, o esos números rodeados de laureles que también encontramos allí.
Era una ciudad donde no pasaba nada. Todo se repetía, se repetía, se repetía. Se le conocía por ello y así se le llamaba: La Ciudad Donde No Pasaba Nada.
Cierta vez, la niña quiso asomarse al mundo. Quiso ver si fuera de su ciudad podía encontrar – aunque más no fuera – una flor que tuviera pétalos con formas, colores, y aromas diferentes. Y se fue de allí. Caminó. Caminó mucho tiempo, hasta que llegó a la casa de un señor que, casualmente, era un poeta.
El poeta estaba durmiendo pero, como buen poeta y distraído que era, ni siquiera le había puesto trancas a las puertas.
La niña empujó la puerta y entró a la casa del poeta.
Observó que la sala, como casa de poeta, estaba desordenada. Sobre la mesa de trabajo descubrió unos cuantos libros. Otros en las sillas, en el suelo, entre los más diversos objetos. Algunos pocos, dispersos en los estantes de la biblioteca.
Descubrió, además, que cada libro era diferente. Cada uno tenía portadas, ilustraciones, papeles con texturas distintas. Las letras, incluso, tenían tamaños, formas, colores diversos.
Los fue tomando amorosamente entre sus manos, uno a uno. Y los fue mirando, hojeando, leyendo... hasta que se quedó dormida.
A la mañana siguiente, cuando el poeta se despertó, encontró a la niña durmiendo en su escritorio, arropada en libros.
Le dio tanta vergüenza el desorden de aquella habitación que quiso arreglarla, sin hacer ruido, para que la niña no se despertara.
Y comenzó a colocar cada libro en las estanterías. Uno, dos, tres... En el mayor silencio. Cuidando hasta el sonido de su propia respiración.
Pero, de pronto, vio que la niña lo miraba con sus ojos color del tiempo.
No le hablaba. Se estaba poniendo débil, suave, delgada, blanca, como una hoja de papel. La niña era, ahora, una hoja de papel.
El poeta quiso escribir otro de sus cuentos sobre ella. Escribió, escribió, escribió, hasta que sintió que la niña se iba convirtiendo otra vez en una niña.
Con una sonrisa bien abierta en su rostro y una alegría muy grande en su corazón, la niña se despidió del poeta. Lo hizo con un beso y un abrazo que sonaba como el suave susurro de un roce de papeles. Con la sonoridad de un libro cuando se le hojea.
Y se regresó a La Ciudad Donde No Pasaba Nada para contarles a todos lo que le había sucedido en la casa del poeta.
A llegar, justo a la entrada de la ciudad, notó que en su brazo se comenzaba a leer, con la misma letra del poeta “Yo conocí una niña que tenía los ojos color del tiempo...”
Ella quiso leer todo lo que el poeta había escrito sobre ella.
Y leyó, leyó, leyó hasta convertirse en este cuento que acabo de narrarles ahora.

Cuento de Armando Quintero Laplume


He aquí las dos canciones que motivaron este cuento.
Gracias a www.youotube.com.: Pueblo blanco de Joan Manuel Serrat y Pueblos tristes de Otilio Galíndez

http://www.youtube.com/watch?v=bYJEj98r4v0

http://www.youtube.com/watch?v=UPGcxmPD10Y

jueves, 4 de junio de 2009

Cuentos para narrar: Sebastián Inventacuentos



Los Narracuentos UCAB Tiago De Jesús García y Freddy Gamboa narran oralmente el cuento "Sebastían Inventacuentos" en la Plaza del Estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, en el marco del "VI Encuentro con la Palabra que se Dice". Abril del 2008.
Fuente: Youtube

Sebastián Inventacuentos


Esta es la historia de un chico llamado Sebastián.
Sebastián era un niño como tú.
¿O, como tú?
¿O, como yo?
Mejor, para evitar que no podamos ponernos de acuerdo, encuéntrale tú su parecido.
Sebastián se llamaba Sebastián, a secas.
Eso sí, como tú o como yo, tenía sus deseos.
Sebastián estaba deseoso de cuentos.
Todo comenzó una mañana en el colegio.
Al terminar el recreo, regresó al salón de clases y dijo:
- Maestra, quiero un cuento.
Y la maestra - con cara de asombro, al principio y de felicidad, después – les alcanzó, a él y a sus compañeros de aula, varios libros.
Los libros eran bonitos, bien ilustrados, con buenos cuentos.
Pero Sebastián - esta vez - quería escucharlos, no leerlos.
Al salir del colegio, entró rápido a su casa y se metió en la habitación del abuelo.
- Abuelo, cuéntame un cuento.
El abuelo ni siquiera lo escuchó.
Estaba profundamente dormido en su mecedora. Frente al televisor
encendido, con el periódico abierto sobre sus rodillas.
Sebastián tomó el periódico con cuidado. Lo dobló y lo puso sobre la mesa de noche.
Apagó el televisor, luego la luz y se retiró en silencio.
- ¡Mamá! – llegó a decir Sebastián cuando entraba a la cocina.
Su madre estaba rodeada de trastos sucios, un pañuelo en la cabeza, un delantal en la cintura, el fregón en la mano y dispuesta a limpiar todo para colocar, en la mesa, el almuerzo recién hecho.
- ¿Qué? – preguntó la mamá, con cara de estar en lo que estaba.
- No, nada. Creo que se me olvidó. Después te digo – respondió, rápido, Sebastián.
Al regresar a la sala, se encontró con su padre que venía de su trabajo.
No llegó a decir nada.
Fue el papá el que habló, mirando su cara deseosa de cuentos.
- No tengo tiempo. Déjame descansar un momento, antes de almorzar y regresarme a la oficina. Estamos cerrando el año fiscal. Son días de locos.
Sebastián no entendía mucho que era eso de “año fiscal” pero, ni preguntó.
Sólo sabía que en este momento, al menos, no lograría nada.
¿Qué iba a hacer?
Lo que harías tú, o tú, o cualquiera de nosotros.
Sebastián se inventó los cuentos que deseaba.
Con la toalla grande, tomada del baño, se hizo un turbante y jugó a ser Aladino paseando por las amplias habitaciones del palacio construido por el genio, hasta llegar al salón de las veinticuatro ventanas.
Con el mantel, que quitó de la mesa del comedor, se colocó la capa que lo convirtió en Drácula – por un ratito – y en Superman, después.
También, extendió la toalla en medio de la sala, para volar en una alfombra mágica como Simbad el marino. O, en una nave espacial de La Guerra de las Galaxias (episodio II) recién estrenada en el cine.
De inmediato, tomó la escoba para montarse en el caballo Rocinante, como un Don Quijote en busca de aventuras. O en Babieca, como un Cid Campeador enfrentando moros. O, simplemente, en una pequeña nave espacial , para intentar descubrir al pequeño asteroide B-612, donde habita El Principito de Antoine de Saint- Exupéry.
Convirtió al mango del lampazo en una espada y fue Sandokán, el famoso Tigre de la Malasia. Luego, D´Artagnan, el reconocido mosquetero de su Majestad y hasta el Conde de Montecristo, a quien el abuelo acababa de leérselo.
La sala con su sofá y sus sillas fueron un camino entre escarpadas montañas. O, una misteriosa Ciudad Gótica por donde él – ahora Bruno Díaz - podía ser Batman. O, una muy intrincada selva llena de elefantes, serpientes y gorilas.
Y, los cables de la lámpara principal, se volvieron las lianas por donde viaja Tarzán al rescate de Jane, a punto de ser devorada por feroces cocodrilos.
Ahí fue cuando cayó al piso de la sala, con gran estrépito. Con los cables y los restos de su último cuento aún entre las manos.
- ¡Ay! ¡Ay! – dijo la mamá, con grititos angustiados.
Como toda madre en estos casos.
- ¿Qué has hecho? – preguntó el papá, con cara de pocos amigos.
Como todo padre en iguales situaciones.
- Lo que ven – respondió avergonzado Sebastián.
Y explicó lo sucedido.
- Él ha volado imaginando – comentó el abuelo, ahora bien despierto.
Y, desde esa mañana, Sebastián ya no es Sebastián a secas.
Desde aquella mañana, se le llama Sebastián Inventacuentos.

Cuento de Armando Quintero Laplume

Narracuentos UCAB

Material informativo, página web, fotos y videos de la agrupación de narradores orales que realiza sus actividades permanentes en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Venezuela.

Si desea información sobre la agrupación, las actividades que realizamos y cómo ingresar a ella, entre en esta dirección:
http://www.ucab.edu.ve/narracuentos.html

Si desea ver videos, fotos y otros detalles sobre la agrupación, entre aquí: http://cid-a45d05d7353259c8.spaces.live.com/